Mi profesor 2

18

Era innegable que todo este tiempo le había venido muy bien a Silas. Estaba mas guapo de lo que recordaba. Quizás fuera también porque mi enfado con Alex me impedía ser objetiva y saber que si Alex soñase que a Alicia Silas le parecía mas guapo le daría un ataque. Pequeñas venganzas personales.
Sea como fuere, Silas me había convencido para ir a tomar un café. Ahora, sentados en la silla de la cafetería cercana a su casa estaba decidiendo si había sido un error. Que le den al profesor.

- Me alegra mucho verte.- me dijo Silas devolviéndola a la realidad.

- A mi también.- sonreí sin muchas ganas.

- Pues te recordaba mas alegre la verdad.

Ahora si que sonreí de verdad. Olvidaba que aunque poco, Silas me conocía. Pasamos muchas horas hablando en su despacho. Cuantas cosas habían pasado desde entonces.

- Las cosas han cambiado mucho Silas.- Y tanto.

- Bueno pues yo tengo tiempo de sobra para escucharte.

Sopesé mis opciones. Silas había sido un buen amigo tiempo atrás. Ademas tenía el punto de madurez que quizás a ella le faltaba en ese momento, además no estaría echándole la culpa o juzgándola como Andres y Marc. Él ya sabia algo de esa historia. Recordé cuando nos pillo besándose en Valencia. Que buen recuerdo tenía de ese beso. Mi corazón se estremeció. Lo echaba mucho de menos.

- De acuerdo, pero te aviso que no tiene un final feliz.

Y se lo conté. Todo. Me desahogue por primera vez con alguien desde que había empezado con Alex. Oír nuestra historia en alto me hizo ver algo que no había visto hasta entonces. Era ridículo. Todo era ridículo. Cualquier persona con dos dedos de frente vería que eso era imposible. Era una historia que en mi cabeza sonaba genial pero que en realidad tenía el final escrito desde el principio. Me dolió recordar por todo lo que habíamos pasado. Jamas podríamos estar juntos. Y mucho menos ahora sabiendo lo de Maria.

Silas se quedó unos minutos asimilando la reciente información. Noté que su expresión cambió cuando le conté los intentos de Julia por recuperarlo. Al parecer seguía acordándose de esa zorra-bruja tan guapa.

- No se que decirte Alicia, es todo demasiado inesperado.

- Lo sé ¿Tu sabías lo de Maria? Quiero decir, ¿sabes algo que yo no sepa?

DIME QUE SÍ POR DIOS TE LO PIDO.

- No lo siento, no había oído nunca hablar de eso, date cuenta que yo no llevaba mucho tiempo trabajando allí. Julia tampoco me contó nada. Siento no poder decirte más.

MIERDA. Nadie sabia nada en ese maldito pueblo. Que mas daba ya. Silas me miraba fijamente.

- Sé lo que piensas, que soy tonta. Caí en su juego y soy tonta.

Me miró con ternura. Era agradable estar con alguien que no fuera una piedra de hielo.

- No eres tonta para nada. Te has enamorado, que es mucho peor. Te entiendo más de lo que crees.- dijo con total sinceridad.

- Te juro que creí en su amor, pensé que podía salir bien.

Unas ganas de llorar crecieron en mi interior.

- Alicia ni siquiera os habéis enfrentado a los problemas de verdad y ya esta saliendo mal ¿que mas necesitas?

- ¿Problemas de verdad?.- ¿Mas problemas? Tenía que ser una broma.

- Sí. Perdóname pero sabes que soy sincero. Si ahora no conseguís estar juntos, imagínate cuando se lo cuentes a tu familia o todo el mundo lo sepa. Cuando viváis juntos y de repente tengas que hacer el papel de madre con tu edad. Cuando salgáis con otras parejas y todas las mujeres tengan mínimo 40 años o los novios de tus amigas máximo 20. Hace falta mucho más que amor para que una relación salga bien, y la vuestra ya lo tiene todo en contra desde el principio. Eres lista, muy lista, sé que en el fondo sabes todo esto. El amor te ha cegado.

El choque de realidad fue brutal. No había ni siquiera llegado a pensar en todo eso. Desde que empezamos a estar juntos solo habían aparecido problemas, había pensado en el futuro de forma vaga y optimista, creía que nuestro amor era a prueba de balas. Si superábamos todo eso superaríamos cualquier cosa. Pero no, no era así. Silas tenía razón. Claro que tenía razón.

Las lagrimas descendieron por mis mejillas.

- Oye no te pongas así, por favor.- Silas se acercó más a mi y me agarró las manos- Ali lo siento mucho, no era mi intención.

Me sequé las lagrimas ya descontroladas. Abracé a Silas desesperadamente. Necesitaba apoyo, necesitaba alguien que me dijera que todo eso iba a pasar. El olor de Silas me reconfortó un poco. Aunque no lo suficiente. Lo necesitaba a él. Se apartó.

- Tranquilo, estoy mejor.- Era mentira.- Todo esto es demasiado para mi.

- Me lo puedo imaginar. Ven anda, vamos a dar una vuelta, este café es malisimo.

Estuvimos caminando alrededor de una hora, hablando de como le había ido este tiempo a Silas. Ahora estaba en otro instituto al sur del país. Para mi sorpresa, por unos momentos me distraje de verdad. Pasear y sentir el aire fresco me sentó muy bien. La compañía de Silas era placentera. Era alguien alegre y divertido, no tenía que pensar en agradarle ni en como me comportaba. Era yo misma. Cosa que casi nunca conseguía con Alex. No volvimos a hablar del tema, Silas sabia que ya había dicho todo lo que tenía que decir.

- Bueno guapa, tengo que dejarte, me quedan algunas cosas que hacer. ¿Te dejo en tu casa?

- No hace falta, puedo ir dando un paseo, lo prefiero. No esta muy lejos.

- Como tu quieras. Yo me quedo unos días más por aquí, tengo cosas que hacer. Toma.- me dio un papel en blanco.- este es mi numeró. Llámame a cualquier hora y en cualquier momento. Siempre estaré disponible cuando lo necesites.

Miré el papel y sentí alivio. Saber que tenía alguien a quien acudir era reconfortante.

- Gracias Silas, de verdad.

Sin aviso previo, Silas me cogió la cara y acarició mi mejilla. Me sorprendí por un instante pero no me aparté, su suave tacto me hizo sentir bien.

- Eres una persona muy especial, espero que lo sepas.




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