Eran las 19 de la tarde y él aún no había vuelto. Estaba con ella.
Tuvo que respirar hondo para no perder la calma y acabar gritando. Como podía estar pasandole eso a ella. Una mujer hecha y derecha que tenía a cualquier hombre a sus pies. Nunca tuvo problemas para ligar y no solo por su físico, su madurez y elegancia la hacían brillar en cualquier parte. Gracias a ello había logrado encontrar a un hombre como Alex. Guapo, inteligente y sexy. Era la envidia de todas sus amigas con sus maridos versión "shrek". Ninguna de ellas sabía realmente que esa perfección acarreaba mucho sufrimiento. Había pasado momentos que pocas mujeres habrían aceptado por amor a él y ahora eso parecía no importarle lo más mínimo. Creyó que todo se arreglaría después del viaje a casa de sus padres, un tiempo de descanso en el que Alex se daría cuenta de que no podía vivir sin ella y su pequeño, que recordaría todo lo que ella había aguantado para que su matrimonio siguiera adelante. Se encogió el corazón al recordar a su hijo, era una copia de él y se iba a quedar sin padre por culpa de una niñata que no sabía donde estaba su sitio.
El dia que llegó a su casa y vió a esa zorra al lado de su marido por poco no comete una locura. La chica no estaba mal pero no dejaba de ser una niña a su lado. Una niña miedosa que no le llegaba a la suela de los zapatos. Tenía que ser una broma. Era consciente de que su matrimonio no pasaba por el mejor momento, pero no era la primera crisis y pensó que su hijo era motivo suficiente para sellar su unión.
No podía permitirlo. Si una cosa caracterizaba a Julia era que no se rendía ante nada ni nadie. Ella siempre ganaba. Esa chica no sabía donde se metía.
El ruido de la puerta le sobresaltó. Por fin.
- Hola.-- saludó Alex frío.
No hace mucho el saludo habría sido un suave beso en los labios. No soportaba esa situación.
- ¿Donde estabas? .-- quiso saber ella.
- Buscando piso.
De pronto un agujero se hizo bajo sus pies.
- Alex no es necesario que te vayas, creo que somos mayores para poder compartir un apartamento de este tamaño.-- contestó aún con el nudo en el estomago.
- Julia para que alargar una situación que no hace daño a los dos.
- Porque somos una familia.-- se levantó y se puso enfrente de él. Olía tan bien que casi se lanza a sus brazos.-- Mírame a los ojos y dime que todo eso ya no significa nada para ti.
Le acarició la mejilla durante apenas unos segundos, lo que tardó él en apartar su mano con una mirada de indiferencia que le partió definitivamente el corazón. Lo estaba perdiendo de verdad. Se fue directa a la habitación. Julia no era una mujer a la que se despreciaba.
Se sentó en la cama y recordó todos los momentos que vivieron justo ahí. Los besos, las caricias y los innumerables orgasmos que habían compartido. Ninguno de los hombres con los que de vez en cuando se entretenía cuando su marido no la miraba como ella se merecía eran capaces de hacerla disfrutar como Alex. Ni siquiera la copia barata de él.
De repente una lucecita se encendió en su cerebro. Estaba tan cegada por la ira que no era capaz de ver que aun guardaba un as bajo la manga. Enseguida cogió su teléfono, busco entre sus contactos y sintió un alivio al ver que aún lo conservaba. Era hora de jugar sucio.
Eran las 22:20 y él aún no había llegado. Por un segundo temió que se hubiera rajado, pero él sabía el daño que ella podría hacerle y no iba a negarse a ir. Julia estaba muerta de frío, había olvidado la temperatura de ese maldito pueblo. Estaba a punto de ir a su casa a por una chaqueta cuando reconoció la silueta del hombre que se le acercaba. Tenía un caminar firme y seguro, pero ella sabía que por dentro estaba temblando de miedo. No había cambiado en absoluto desde la ultima vez que se vieron, desnudos y en la increíble cama de su apartamento de lujo. Aunque ahora estaba más moreno que la ultima vez, seguía igual de sexy y con esos increíbles ojos color miel. Realmente los dos hermanos se parecían mucho.
- Hola cuñadito. ¿Me has echado de menos?
Julia sonrió por primera vez en mucho tiempo.
Editado: 16.07.2024