Mi Primer y Último Amor

Capitulo 16: “… Y vienen los recuerdos”

Todos en aquel pasillo estábamos desesperados y en busca de alguna nueva noticia, todo en este momento podía pasar. Al otro lado se encontraba él, con su cabello lizo, corto y rubio cenizo, además de sus ojos azules y de haberse convertido en todo un galán, era eso lo único que nos diferenciaba, ése era mi hermano. Aunque su arrogancia y altitud, lo elevaban a ser completamente diferente a mí, ¿Quién sabe? Él pudo ser la versión perfecta y mejorada del elegido, sino fuera por este vacío que siento en mí, era eso lo que le importaba verdaderamente a Cireth, “el poder”. Pero a pesar de eso ambos estábamos tan unidos por la misma sangre que llevábamos dentro, es así como algunos dicen: “La sangre llama”, y con ello vienen los recuerdos, era claro que es así.

Recuerdo muy bien ese día, a pesar de haber sido ya muchos años atrás, es una pesadilla el haberlo visto partir para no volverlo a ver más, así fue ese 16 de octubre en el que mi padre se había despertado temprano como siempre acostumbraba, lo más extraño era que se había ido apoco esa mañana y al tiempo ya había vuelto, Arthur y yo íbamos para la escuela, mientras el traía unas flores detrás, eran para mi madre, seguramente estuvieron pasando un buen rato juntos  mientras que nosotros nos encontrábamos en la escuela, esos juegos de los que solo juegan mamá y papá. Antes de irnos a la escuela recuerdo que mi padre nos dijo que nos tenía unas sorpresas, ambos emocionados esperábamos con ansias que tocaran el timbre para salir de aquél lugar. Y ¡vaya sorpresa! La que nos dio mucho más tarde cuando la muerte por si llegó.

Al llegar la hora, mi hermano y yo salimos corriendo hacia el transporte que nos llevaría a casa. Íbamos ansiosos por ver las dichas sorpresas, pero había algo que él siempre tenía en estas ocasiones conmigo y era la rivalidad. Ya parados en la puerta esperando nuestros regalos, como niños ansiosos al llegar la navidad, porque era obvio que serían materiales ¿no? O tal vez la ambición nos hacía creerlo así. Fue en ese momento cuando mi padre se acercó a mí con un cachorro labrador, era tierno, cariñoso y juguetón, fue lo mejor que pudo haberme dejado papá. Ése al cual bautizó como Tobby, mi mejor compañía al que por alguna razón mi padre le dio ese nombre, mientras que a Arthur solo le dio un libro negro de cuero viejo. Parecía dicha reliquia de unos cuantos años, solo imaginar aquellas películas que veíamos de misterios cuando siempre se encontraba un libro de brujería o quizás de ¿Quién sabe qué? Pero mi hermano simplemente se resintió al ver tan bajo desprecio el cual, en ese momento era lo que parecía. Aunque la duda en mí cada vez que crecíamos era saber que contenía aquella libreta, ¿Por qué él y, no yo?, que necesidad habría el dejarle en sus manos a aquél arrogante esa reliquia familiar pues era eso o podría tratarse de un libro famoso, algo ilógico porque a aquél no cualquier historia le gustaba, tal vez mi padre podría tener ideas de cuales serían aquellas historias, pero solo yo por ser además de su hermano, su mejor amigo en aquellos tiempos el cual conocía sus más mínimos secretos, su género favorito era el terror, quizás el de Edgar Allan Poe o Stephen King, pero aquel libro a ninguno de esos era similar, no le gustaba mucho el misterio ni menos creía en cuentos de hadas. Todo eso mientras que a mí solo me dio la compañía de Tobby, algo que Arthur en aquel instante no supo valorar.

Esa misma tarde mi padre simplemente estaba jugando con nosotros en la sala, “definitivamente se había decidido a brindarnos de su tiempo libre” –Pensábamos ambos. Sin embargo, no sabíamos que de su despedida se trataba, solo lo veíamos como un comienzo más, así de igual manera muchos imaginamos que los padres no lo son todo, cuando en realidad aun siendo independientes de ellos te harán demasiada falta al llegar el día en el que no los encuentres a tu lado. A veces no tenemos en cuenta lo que nuestros padres hacen por nosotros, o incluso decimos que hubiera sido mejor no haber nacido cuando para ellos fuimos una bendición, aunque algunos no lo acepten, esa es la verdad. Sé que apenas éramos unos niños cuando él partió al otro lado de la vida, pero es algo que marco mi vida desde aquel momento no hay detalle que no habría de recordar de aquel triste día.

Tirados en el suelo nos quedamos, noté que había cerrado sus ojos, supuse que se haría el muerto solo jugando ya que encima de él, yo me encontraba. Mi padre era un gran comerciante reconocido en varias partes del mucho, no era cualquier famoso por el cual podría la gente aclamar, pero lo cierto es que era un hombre respetable. Quisiera haber podido vivir mi vida entera junto a mi padre, conocerlo verdaderamente, saber cómo él era. Buscaba la manera de pensar de qué manera el haría las cosas, pero me era imposible, fueron pocos los recuerdos que él había dejado.

Al llegar mi madre a la habitación dónde estábamos mi padre, mi hermano y yo, en ese justo momento no podía comprender que era lo que estaba sucediendo, solo vi como juntos le decíamos a él que se levantara pero mientras Arthur y yo nos reíamos pensando que todo era un simple juego, mi madre podía sus dedos en el cuello de mi padre, mientras sollozaba e intentaba calmar las lágrimas, ella solo se acercó a él y le robo un último beso. Fue allí cuando inocentemente buscaban ocultarnos la verdad, pero luego de ver como unos extraños hombres vestidos de uniformes blancos en una bolsa lo metían mientras mi madre lloraba a llantos. La multitud comenzaba a llegar y todos a ella la abrazaban, era todo un mar de lágrimas que se paseaban por la habitación mientras la melancolía nos empezaba a invadir. Podíamos ser niños pero luego fuimos comprendiendo que mi padre ya jamás podría llegar a despertar.

Arthur solo comenzaba a gritar en medio de la melancolía, mientras yo solo callaba mi tristeza, de una manera perspicaz, a pesar de que aún no comprendía como la vida de un ser humano de repente desaparecía. Solo ese vacío creció en mí, mientras que los demás lo llenaban de lágrimas. Yo solo contenía el dolor en lo más profundo de mi corazón, sabía muy bien lo que era ocultar los sentimientos, pero ¡Vaya que a veces hay un roto en el vaso!, así sin más, podía sentir como una lagrima al lado derecho de mi rostro, justo por allí de la mejilla se deslizaba, marcando el camino a su paso mojado.



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En el texto hay: misterio, aventura, el primer amor

Editado: 12.09.2020

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