Mi profesor 2

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Alex llevaba ya unos minutos callado. No me había dicho completamente nada después de mi inusual pedido. No podía echarme atrás, ya lo había soltado y aunque pudiera, no quería. El hecho de que Alex siguiera viviendo con su mujer no me había molestado hasta que la conocí, hasta ver a esa mujer despampanante y con carácter, que a pesar de ser una bruja, había conseguido enamorar a Alex no hace tanto. ¿Quien me confirma a mi que no lo volvería a hacer? ¿Como podía estar tranquila en mi casa mientras él dormía todas las noches bajo su mismo techo?
Fuese cual fuese su respuesta no me enfadaría. Le estaba pidiendo alejarse de su hijo, de su pequeño bebe al que sabia que amaba incluso más que a mi.

- De acuerdo.

Alex me estaba mirando a los ojos. ¿De acuerdo? ¿Aceptaba? ¿Sin rechistar?

- Alex, sé que lo que te he pedido es mucho y si no lo aceptas no pasa nada.

Si que pasaba, me jodería bastante saber que no esta dispuesto a alejarse de ella, por muy egoísta que fuera. Era lo que deseaba y no podía esconderlo.

- Alicia, te quiero, no sé si sabes cuanto pero lo suficiente como para vivir en otro lugar. Eso sí, no dejaré de verla porque eso sería alejarme de mi hijo.

Algo es algo. La verdad es que es mucho más de lo que pensé que conseguiría. Realmente no sabía cuanto me quería Alex, y por mucho que intentará demostrármelo no me entraba en la cabeza.

- ¿Estas seguro?

Necesitaba que lo estuviera. Tampoco podría vivir con él reprochándome su decisión. Me cogió la mano y la beso suavemente. El calor de sus labios era adictivo.

- No hago nada de lo que no este realmente seguro.

Le sonreí y le planté un beso en la mejilla. Estaba completamente enamorada de ese hombre.

- Gracias.

Me acarició la mejilla, sabía que ese gracias procedía de lo más profundo de mi corazón.

- Necesito tiempo para buscar un lugar que me guste, pero nada más llegue a casa se lo voy a decir.

Solo con imaginar la expresión de la zorra de su mujer al saber que ese maravilloso hombre salía de su techo me hacía tremendamente feliz. Pagaría lo que fuera por verla.

- No te preocupes, no hay prisa.

Arqueó las cejas y me miró con ironía.

- Bueno no hay muchísima prisa.

Sonrió. Alex conseguía leerme en segundos, cosa que a veces era un fastidio.

- Entonces, ¿me perdonas por lo que pasó la otra noche?

Fingí que me lo pensaba durante unos segundos, estaba más que perdonado, pero no podía dejarselo tan fácil.

- Puede que si.

Me besó nada más acabar la frase, esos besos inesperados eran mis favoritos.

- No tendrás que volver a encontrarte con ella, te lo aseguro.

Parte de mi ser lo agradecía mucho. No quería volver a sentir lo mismo que sentí con su mirada, pero no quería que Alex pensara que no podía enfrentarme a Julia o que me daba miedo.

- No resulta un problema para mi, tranquilo.

- Lo sé, pero para mi sí.

Y su mirada me decía que no quería hablar más sobre el tema.

Después de mi conversación con Alex salí de la casa de Dereck tremendamente feliz. Había conseguido alejarlo de aquella mujer, lo máximo posible y además sin necesidad de suplicarselo, se lo pedí y me lo concedió, lo que me demostraba que Alex iba tan en serio como yo en esa relación. Aún nos faltaba superar muchos baches, como la reacción de mi familia y de todo el mundo que nos conocía. Eso no sería fácil, nada fácil, pero estaba dispuesta a superar cualquier obstáculo con el fin de estar con él. Por primera vez lograba vislumbrar un futuro a su lado, cosa que no me había permitido hasta entonces por lo inestable que había sido nuestra historia en todo ese tiempo. Ahora veía luz, veía una oportunidad de estar con él durante toda mi vida.

El hermano de Alex era un tipo curioso, cuando volvió aun estuvimos hablando un rato con él y descubrí que Dereck era el único hermano de Alex. Había vivido años en Estados Unidos y hace un mes volvió a España. Me pareció curioso que Alex se abriera a él hasta el punto de contarle lo nuestro, pero lo entendía, cuando estas con alguien y eres feliz quieres compartir esa felicidad, además tener a alguien a quien pedir consejo en momentos difíciles ayuda y mucho. Yo no lo tenía, Andrés y Marc seguían igual respecto a mi relación por lo que pedirles consejo era una odisea, al principio me lo daban pero acababa siempre en la charla de "estos problemas no los tendrías con alguien normal". Me imaginaba la situación de salir por ahí con ellos y con Alex y sus amigos y era bastante graciosa, un montón de hombres de 30 y pico años con unos chavales de 19. Por ahora prefería no tener que pensar en ello, los problemas de uno en uno.

Cuando llegué a casa mi madre no estaba. Gracias a dios. Ahora que sabia que tenía novio cada vez era mas insoportable, supongo que con el tiempo se acostumbraría y me dejaría en paz. Mi padre aun no lo sabia, o disimulaba demasiado bien porque ni siquiera había mencionado el tema. Ese lado de mi padre me encantaba, me dejaba vivir mi vida en paz mientras no me metiera en líos que le afectaran o que mancharan mi nombre, yo siempre había sido una hija ejemplo así que nunca había tenido que llamarme la atención o castigarme (excepto por el numerito con Alex).

Durante el resto del fin de semana solo podía pensar en como cambiaban las cosas de un día para otro cuando se trataba de mi querido profesor. Empecé el sábado tremendamente enfadada y acababa el domingo en una nube. No sabía si eso era bueno o malo, pero era lo que tenía. Cuando me levanté ese lunes seguía en mi nube de felicidad, mi sexto sentido me avisaba de que fuera con cuidado porque en cualquier momento volvería a la tierra, pero yo hice oídos sordos. Tenía clase con Aura a primera hora pero luego sería la de Alex y eso solo alimentaba mi alegría. Las clases con Alex eran una maravilla, disimulábamos a la perfección y apenas me miraba, pero el arte me encantaba. Y si era él quien me lo enseñaba, aún más.




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