Apenas comenzaba el día, era muy temprano y ya podía sentirme mucho más despreocupado, la alegría y felicidad invadían mi cuerpo, por un momento la esperanza era mi mejor aliada, en aquella sentía la seguridad de confiar, de creer que bien mi madre estaría, fue por esto que había decidido marcharme de aquel lugar ese mismo día mientras que llame al profesor Albert para que me cubriera acá y cuidara de ella, pero tenía aquél que encargarse de sus propios deberes, al haberlo llamado me pidió que esperara hasta la tarde pues se encontraba dando clases ese mismo sábado, y que aproximadamente a las 4 de la tarde él se encontraría libre. Pero yo estaba preocupado por mi gente, ya había cedido las invitaciones de cumpleaños y quería estar pendiente de aquella fiesta, por suerte llame una de las chicas de la escuela para que realizara aquel trabajo y organizara la mejor fiesta, la cual era la única forma de que personas que fueron o aún son importantes en mi vida, así como cada año acostumbraba a esperar aquella persona que al parecer ya de mí se había olvidado, de ese modo tenía la esperanza de allí encontrarla así sea una solita vez.
Inmediatamente fui directo a la habitación 010 la cual era en la que se encontraba mi madre, al verme sonrió con mejor fuerza que la que había tenido ayer, le di un beso en la frente, apreté su mano mirándola a los ojos.
- Te amo mamá…
El amor de madre ante sus hijos siempre es mejor que cualquier otro amor, mucho más fuerte que sansón, jamás se acaba incluso al asomar su muerte. Mientras podías ver aquel brillo en sus ojos podías tener en claro que siempre ese serías ante ella, su primer amor, por qué se dice que el primer amor no es la primera persona que te gustó sino por la persona que hiciste cosas que nunca imaginaste hacer y nunca olvidaras. Las verdaderas madres hacen lo posible por complacer a sus hijos, pues ese es el amor verdadero. A pesar de aquello también hay que resaltar que en muchas ocasiones los hijos toman temor, rabia, rencor, entre otros aspectos hacia una madre y/o un padre, pero sin nunca tener en cuenta que aquellos solo buscan lo mejor para ti, unos con mayor carácter, mientras otros podría decirse que con lastima de no tener una madre que les enseñe que es el bien y el mal, por tener aquellos padres de blando corazón.
Estuve pasando el mejor rato de mi vida junto a mi madre, por el momento ella no me había felicitado pues ella acostumbraba hacerlo en la tarde ya que mi nacimiento fue el mismo 15 de julio a las 11:58 pm. Aun así jamás me había sentido mucho más unido a ella de lo que ahora me encontraba, todo iba bien hasta que el medico interrumpió de aquel lúcido momento, mientras dijo que tenían que realizarle a ella unos exámenes, pues los latidos de su corazón y la fuerzas de sus pulmones estaban presentando síntomas de nuevos problemas, pero tenía la confianza y fe en ella, era lo suficientemente fuerte como para soportar de aquellos problemas que surgían uno tras otro. Me pidieron que me retirara para que mi madre después de los exámenes pudiera descansar un poco más, así de igual manera lo hice.
De todas formas necesitaba caminar un poco, así que convide a Wilder, Miguel y Belén a que simplemente me ayudaran a despejar un poco la mente. Salimos del hospital a caminar las calles de Barranquilla, era todo un arte, podías ver la multitud pasar por los espacios públicos mientras que en los otros lados de las calles todo era vacío y solitario, eso me hacía recordar la personalidad solitaria que llevaba ligada en mí, así era como me sentía al llegar nuevamente esa oscuridad incluso a pesar de estar acompañado.
Hay muchas ocasiones en la vida, en las que uno desea que la tierra te tragara, o incluso deseas no haber nacido nunca. Aunque mi madre se encontraba bien y estable, era yo quien no dejaba de sentir aquel vacío. Podía sentir como aquel ser oscuro poco a poco se apoderaba de mí. Al llegar el medio día, después de haber recorrido aquellas calles divirtiéndonos, ver los bellos jardines, parques, hasta los centros comerciales. Después de todo aquello, de habernos encontrado a la expectativa de dicha belleza, fue allí cuando nuestros estómagos pedían como niños que los alimentáramos. En aquellos días había estado tan preocupado de mi madre que hasta comer se me había olvidado. Además yo pude haber soportado dicha hambre por qué el apetito me había abandonado, pero después de haber estado despreocupado me pude percatar que Wilder hasta eso había callado. Era claro que él podía haber tenido tanta hambre pero si no veía la oportunidad no reclamaba nada, él era un poco más pasivo. Así mismo íbamos pasando por un restaurante del cual sus aromas de comida exquisita eran grandes, o quizás era mucho más el hambre que la comida.
- Hace hambre, ¿no? –Dijo al fin Miguel, mientras asentí.
Los invite a pasar señalando el lugar, así entramos, y al igual encontramos las mejores comidas en el menú, aquellas las mejores que pudimos haber probado, no sé si era el hambre o ¿qué?, pero las pastas que yo había pedido con albóndigas y un poco de salsa de tomate, estuvieron deliciosas. Así mismo pasamos toda la tarde paseando hasta hacerse de noche, sin embargo la alegría se acabó en aquel instante.
- Hola buen día, ¿hablo con Andrew Norab? –Recibí una llamada telefónica, era la secretaria de servicio del hospital.
- Si, ¿paso algo? –No podía perder más tiempo, sé que parecía un poco preocupado, pero a mi madre algo le pasaba no sabía a donde mis impulsos me podrían llevar. Por esto invite a todos a entrar al taxi que en el momento había parado.
- La señora Elizabeth se ha complicado un poco, tuvieron que realizarle unas operaciones las cuales no ha soportado, en el momento se encuentra con dificultad para respirar, por favor le pedimos que esté atento.