Mi Primer y Último Amor

Capitulo 11: “Junto a ti, vuelve el color otra vez”

Fue desde aquella noche en la que descubrí verdaderamente quien soy o podría decirse, lo que soy, mi único propósito era cumplir con las reglas del inframundo, beber de la sangre de aquellos que deberían pagar por dañar vidas inocentes, al igual una de mis tareas debería ser enseñarles a usar la magia que se les otorga a aquellas almas vendidas a las fuerzas oscuras; magos, brujas, cualquier hechicero, entre otros personajes que solo necesitarían de mi ayuda, pues sin un príncipe poseedor del poder de la magia ellos simplemente no eran nada, tal vez para algunos suena un poco aburrido, aunque para otros puede ser extraordinariamente divertido, pues así era como me sentía, aquella oscuridad tomando mi verdadera personalidad y transformándola en lo que las sombras de las tinieblas deseaban para mí. Perteneciente al inframundo, hijo de Cireth. Un verdadero príncipe de la magia de las tinieblas. Era eso en lo que me estaba convirtiendo realmente.

Dormidos en la cama amanecimos, él en un borde de la cama como si hubiera intentado encontrar comodidad pero solo pudo recostar un poco su cuerpo evitando despertarme con ningún mínimo movimiento, sin embargo, pude notar al despertar que él aún estaba fundido en sueño, aunque ya era temprano como para ir a la escuela, por suerte Wilder estudiaba en una universidad por fuera pero se encontraba de vacaciones, y yo simplemente me había levantado con la intención de escaparme al hospital en el que mi madre se encontraba.

Encendí el fogón y prepare un poco de capuchino mañanero. Coloque un poco de concentrado para perro en la taza de Tobby que estaba en la cocina y allí lo deje. Tomando un baño me relaje un poco, esperaba no despertar a Wilder pero al poco tiempo en el que salía del baño ya no estaba en la habitación, “espero que no hallas huido esta vez” –pensé. Me vestí pronto en cuanto a la primera vestimenta que encontré,  fui a la cocina y allí estaba él, no faltaba nunca su obra de caridad, pues cocinó dos tortillas de huevos, mientras que con un poco de pan árabe así envolvió estos dentro de aquellos, algo estilo shawarma y éste servido a la mesa, un plato para él y otro para mí, junto a dos pocillos de capuchino. Al terminar el desayuno, aliste un pequeño morral con lo necesario, y ya casi iba a salir hacia un bus que me llevara a barranquilla, pero antes Wilder me detuvo, él sabía que estaba preocupado por mi madre, es por esto que no dudo mucho en decir.

- Yo voy contigo. –Era claro que no fue una petición.

Solo no dije nada al respecto, seguí mi camino con el morral colgando de mi espalda, así de igual manera Wilder fue detrás de mí, no cargaba nada en sí, solo una mochila entrelazada en su hombro puesta a medio lado, caminamos un poco hasta llegar a la central de los buses, nos subimos al primero que vimos. Mientras tanto, no podía olvidar esa noche de baile en la plaza, sobre todo de ella, ésa la mujer a la que ahora mismo extrañaba, por la cual mi corazón ahora latía, a pesar de sentirme muerto en vida, era por eso que no podía creer que comenzara a considerar que debía llevar esos recuerdos a la cabina del olvido. Así podría descartar la oportunidad de amar y ser amado, para cubrir el precio de la deuda que mi padre había dejado, era obvio que ellos vendrían buscándome muy pronto para hacerme pagar por lo que él jamás fue capaz de dejar en sus manos.

La lluvia de la tormenta aun había comenzado otra vez, podía observar como las gotas empañaban las ventana del auto bus, ambos íbamos callados, se notaba como él estaba preocupado por mí, mientras yo solo pensaba en cosas absurdas como mis poderes o incluso si debería amar a Belén. Era un caso perdido arriesgar su vida ante mi vida, pues sería mi culpa si por amor ella muere, todos en este mundo están destinados a amar y ser amados, todos menos yo, solo un 1% no logra encontrar aquella felicidad, sin embargo, seguro que yo estaba por fuera de aquel porcentaje humano. Es por esto que debía darle la libertad de ser amada por alguien más, es decir, de que buscara sus alas de ángel en manos de otro. Al igual que yo debería seguir las costumbres de los Norab, mi propósito era hacer pagar a aquellos que solo dañan la vida del inocente, mientras que así mismo crear mi propia doctrina, es decir, lo que querían en el inframundo era gobernar en la humanidad, simplemente me dedicaría a matar al culpable, y salvar al desgraciado.

Ya habíamos llegado, era ese el momento que estaba anhelando, estar en los brazos de mi madre, justo cuando el amor, la gracia y la felicidad ahora eran mis enemigas. Bajamos del bus y de inmediato pare un taxi, le pedí que nos llevara al hospital mientras que simplemente ya estaba un poco más aliviado, al llegar exactamente a aquel lugar sentí un frio, pero no cualquier frio sino uno diferente como si se tratara de algo. Pregunte donde se encontraba ella, al principio no daban para ubicarla pues se encontraba en UCI (Unidad de cuidados intensivos), había creído que no era tan grave, me encontraba un poco más relajado al poner un pie en la ciudad, pero ¿Sabes qué? Cuando me dijeron que se encontraba allí quise golpear a todo el que se pusiera en mi camino, hasta Wilder cayó ahí, estaba un poquito alterado no más, si él no me conociera no hubiera logrado calmarme, solo intenté tener fe en que mi madre estaría bien, luego buscamos a ver si se encontraba en alguna habitación, hasta que por fin una enfermera nos llegó con la información que necesitaba.

- La señora Elizabeth se encuentra en la habitación 010 al igual que su acompañante, ¿Es usted su hijo? –Asentí.

Inmediatamente fuimos a aquel lugar, pero un celador al llegar a aquellas áreas nos dijo que solo uno de nosotros podía pasar, así que mire a Wilder sin decir una palabra y éste asintió, se quedó en espera mientras yo llegue a la habitación, allí estaba él velando por ella, se podía notar como mi madre descansaba, fue así mismo como yo poco a poco me acercaba intentando no despertarla, pero fue imposible, apenas pudo sentir mi presencia abrió los ojos y pronuncio mi nombre, me había estado esperando todo este pequeño tiempo que se tornó como una eternidad, aunque parecía que sabía lo iba a pasar. El profesor Albert salió de la habitación para darnos unos momentos juntos, allí se encontraban en la sala de espera. La tome de la mano y podía ver como mi madre se estaba acabando, quería creer que tenía esperanzas para vivir pero ese frio extraño estaba allí, era claro que ya su tiempo estaba marcado, ¿Destino? O ¿Venganza?, no lo sé, simplemente quería poder salvarla, besé su mano izquierda la cual tenía a mi lado, un momento que marcaría mi vida por el cual era inevitable llorar, era esto muy difícil para mí, una lagrima de mi ojo derecho corrió por mi rostro, lentamente fue bañando mi mejilla derecha hasta lograr caer al suelo, sin embargo, no debía perder la fe o perdería las fuerzas.



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En el texto hay: misterio, aventura, el primer amor

Editado: 12.09.2020

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