Era una mala idea, pensé allí, de pie, en la puerta del instituto, mas pronto que de costumbre esperando a Andres y Marc. Ya había pasado todo el fin de semana, y contando mi día "estando mala" llevaba ya tres sin ir a clase. Esa mañana incluso se me paso por la cabeza no ir, pero la realidad es que no iba a poder librarme todo el resto del curso, al final iba a acabar yendo y esconderme no iba a ser la solución. Pero era mala idea.
El fin de semana había pasado demasiado rápido. Alex era en lo que mas había pensado, que hacer o que decir en el momento en el que el se me acercara. Porque iba a intentar hablar con conmigo. Bien llamándome por el megáfono, o si se atrevía, buscándome directamente después de clase. Estaba preparada (o eso creía). Mi respuesta sería contundente, no necesitaba sus explicaciones ni sus mentiras. La primera clase era con Julia, cosa que no podía desagradarme más. Aun con todo, prefería verla a ella que a él.
Ya en clase, me arrepentí de ese deseo. Julia estaba radiante de felicidad, como si le acabaran de pedir matrimonio o algo así. Me miró mas que a nadie y siempre con una sonrisa jocosa. Claro, ella estaba en casa cuando fui a soltarle toda la rabia a Alex. No podía permitirme fallos así en la guerra con Julia. Era una clara victoria para ella. Realmente daba igual, yo ya me había retirado de esa pelea. Él era todo para ella. Tragué saliva, aún dolía mucho. Como si de una señal se tratara, Silas me vino a la cabeza. El momento de la despedida había sido muy raro. Quizás debería de haberle dejado las cosas claras o haberle llamado la atención. No lo hice, y para ser sincera, no quería hacerlo. Sin querer empecé a pensar en que hubiera pasado si el beso hubiera sido en la boca, un beso con lengua. Sentí un calor inexplicable. Su saber era un misterio para mi, quizás me gustara mas que el de Alx. Mierda, Alex otra vez. Recordar su sabor me partió el corazón. Nada sería igual a él. Nadie era igual a él.
El resto de clases pasó volando. Quizás porque mis ganas de verle, a pesar de todo, crecían a cada momento.
- ¿Llega tarde o es cosa mía? - me preguntó Marc.
Si, llegaba tarde. Pero iría, yo estaba segura de que iría. No iba a perder la oportunidad de intentar acercarse a mi. Andrés y Marc sabían que estábamos en un mal momento, pero preferí guardarme el motivo, no les incumbía y sí, en ese momento odiaba a Alex pero no era quien para sacar sus trapos sucios. En Silas podía confiar. Pensé en Silas de nuevo y en ese beso a medias. Mi imaginación empezaba a recrearlo cuando Alex entró por la puerta. Mis pensamientos se centraron en él. Estaba sorprendentemente guapo. Con una camisa verde que nunca le había visto, unos pantalones negros y el pelo algo despeinado. Serio y sexy al mismo tiempo. ¿Que mujer en su sano juicio no se enamoraría de él?
Esperé el momento en el que nuestras miradas se cruzaran para poner la cara que había estado ensañando todo ese fin de semana, pero no llegó. No me miró en ningún momento durante los cuarenta minutos que duraba la clase. Él sabía que yo estaba ahí, claro que lo sabia. Por el rabillo del ojo podría distinguir si mi sitio estaba vació o no. Pero no me miró.
Era increíble, la había cagado de forma espectacular y era él quien no me miraba. ¿Como se podía tener la cara tan dura? Estaba enfadado. Estaba enfadado conmigo cuando era yo quien debería estarlo, era yo quien debería ignorarlo y es él quien debería ir detrás de mi. Me sentí mas tonta que nunca. Tenía unas ganas enormes de levantarme e irme, pero no iba a llamar la atención de esa forma, sería una actitud de niña pequeña que no podía permitirme. Los minutos parecieron horas. En cuanto sonó la música indicando el fin de clase, recogí mis cosas y me marche la primera de la clase. Sin mirar atrás. Me fui al baño y me senté en la taza. Mi cabeza iba a mil.
¿Que podía hacer? ¿De verdad que el no iba a intentar hablar conmigo? ¿Era el final?
No. No iba a acabar así, acabaría conmigo diciéndole lo cabrón que era y era yo quien le iba a mandar a la mierda, quien no le miraría a la cara. Él no tenía derecho a hacerlo. La rabia ya me cegaba, estaba temblando. Salí del lavabo con rapidez y me dirigí al despacho que tantísimas veces había pisado. Se acabó portarse como una niña, quería una mujer, la iba a tener.
Abrí la puerta sin preguntar y sin pensar en que podía haber alguien. Gracias a dios no lo había, solo él. De pie mirando la ventana. Se sorprendió mucho al verme y por un segundo vi alegría en su mirada. Eso hizo que me enfadara aun más.
- Aquí me tienes, como tu querías ¿no? Como siempre Alicia detrás de Alex.
Su mirada no era muy amigable, la mía seguro que mucho menos.
- Siéntate y relájate. No te he pedido que vengas detrás.
- No te equivoques Alex, no vengo a hablar ni a solucionar nada. Vengo a mandarte a la mierda.- le grité mas fuerte de lo que pretendía.
- Pues entonces puedes darte media vuelta y marcharte.
¿¡PERDONA?!
- Pero a ti que te pasa. Te da absolutamente igual todo esto ¿verdad?
- No, claro que no me da igual. Me importa mucho mas de lo que puedes llegar a imaginar. Eres tu a la que parece que le da igual. Vienen a ti con cuentos chinos y tu tardas medio segundo en creerla, en pensar que soy un pederasta o a saber que en lugar de preguntarme a mi si es verdad o no. Ninguna pareja funciona sin confianza.
Como no, el guapo de Alex siempre tiene algo de lo que quejarse.
- ¿Sabes porque me lo he creído? Porque al menos ha tenido la decencia de contarme algo, tu me lo escondiste, eres un cobarde.
Supe en el instante que le había hecho daño. Parecía derrotado, cansado y enfadado. Me sentí un poco mal. En parte tenia razón, no le había dejado explicarse.
- Alicia lo siento mucho. Sé que tenia que habértelo contado todo. Mucho antes. Pero tenia miedo, miedo de que creyeras que eso que pasó tiene algo que ver contigo, con nosotros.
Editado: 16.07.2024