Aroma a canela.
P.O.V. EMELY SCOTT.
Entró al hospital con los nervios a mil, camino a la recepción y le pregunto a una enfermera, ella me dio la dirección de la habitación de Félix.
Camino al ascensor, se trata de llegar y eso sólo me pone aún más nerviosa.
-- Debes relajarte -- me pide mi loba pero sólo la ignoró y ella gruñe por eso.
Subo al ascensor cuando llega y presionó con un poco más de fuerza el botón número tres, muevo mi pie impaciente.
Las puertas se abren y salgo arrasar la maleta a un lado de mi, no se como es que no se me a perdido todavía, la he descuidado tanto que él alpha que había mandado papá tenía que acordarme que la llevaba.
Camino por los pasillos hasta encontrar uno donde veo a mis padres y a Oscar, el beta de Félix. Me acerco a ellos a pasos rápidos, mamá es la primera en notarme.
-- Emely -- dice ella y papá se levanta también.
-- ¿É-el está bien? -- pregunto.
-- Está muy herido -- dice mamá mientra me toma del brazo y hace que me siente, miro a mi lado donde Oscar está sentado, tiene las manos en el rostro y puedo verle una pequeña cortada en su mejilla.
Lo miro asustada -- ¿Qué le pasó? -- pregunto sin mirar a Oscar, este suspira.
-- Félix… puede que no esté cuerdo -- dice papá -- lo ha declarado agresivo para todos aquellos que están cerca de él.
-- ¿Q-que?... pero ¿Lo puedo ver?
Quiero verlo, necesito verlo.
Papá suspira -- sería mejor que no, Emely.
-- Yo quiero verlo -- digo segura, mamá mira con preocupación a papá. Me levanto de la silla.
-- Emely, es mejor que este afuera cuando se calme más podrás verlo -- dice mamá con voz suave que normalmente hace que me tranquilice pero está vez no funciona.
Niego con la cabeza -- quiero verlo.
-- Emely, es mejor que no…
Harta de que me digan eso, los empujó a ambos para pasar entre ellos, claro papá intentó tomarme del brazo para no llegar a la puerta pero me solté de él como pude.
Llegue a la puerta, la abro y al estar yo dentro la cerré con llave, podía escuchar claramente la voz enojada de papá Llamadme por mi nombre, descargue mi cabeza en la puerta y lo pide sentir.
Un delicioso aroma a canela, que está habitación el aroma se hacía tan fuerte y único. Me di media vuelta para verlo y como dijo papá, él es mi mate.
Me acerco a pasos lentos a la camilla donde está, tiene los pies y las muñecas amargadas. Llegó a ponerme a un lado él, los ojos los tiene cerrados y muchas cortadas en los brazos y algunas en el rostro. Suspiro y llevo una de mis manos temblorosas a su cabello, lo tiene largo.
Y me echo a llorar, él está aquí, estoy tocadolo, él está vivo y está a mi lado.
Me asusto, retrocedo a sentir que se mueve los brazos, tiene los ojos abiertos y está algo desorientado, pestale por unos seguros y yo sólo me quedo ahí parada, a un metro de él.
Menea la cabeza en busca de algo hasta que por fin me ve, abre en grande los ojos y los vuelve acerca con fuerza, comienza a murmurar como si no creyeron que esto y aquí.
Me acerco lentamente con mi brazo extendido para poder tocarlo.
-- ¿Félix? -- aún mantiene los ojos cerrados y comienza a respirar irregularmente -- Estoy aquí Félix -- murmuró y acerco mi mano a su rostro.
Acaricio su mejilla despacio y él abre los ojos.
-- ¿E-emely? -- asiento con la cabeza, él se me queda viendo de una manera que podría explicar, quiero abrazarlo.
-- Sólo desatalo -- dice mi loba.
Y está vez si le hago caso, le quitó las cosas que tiene en las muñecas, quiero que me abrace.
Al estar ya liberado de sus brazos soy yo la primero en abrazarlo, escondiendo mi rostro en su cuello y aspirando ese nuevo aroma a canela que tiene.
Él me rodea la cintura con sus brazos sin hacerme daño y comienza a oler mi cabello.
-- Estás aquí -- dice aunque creo que es más para él mismo y yo sólo vuelvo a llorar.
-- Estoy a tu lado, Félix.
La puerta se abre haciendo que me sobresalte y que Félix gruña, quiero ver a mis padres que ya se que ellos fueron los que entraron pero Félix no me deja, me mantiene abrazada a él.
-- Félix tiene que soltara -- pide papá pero Félix gruñe y niega con la cabeza.
-- ¿Está bien Emely? ¿No te ha hecho daño? -- muevo mi cabeza para mirarlo un poco, mamá se acerca pero Félix vuelve a gruñir con fuerza y papá coloca detrás de él a mamá.
-- Estoy bien -- le digo -- No me hace daño.
Un doctor entra a la habitación y Félix vuelve a gruñir. Intento moverme pero él no me deja.
-- ¿Ella es Emely? -- pregunta el doctor y papá asiente.
-- Pero no la suelta y no deja de gruñir -- dice papá y Félix responde con un gruñido que me hace sonreír.
-- ¿Ella que es de él?
-- Su mate -- responde mamá.
-- ¿Ya se conocían antes que sucedió todo esto?
-- Desde hace años.
Veo que el doctor anota algo en unos papeles que traía, me comienzo a sentir incómoda en la posición que estoy, vale, yo tambor quiero soltarlo pero necesito estirarme.
-- Félix -- él me abraza con más fuerza -- Cariño -- le digo con voz suave -- ¿Puedes soltarme, por favor? Me comienza a doler la espalda -- pido.
Él se tarda unos segundos en soltarme pero lo hace lentamente y con cuidado, me enderezo pero él toma mi mano antes de que me aleja más. Cierra los ojos y vuelve a murmurar cosas.
-- Señor Hamilton, necesitamos revisarlo -- Eso hace que Félix vuelva a abrir los ojos y niega con la cabeza -- Es para su bien, necesitamos saber si las facturas ya se están curadas y las heridas que tiene se deben revisar -- Félix gruñe.
-- Félix -- le llamó con voz suave y él me mira -- ¿Dejas que el doctor te revisé? -- más lo pido, él sólo se me queda viendo -- por favor -- sonrió un poco y eso parece calmarlo y asiente con la cabeza.
Miró al doctor, este se acerca y comienza a revisarlo el brazo, Félix sólo se me queda viendo y eso hace que las mejillas se me pongan rojas. Suspiro y lo tomó mejor de la mano.