Al día siguiente, luego de aquella noche paseando por el reino, seguí con mi rutina común: Me levanté, me puse mi vestido y salí de la habitación. Apenas salí, pude ver a Nastia, estaba a un lado de la puerta, noté como varios sirvientes alrededor hicieron una reverencia ante mi presencia. Nastia habló.
"Buenos días, princesa, sus padres no están presentes y no regresarán en varios días, fueron a un reino vecino a hacer negocios con el Rey." Me notificó Nastia.
Asentí, entendiendo lo que decía, ordené que llevaran mi desayuno a los jardines del palacio pero Nastia me respondió.
"Princesa, su comida ya está en los jardines, justo debajo del árbol con vista al lago, tal como le gusta." -Me hizo una seña con la mano para avanzar- "Después de usted."
Avancé y me dirigí a las escaleras, bajé y bajé hasta llegar a los jardines y tal como Nastia me dijo, allí estaba mi desayuno, debajo del árbol y con vistas al lago. Me senté a comer.
"Nastia, ¿Por qué no te sientas?"
"Soy su guardia, princesa, debo estar alerta y protegerla todo el tiempo."
"Entiendo, te permito calmarte, deja de lado tu puesto y siéntate." Le ordené, aunque con una voz calmada.
Ella intentó ocultar su sonrisa y se sentó a mi lado, luego de un rato, terminé de comer, me levanté y le extendí la mano a Nastia, ella la aceptó, la ayudé a levantarse y ella me dejó una piedra en la mano. Nos pusimos a jugar en el lago, tiramos piedras en el lago y estas daban saltitos.
¿Quién pensaría qué me divertiría más con mi guardia que con mis padres?