Mi profesor 2

9

La vergüenza siempre me ha parecido un sentimiento muy estúpido, quizás porque yo era una chica que pocas veces se encontraba en situaciones vergonzosas. En lugar de sentir vergüenza veía más inteligente aceptar la situación y salir con dignidad. Eso había cambiado desde el día que conocí a Alex. Ahora, con el recién descubierto hermano de Alex, al que había acusado de secuestrador, delante de mi sentía una profunda vergüenza. No era capaz de mirarle a los ojos.

Después del suceso, habíamos ido al piso de Dereck porque en la caída me había raspado los codos y estaban sangrando, Alex insistió en curarme aunque a mi realmente me diera igual. Ni siquiera me dolían. Alex no parecía enfadado, mas bien la situación le había producido gracia, pero a su hermano no lo conocía aún y dudo que le sentara tan bien.

Su piso era completamente distinto a la casa de Alex, se notaba la diferencia de edad y la soltería de su hermano. Era un duplex super pijo, decorado como el piso de un joven americano, con un montón de fotos suyas en las playas compitiendo (se dedicaba al surf profesional) y diversos viajes exóticos. Tenía un gusto exquisito y un elevado nivel económico. Además de cerca era realmente guapo, menuda familia, cada cual mas guapo que el anterior ¿tendrían mas hermanos?
Dereck no me había dirigido la palabra aún, pero ofrecerme su casa para curarme los codos después de lo pasado era un detalle. No entiendo como se me pasó por la cabeza que un chico tan normal fuera a ser un psicópata.

- Bueno, así ya está bien.

Dereck era el que se había encargado de hacerme las curas. Al parecer tenía experiencia como enfermero en no sé que país ayudando de voluntario. Ese chico era una caja de sorpresas.

- No consigo encontrar las palabras adecuadas para pedirte perdón, en serio.

Era lo único que me había salido decirle desde la patada.

Se rió. Menos mal, al menos no le había sentado mal.

- No te preocupes, ya le dije al cabezón de mi hermano que no era buena idea presentarme así.

Me miró con compasión. Ese tío me caía muy bien.

- También tienes razón.- contesté.

- Vaya pasáis de pegaros a estar de acuerdo.

Alex se acercó a mi lado y paso su brazo por mi cuello. Me encantaba esa situación. Era la primera persona con la cual nosotros mostrábamos nuestro cariño y eso era muy agradable. Nada de esconderse ni de fingir. Estaba apunto de darle un beso.

- Siempre te han gustado con carácter hermanito.

Ese comentario me hizo recordar algo importante. El porque de que estuviera ahí. De repente me separé de él y mire a Alex a los ojos.

- Creo que tenemos que hablar.

Por su expresión creía que se me había pasado, o que la vergüenza de la situación con su hermano iba a quitarme la rabia. Estaba muy equivocado.

- Mejor os dejo solos, tengo que ir a comprar algunas cosas.- Agradecía profundamente a Dereck dejarnos solos, delante de él no podría decirle todo lo que pensaba a Alex.- Un placer cuñadita.

Y me guiñó un ojo. Que diferencia de un hermano con otro, si llego a pegarle a Alex me costaría un mes que me perdonara.

- Siéntate y hablemos.- Alex sonaba conciliador, sabía que la había cagado.

- Espero que no llegue tu mujer y me obligue a irme, ah no, si me obligaste tú.

Estaba dispuesta a empezar fuerte. Ya había perdido mucho tiempo. Puso los ojos en blanco. Nos dirigimos al sofá y tuve cuidado de sentarme lo suficientemente lejos de él como para que no me influyera su cercanía a mi juicio. Esa no se la iba a perdonar fácilmente.

- Quiero hablar con seriedad Alicia.

- Me parece genial, pero antes de nada, cuéntame como fue el encuentro.

- No te interesa.

Me levanté. Si Alex no estaba dispuesto a abrirse de una vez conmigo yo no iba a escuchar nada.

- Si no voy a saberlo todo, no quiero saber nada y me iré ahora mismo de aquí.

- Está bien ¿Puedes sentarte por favor?

Mirar a Alex desde arriba era una experiencia nueva. Parecía realmente afectado y estaba empezando a ablandar mi corazón. Mierda.

- ¿Que quieres saber?

Vaya esa pregunta tenía demasiadas respuestas.

- Para empezar que pasó ayer después de que me expulsaras de tu casa.

A juzgar por la cara que me puso no le hacía ni pizca de gracia que dijera eso, pero también sabía que lo último que podía hacer en ese momento era quejarse.

- Discutimos como era de esperar. Me dijo cosas feas y viceversa, como una de nuestras típicas discusiones.

- Me refiero a que dijo de mi.

- Viste lo que dijo delante de ti, ¿que crees que dijo por detrás? Te puedes hacer una idea.

- La verdad es que no. Lo que si sé seguro es que no me defendiste.

- ¿Para que? ¿Crees que cambiaré su punto de vista? No me interesa lo que opina de ti y lo ultimo que quiero es echar mas leña al fuego. Yo solo quiero estar contigo.

Que cabrón. Sabía exactamente que decir para que mi enfado menguara. En parte entendía lo que decía, pero mi orgullo femenino impedía que le perdonara. Mi orgullo y el profundo odio que sentía por Julia.

- Entonces ¿cada vez que aparezca Julia voy a sentirme humillada? ¿Siempre va a estar ella por encima de mi? Porque es lo que se piensa.

- Julia piensa que esta por encima de todo el mundo. Ella es así, te lo dije cuando hablamos hace tiempo, no es una mujer de ir con tonterías.

- Hablas de ella como si la admiraras.

- No la admiro, hace mucho que no lo hago.

- ¿Y la quieres?

Se produjo un brusco silencio. Mi pregunta pilló a Alex de sorpresa. La verdad es que hacía mucho que me lo preguntaba. No era posible que una mujer que incluso le había dado un hijo y con la que había pasado tanto estuviera totalmente olvidada. Es más, creo que ni siquiera él se la había planteado.

- No a la Julia que es hoy.

¿Eso que quería decir? ¿Acaso había otra Julia que la arpía que yo conocí? ¿Y si decidía volver?

- Eso no me reconforta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.