Mi Primer y Último Amor

Capítulo 33: “Las fibras del amor, entre hormonas y placer”

Se nos fue el tiempo que al paso del viento entre las olas en breve calma se dirigían hacia nosotros, mientras la tarde allí, el tiempo transcurría a nuestro favor, lentamente sentí como en una eternidad aprovechábamos el tiempo que no habíamos podido estar, charlando, abrazándonos, besándonos y juntos observando como el ocaso en un intento de exposición al cielo vivo que entre las hermosas nubes y su espacio destellado entre colores cálidos que ante los ojos humanos es lo mejor que en ese momento podríamos ver, así duramos por un buen rato hasta que oscureció, permanecimos quietos a la orilla del mar abrazados mientras veíamos las estrellas. 
El anochecer es el alma del tiempo más oscura, pero con mayor calma, donde las  
aves duermen, las olas caen en profunda quietud, el viento pierde el fervor de su  
calidez, la luna sale a brillar ante la luz oscura que a sus pies perece, y el amor, nuestro amor, siempre permanece. Donde a pesar de estar en un ambiente en el que éste peligra, podría amarrar mil veces hacia el inframundo entre llamas, la fiel voluntad de mi corazón que en oscuridad es simplemente, mi alma perdida. 
Luego de una hermosa noche a su lado, que a pesar de no haber terminado, le quise advertir de que ya serían las 9 pm, cuando la hora más oscura de la noche, en Beleth me convierte, le explique algunos detalles y aunque no quiso hacerme caso, nos ocultamos entre árboles y oscuridad para presenciar la transformación macabra que debía tomar pues era inevitable para mi cuerpo no alimentarse de la maldad que habría en este mundo perverso. La tome de la mano mientras ésta cerro los ojos y abriéndolos finalmente en un indicio de poco asombro, quien acepto en su máxima expresión la figura espectral que en su frente se encontraba, robándome un beso y consigo llevándola conmigo tras las sombras y tinieblas, en cuanto apareció mi fiel compañero entre relinchos como trompetas que en un sonido desesperado atormentaba las almas que aun en vida, muertas estaban, desplego sus alas enormes haciéndonos pasar desapercibidos a los ojos terrenales que a sus vistas se encontraba entre el viento y el cielo. 
Llegando a un pantano desconocido, encerrado por árboles que a su alrededor posaban, nos sumergimos entre las aguas de aquel, que protegidos irónicamente por la oscuridad que alrededor de Tobby le seguía, nos dio paso a ver las maravillas de las profundidades que en su tormento y habita clamaban nuestra presencia dándonos paso omiso a dicho habitáculo. Fue una oscura y linda noche que entre el deseo del corazón y la ausencia de luz habrían hecho de ésta la mejor, cabe decir que sinceramente luego la deje en su habitación mientras me pedía que volviera a sus pies, por largo rato hice mi labor como rey de las tinieblas, sin embargo después de eso, cuando el plenilunio de esa noche alcanzaba su máxima altura, quien habría venido del Este a iluminar nuestros caminos, frente a su puerta estaba para volver a ella otra vez. 
Me dejo pasar mientras a su paso modelaba sensualmente entre su bata blanca casi transparente, que podría a travesar hasta su propia alma por el deseo que provocaba en mí tanta belleza, no podía dejar de contemplar su esbelto esplendor, caminando a su paso hasta su habitación, quien de una manera muy particular no tan bruscamente sino más bien en completa ternura y perversión con una pequeña palmada en el pecho me dejo sentado a los pies de la cama para observar su magnífico show, si tan solo alguien más pudiera haber visto con tan fascinante sigilo y jugueteo esa noche la hice mía, si tan solo algún productor vería las hazañas con las que químicamente nuestros cuerpos unidos hacían uno solo y con ardiente fervor, las fibras del amor se combinaban entre hormonas y placer, combatiendo múltiples partículas que en el ambiente probablemente entre bailes y caricias frotaban entre los aparatos del organismo que gritaban en su máxima expresión, si tan solamente nos vería, seguramente nos contrataría. 
- Quiero volver a hacerlo –Repetía ésta una y otra vez. 
Sé que en algún momento dije que no podría hacerle esto a Belén, pero en ese momento no solo me deje llevar por el placer, sino que también pude sentir en mí esa seguridad de no perderla, aunque a pesar de éste preciso momento en el que debe estar preguntándose en donde estoy, estoy seguro de que todo volverá a la normalidad, en un mundo sin oscuridad perversa del inframundo, será ese el momento en el que nos volveremos a encontrar, pero no la he dejado ir, ni pienso abandonarla otra vez, solo hay un paso más que debo hacer. 
Lo volvimos a hacer una, dos, tres, cuatro… Hasta que el alba volvió a renacer, entre sus suplicas y ardiente placer, una chica tierna que esa mañana con el desayuno a la mano, me supo atender, entre besos y caricias me llenaba de felicidad estar junto a Belén. Fue desde ese momento en el que ya el amor nunca más desvaneció, ocultando mi oscuridad en perversión, todas nuestras noches iguales pero distintivas a la monotonía de aquella noche que jamás olvidaré. 
Así como en luna de miel, estuvimos por varios días en su lugar, mientras por las tardes y algunas veces en la mañana ésta salía a laborar con toda la actitud que en sí, hacía a Belén, ciertamente que su nombre signifique “Hogar del pan” me parece curioso, ya que realmente ésta siempre alimentaba mi corazón de vida y color, mientras que sin ella, me sentía muerto. Dicen que hay personas sabor a café, pero no han tenido en cuenta los olores de su piel, dulce aroma que en perversión me convierte, llena de una gran vibra que a cualquiera como una dosis, activa, es ella el movimiento al que ahora mi alma que como el viento determina la hora de su rumbo y donde termina, entre el cuerpo sale de vez en cuando a habitar entre los muertos, mientras ésta olor al fresco aroma del campo en el que las flores no se marchitan dándole siempre color a mi vida, que a ella pertenece. 


“No soy yo, eres tú” 



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En el texto hay: misterio, aventura, el primer amor

Editado: 12.09.2020

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