Mi Primer y Último Amor

Capítulo 34: "Patrimonio fraternal"

Así fueron pasando los días, uno tras otro, no faltaron esos encuentros casuales que daban el toque de atracción a nuestras citas repentinas, como muestra del destino que siempre nos unía, una y otra vez, volvimos a encontrarnos en distintas ocasiones, dado el caso que la relación desde aquella primera vez en la fiesta de la ciudad, habrían transcurrido más de los 365 días necesarios como para convertir ese amor en que nuestros lazos de vida unidos por la bendición del patrimonio fraternal, que aquel día, tal como lo recuerdo, habría conocido a sus padres.

No creas que esto paso muy rápido, la verdad quiero ahorrarles de la mejor manera las circunstancias de las separaciones que aunque parecían a los ojos de un ciego la más remota idea de que no habríamos estado hechos el uno para el otro, pero de verás, en el juego del destino, a pesar de que en muchas ocasiones si lo planeamos y nos pusimos en contacto; la casualidad (si es que existe), daba paso a la unión de nuestros caminos aún cuando volvían a separarse nuevamente, pero dejo yo en claro que aunque me encuentro oculto, con buena razón y sin embargo, sin intención de alguna pretensión innecesaria de abandonarla, tengo la seguridad completa de lo que sería el consentimiento valorativo del regreso a casa de quién, si en mi nombre se permite, sería el héroe que llegando a los brazos de mis queridas amadas, encontraría finalmente la paz.

Ese día, mientras empleaba mi duro y arduo trabajo de comerciante, llevaba junto a Arthur, quien a pesar de tener el dinero necesario y estar implementando sus estudios en proyectos que claramente tendrían mayor éxito que cualquier otro indicio de subdesarrollo del país, una mercancía conmigo estaba, teniendo en cuenta esto, no vacilaba aquel en acompañarme en los negocios que mi persona empleaba, además de que en muchos casos éste escudriñara mis escritos de una manera muy peculiar en el que me incitaba siempre a proseguir en aquellos. Nunca deje de escribir, en cada momento que pasaba, llevaba mi libreta de bolsillo, o en algunas ocasiones, la de casa en un bolso que colgaba a veces de mi hombro derecho postrado al lado izquierdo de mi cintura.

Al llegar y después de varias horas de haber entregado la mercancía rumbo a Bogotá, entramos a un restaurante particular, a comer algo, ya que nuestros cuerpos lo pedían, y sí, a pesar de mi lado oscuro, mi vida parecía ser normal, pero en las noches la oscuridad reinaba en la tierra aún, fue entonces cuando sentados en la mesa, mientras me comunicaba por mensajes de texto con Belén, ya que era la ciudad donde se encontraba habitando, me escribió diciendo que estaba con sus padres haciendo diligencias, sin embargo que quería verme antes de que me marchase, por lo tanto en un instante de vacilación le dije que quería conocer a sus padres y ella solo rió, pensaba quizás que no podría llegar a pasar, no le dije siquiera aún donde me encontraba, ni mucho menos a qué hora habría de llegar, simplemente le dije que habría llegado a Bogotá, cuando de repente, en cuestión de minutos, ahí estaba, mi postura aunque en una profesión poco formal pero adinerado, se puso en pie de repente, observando hacia la puerta a aquel hombre y aquella mujer, de buen parecer, ambos, sin siquiera percatarse de mi presencia cuando su hija, con un pequeño estimulo, giro su cabeza en dirección a mí y aun así con poco asombro.

- ¡Andrew! –Grito Belén, con poco esfuerzo, mientras consigo sus padres, se dirigían hacia mí.

- Mi amor, ¿Qué estás haciendo aquí?

- Veníamos pasando por aquí y ellos quisieron venir a comer, -Dijo señalando a aquellos y, dirigiéndose a ellos añadió- Má’, Pá’, les presento a Andrew, él es el chico del que tanto les he hablado.

- Mucho gusto caballero –Dijo su padre en forma de respeto pero quien examinaba todo de mí como si una maquina fuese.

- Encantada de conocerte Andrew, no estás tan mal que digamos.

¿No estás tan mal que digamos? No habría razón por la cual molestarme con ellos, yo ese día vestía con una camisa de cuadros de colores sin siquiera encajar entre el jean  que roto expresaba su cruel sufrimiento ante las miradas justicieras que observaban de aquel.  Después de unos minutos, nos sentamos todos juntos a comer, mientras aquellos hablaban de temas supersticiosos como al igual que empezaron a interrogarme, en especial su padre.

- Y cuéntame, ¿Has estudiado alguna profesión? –Pregunto aquél al fin.

- Eh… Pues la única profesión que estudio bajo mi propio entendimiento y el análisis cognitivo de lo poco que he aprendido es el comercio a lo cual me dedico actualmente.

- ¡Vaya! Pero que bien te expresas a pesar de tan baja escala académica.

- La verdad mi señor, no quiero ofenderlo ni tampoco sorprenderlo con mi hablar, ni mucho menos presumirle de donde salen mis palabras, pero le aseguro, que el estudio primeramente no se basa en un título sino la autonomía de aprendizaje de cada individuo.

Así mismo, entre insinuaciones y al juzgar, estos se empeñaban en cuestionar mi estado, por lo cual no podía quedarme atrás, sé que la mayoría de veces debería intentarse ser agradables ante los padres de tu pareja, sin embargo, mi baja cordura ante las miradas penetrantes que frente a mí se encontraban, hacían de mí la arrogancia de mi vil boca, no soportaba esa sensación de cuando una persona menosprecia a otra por su estado, pero para mí no era solo una sino dos.

- Y ¿Dónde se encuentra Miguel? –Pregunté al fin, intentando romper la tensión.



#23902 en Fantasía

En el texto hay: aventura, el primer amor, transgresores

Editado: 12.09.2020

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