He conocido mucha gente que ya son pocos los que recuerdo, unos se hacen llamar amigos, otros aparentan serlo; unos dicen que te quieren pero no lo dicen de corazón, otros no lo cuentan pero lo demuestran sin temor. Es por esto que me cuesta tanto confiar ciegamente en alguien, mucho más cuando simplemente lo conoces apenas un poco antes pero era el hermano de Belén ¿Por qué no podría confiar en él?, sin embargo, por suerte ya Belén y yo habíamos apagado aquella llama de pasión cuando lo dejaron pasar, al entrar nos encontró sentados charlando, tenía la sensación de que él había estado esperándonos o incluso como si hubiera estado celoso de que su hermana y yo estuviéramos solos por un buen rato, de hecho ya casi se hacía de noche, él se nos unió a la plática mientras que detrás llego Wilder, parecía que de mi amigo me había olvidado pero él sabía muy bien mis sentimientos hacia Belén y lo que aquello causaba en mí.
- Chicos, disculpen se me había olvidado, -Me dirige a Miguel y Belén, -Les presento a mi mejor amigo Wilder.
Ambos estrecharon sus manos hacia él mientras Wilder simplemente tomo de ellas agradeciendo por ser tan amables mientras charlábamos pude ver como Miguel le hacía señas a Belén para que se diera cuenta de lo tarde que ya era, seguramente tenían planeado dormir en un hotel pero ya se había hecho tarde como para reservar uno. Y por cierto, Wilder y yo no habíamos pensado tampoco en eso, o por lo menos a mí ni siquiera se me vino a la mente, que torpe soy.
- ¿Dónde van a dormir? –Pregunté al fin.
De inmediato Miguel me miro algo sorprendido, él había intentado ser un poco más discreto pero estaba tan desesperado por conciliar el sueño, que no se percató ni un segundo en que alguien lo hubiera estado mirando, incluso pudo haber creído no llamar mucho la atención, sin embargo, cuando de mí se trataba, no existía algo que se me escapara, ser meticuloso era mi mayor fuerte, en mis manos no había detalle el cual haya pasado como desapercibido.
- No lo sé, Andrew. Belén tú decides. –Dijo aquél como el buen hermano que era.
Admiraba esa actitud de hermandad como si su única intención fuera complacer a su tan querida hermana, como si de la piedra más preciada se tratara. Hubiera deseado demostrarle a aquél que de la fruta prohibida que cayó del mismo árbol en el que él había nacido, de esa dulce mujer me había enamorado, ¿Quién lo diría? Estaba empezando a pensar demasiadas locuras, pero ¡claro! El amor es un manicomio al cual solo los locos pertenecen, sin embargo, loco yo ya estaba.
- Creo que es mejor dormir acá. –Dijo Belén sin pensarlo una vez más.
Todos nos quedamos un buen rato sin decir una palabra, solo cada quien busco la manera de encontrar comodidad, pero al final todos excluyendo a Belén terminamos en el mismo lugar, sentados en la sala de espera, no hubo otro lugar en el cual pudiéramos entrar en una mejor comodidad Mientras tanto Belén quedo vigilando a mi madre en la habitación, apenas sentada en una silla cerca de aquella camilla y así mismo recostada su cabeza a un lado de la camilla. No pude dormir bien en aquella sillas obsoletas, al igual tampoco podía dejar de pensar en Belén, era como si tenerla cerca fuera la mayor tentación para mí.
Observé como Wilder y Miguel se veían profundamente dormidos. Me levante del lugar y fui hasta aquella habitación y al llegar pude verla dormir tan hermosa como flor ante la oscuridad, era mi bella durmiente, ¿Quién sabe? Si le daba un beso era probable que pudiera despertar, por lo tanto me resiste ante tal tentación, pensaba en no hacer despertar a ninguna de las dos, sin embargo, mi madre fijamente me miro mientras en voz baja pronunciaba mi nombre, así mismo fui acercándome hacia ella.
- Andrew, mi niño precioso, eres lo que mejor me pudo haber pasado en la vida. –Dijo aquella un poco más calmada y con su dulce voz. –Ha habido tantas cosas de las cuales le doy gracias a Dios que tú nunca pasaste por ellas, además por haber permitido traerte al mundo, recuerdo yo haber perdido la esperanza de procrear hijos con tu padre, ya éramos mayores de edad, yo tenía apenas alrededor de 30 años de edad cuando nos conocimos, de igual manera siempre supe que algo oscuro le seguía a él, aunque no nos importó, ambos jugábamos a ser novios así como jóvenes en secundaria, hasta que un día él decidió construir una familia, intentamos tener hijos pero tu padre era estéril o al menos eso nos hicieron creer, que hasta ni los tratamientos ayudaban, hasta que así simplemente aquella oscuridad que lo invadía se fue de él y de nuestras vidas, fue así como Dios nos concibió el deseo de tener hijos, así llegaste tú, mi bebé, enseñándome que no importa la edad para darle la vida a un gran ser, porque tengo la fe en que serás grande y podrás cambiar el destino de tu descendencia, sé que sabrás tu verdadero rumbo, decidiendo lo que vas a ser, pronto te darás cuenta de cual será tu camino. –Culmino aquellas palabras sabias mientras cerraba los ojos y nuevamente quedaba profundamente en sueño.
De igual manera me retiré de aquel lugar meditando aquellas palabras que había recitado mi madre, era probable que supiera de qué habría pasado con mi padre, incluso la razón de su muerte, sin embargo, solo pensaba en mi destino, todo mi futuro debía decidirlo tan pronto como pudiera, o si no me lamentaría haber tomado la decisión equivocada. Me senté mientras mis pensamientos aun siguieron divagando por largo rato, ya no había nadie más por allí solo estábamos los tres, así fue cuando cerré los ojos para conciliar el sueño.
La vida es un juego en el cual solo pierdes una vez, a pesar de que caigas solo debes levantarte otra vez e intentarlo nuevamente, pero a veces se convierte en un laberinto donde no se encuentra salida por haber tomado una mala decisión. Solo necesito tiempo, sin embargo, tiempo era lo que no tenía, aunque no me importaba como tuviera que llegar a mi destino, si lastimo a alguien escogiendo vivir la vida mientras otros la sufran o sufrirla solo para que otros la vivan.