Mi Primer y último Día... Contigo

Mi Primer y Último día... Contigo

Hay ocasiones en que la vida simplemente se escapan de nuestras manos, el control de las situaciones se pierde y nos perdemos a nosotros mismos, ya sea en la tristeza, la vagancia o quizá, en la rutina simple de la vida diaria.

La rutina de la vida diaria resulta ser como un baño de agua que va diluyendo nuestro ser, que va haciendo que quienes somos vaya perdiendo su intensidad y nuestros colores perdiendo brillo, destiñendo.

Mi nombre no importa, lo que de verdad importa es la historia que te contaré a continuación. Pues es acerca del momento en que morí. Mi último y primer día de vida.
Iba para los 40, mi ser había sido ya absorbido por la rutina de la vida adulta, las decepciones, el desamor, el sexo sin sentimientos y las relaciones pasajeras eran el pan de cada día, lo habitual, lo común.

Mis ideas del amor perfecto, la vida marital fiel y las relaciones para toda la vida ya habían pasado a ser simples cuentos de hadas. ¿Qué hacía para ser medianamente feliz? Simple, hacía justo lo que estoy haciendo ahora, tecleando letras para escribir historias que relataran todo lo que ya no veía en mi realidad. 

Algo de lo que ya no existía en mi realidad, era la esperanza de volverla a ver. Y algo que definitivamente resultaría imposible sería la posibilidad de enmendar mis errores. Cada amanecer recordaba su voz, su mirada y su escencia. A mis casi 40 años, la amaba como el primer día.

Sin embargo, todos estos sentimientos sólo servían siendo una simple materia prima para escribir historias. Desde los 24, nunca más la volví a ver. Y después de tantos años, descubrí que el motivo fue mi falta de valor, mi inmadurez y baja autoestima, no pude comunicarle a esa persona correctamente mis sentimientos.

Pero qué importaba ya todo eso? Pues no, no importaba realmente, el pasado había quedado atrás y era algo que me quedaba completamente claro, sin embargo, aún entre la rutina y mis nuevos amores, era una marca imposible de borrar, la marca de mi amor imposible y quizá verdadero.Eran dudas que estarían para siempre en mi alma. Dudas que no podría responder nunca, dudas que alimentaban mi emoción por buscar una respuesta aunque fuera en mi mente.

-5:30 am.-El despertador había sonado como todas las mañanas, abriendo los ojos e incorporando mi cuerpo hasta sentarme en la orilla de la cama, había comenzado otro día. Mirando a mi alrededor, mi habitación era amplia y sin presumir diría que es tal y como siempre la soñé, al igual que mi casa y todo lo que me pertenecía. Mis sentimientos por ella me habían regalado una buena vida, llena de lujos y de todo lo que pude haber imaginado, sin embargo, era una vida medianamente realizada. Pues aunque tenía todo, no la tenía a ella, a la persona que me hacía desbordar todas esas palabras que llenaban los libros que me habían llevado al éxito.

Esa mañana, conduje mi auto de lujo por la carretera. Iba a ver a unos importantes hombres de una editorial, firmé con ellos un documento que permitiría traducir mis escritos a 25 idiomas más de los que ya estaba. Parecía venir una nueva ola de fechas en mi agenda para visitar más países.

Conocía casi todo el mundo, Canadá, Francia, Inglaterra, España, Portugal, Marruecos, El Salvador, Rusia y Japón por mencionar algunos. Mi siguiente destino por 6ta ocasión sería Argentina. El país donde inició mi popularidad a través de las redes sociales, y el país que me trae siempre su recuerdo.

Solía pensar demasiado todo el tiempo, y no exagero con la frase, literalmente mi mente estaba siempre divagando y mi consciencia estaba a medias en mi realidad, era un estado normal en mí, ya que de esa manera podía arrancar ideas de mi interior para traerlas a mis libros.Sin embargo, esa mañana, en esa carretera de 2 carriles, nunca habría imaginado encontrarìa el final.

De repente todo se tornó blanco, como lleno de luz, de esa luz que no lastima la vista pero no permite ver nada. Aunque suene contradictorio, era una luz intensa que claramente se podía ver. La luz se intercalaba con la vista del interior de mi auto dando vueltas, la intensidad de los sonidos que mis oidos captaban iban de estruendosos a inaudibles, como si me fuera alejando de ellos.

-Esto es todo-La luz y una sensación de ligereza me sacaron de pronto. Solo veía nubes, como si estuviese volando literalmente en linea vertical. Una fuerza me detuvo de pronto y sosteniendome en el aire dijo algo con una voz amable pero firme.

-Este es tu último momento sobre la Tierra. Sin embargo, tu alma tiene una única y clara inquietud. Elije.

-Elegir? Qué es lo que quieres que elija? Creí que eras Tú quién decidía a dónde iban nuestras almas.

-Tu alma quedará en el limbo, la inquietud que te inunda no te permite descansar. Es por ello que te lo repetiré, elije.

-Qué elija? Qué elija qué?

Ante mis ojos aparecieron hojas, era como un holograma a través del cual podia ver las nubes todavía. Las hojas empezaron a pasar como si se ojeara un libro, finalmente se detuvo en la última hoja, que se encontraba en blanco.

-Escribe aquí la fecha, tendrás un último día. El que decidas, elije detenidamente y procura que ese día sea suficiente.

No pude contener las lágrimas, finalmente empezaba a entender que mi vida habia terminado, era mi último día. Y ese sería el día que yo eligiera vivir nuevamente. Tomé la pluma y anoté sin pensarlo mucho.29 de Agosto del 2008

No pude ver nada, sólo luz, una luz que me tranquilizaba y parecía descenderme ahora en lìnea vertical hacia abajo, hacia la Tierra, hubo una transición de luz a oscuridad, que desapareció ante un parpadeo.

Estaba en mi habitación, una habitación compartida y sin lujos, muchísimo más pequeña y sencilla que la habitación que acostumbraba, pero no me sorprendió mucho, porque era mía, mi habitación, mi cama y mi cuerpo, a los 17 años.

Me levanté golpeando el techo, no recordaba que estaba en la parte superior de una cama litera, bajé torpemente la angosta escalera, todo era tan próximo. No me había imaginado que la casa de mis recuerdos era tan pequeña.Le pregunté a mi hermano dónde guardaba mi ropa, a lo cual me respondió con desconcierto que era imposible que no recordara, señalando un simulado closet cubierto por una sábana.




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