A carcajadas. Muchas. Solo recuerdo carcajadas. Me estaba riendo y no sabía muy bien porque, pero en mi cabeza algo de esa situación me provocaba una risa tremenda.
- ¿Ya? .- Alex no me habia vuelto a decir nada desde "quiero estar contigo"
- Lo siento, es que la situación es...- Me volví a reír, esta vez con más control.
- Lo sé, surrealista.
De repente Alex se agachó delante de mi y me cogió las manos. Tenerle tan cerca de nuevo y sentir su tacto me produjo un escalofrío y cortó mi risa al instante, ahora me estaba poniendo nerviosa.
- Ali lo he dicho totalmente en serio.- Sus ojos me lo confirmaron.
- Te puedo incluso creer, pero podrías explicarme que coño ha cambiado a hace tres meses, porque por si se te ha olvidado, acabas de tener un hijo con la mujer que pretendes abandonar.
- No la voy a abandonar. Nuestro matrimonio nunca ha sido fácil y muy pocas veces nos hemos entendido. Lo que ha cambiado es que despúes de estar contigo no puedo estar con nadie más. Pienso en ti a todas horas, en besarte, en abrazarte, en sentir otra vez que eres mía. Y sí, tengo un precioso bebé del que seguiré siendo padre esté o no con mi mujer.
Me estaba empezando a marear, las palabras de Alex y su cercanía me estaban desconcertando y no podía pensar con claridad. ¿Qué me estaba diciendo? Todo lo que había querido desde hacia mucho tiempo. Deseé tantas veces a ese hombre, recé noches y noches porque me dijera justo lo que acababa de salir por su boca, sin embargo en ese momento, no sabía que responder. Tenía que estar en un sueño.
- Sé que no te esperabas esto...
- ¿Que no me lo esperaba? Hace meses que estoy triste pensando que no volvería a verte más, intentando olvidarte por todos los medios posibles y fracasando en el intento. Tú mismo me pediste que me fuera de tu vida.- Sonaba a réplica, y en el fondo, lo era.
- Así que no me has olvidado...- Sonrió.
- Alex ¿en serio?
- Vale, lo siento, pero ¿y yo como crees que me siento? Alicia antes de conocerte mi vida era normal, tenía una maravillosa mujer y estabamos intentando tener un hijo. De la nada apareciste tú para hacerme ver que mi vida no era normal, era aburrida, mi mujer simplemente mi amiga con la que intentaba tener un hijo porque buscaba algo que amar. Me vuelves loco y quiero que lo sigas haciendo toda mi vida.- Con su dedo pulgar acarició levemente mis labios, sabía lo que me estaba pidiendo.
- Vale Alex para.- Si seguía hablando me abalanzaría sobre él o me pondría a llorar.- Necesito tiempo. Yo necesito procesar todo esto.- Me levanté.
- ¿Tu me sigues queriendo?
¿Eso era darme tiempo? Que pregunta más fácil.
-Sí.- Claro que sí.
- Entonces que tienes que pensar.
- ¿Que tengo que pensar? Pues te cuento, tengo que pensar en mí, al igual que hiciste tú hace meses. Tengo que pensar si esto no va a cambiar, si realmente quiero que te divorcies de tu mujer. Tengo que pensar si esto no me hará más daño y acabará destrozando lo poco que queda de mí corazón, porque te recuerdo que mi límite de intentarlo contigo se acabó hace mucho.
Me miró con una expressón de arrepentimiento. Sus preciosos ojos azulados-grises me estaban pidiendo perdón, y con ellos no podría hacerme mucho de rogar.
- Alex no estoy diciendote que no, pero tú me has hecho sufrir mucho y nunca sé por donde vas a salir.
Suspiró. Ahora su mirada estaba mas endurecida.
- Te entiendo. Tómate tu tiempo.
Caminó hacia la puerta y la abrió, era su forma de decirme que la conversación había acabado. ¿Porque tenía un sensación de despedida? Se supone que era el día más feliz para mi en mucho tiempo.
Recogí mis cosas y salí de clase sin mirarle a la cara lo más rápido posible porque en caso contrario, acabaría rendida en sus brazos y no podía permitirmelo, aún no. Ese aún me hizo sonreir. Necesitaba tener una larga charla con la almohada.
Serían las ocho de la noche cuando mi madre me despertó gritando mi nombre. Nada más llegar de clase había comido y me había acostado un rato. La emoción de mi segundo dia de clase no me dejó dormir la noche anterior, aunque no entendía como la emoción de mi conversación con Alex si que me lo había permitido esa tarde.
- ¡Alicia baja ya!.- Sonaba enfadada. A saber que habría dejado tirado por ahí.
Bajé lo más rápido que mi cansancio me permitió, cosa que seguramente dejaría a mi madre aún más furiosa, esperaba que lo que fuese que hubiese hecho no fuera tan grave.
- Hola mami.
Su cara era de auténtico enfado, ¿Que estaría pasando?
- ¿No tienes nada que contarme?
Mi cansancio se esfumó. En ese día solo me había pasado UNA cosa importante, y era imposible que ella se refiriera a eso.
- Eeeeh, no sé, que yo recuerde no.
- Ya, que tu recuerdes.
Me empezaba a poner nerviosa, mi madre era experta en poner a la gente en tensión.
- Mamá ¿Que pasa?
- No, eso te pregunto a ti. ¿Que tal tu día de clase?
Ay dios mío.
- Pues normal, nada nuevo.- No podía estar refiriendose a eso.
- ¿Normal? Menudo concepto tienes tu de normalidad.- Su enfado parecía que fuera in crescendo.
- Pues es que no sé que quieres que te diga.
- Tu clase de historia del arte qué, ¿divertida, no?
Tragué saliva. Mis manos me empezaban a sudar. Como podría ella enterarse de eso. No era posible.
- Pues normalita...
- Anda, que raro.
- Mamá por favor, mira no sé de que me estas hablando.
Mi nerviosismo había dado paso a desesperación. Necesitaba sentarme.
- Pues de que no entiendo como es que a una hija mía a la que creí haber educado bien, la han expulsado durante tres días como medida disciplinatoria por faltarle al respeto a un profesor delante de toda la clase.
Me senté de golpe. No era capaz de articular palabra.
- ¿Nada que decir?
No. No había nada que pudiese decir en ese momento.
- Pero ¿cómo te has enterado?
Editado: 16.07.2024