Mi profesor 2

23 (Julia)

Julia era una mujer inteligente. Conocía muy bien a las personas y sabía cuales eran sus puntos debiles, por eso sus planes siempre salían bien. Hacia ya una hora que Silas le había enviado un mensaje diciendo que necesitaba hablar con ella urgentemente. Seguramente sería algo sobre la zorra de Alicia, ya que la noche anterior le había llamado para avisarle de que la inocente y dulce niña estaba yendo dirección a su casa a las tantas de la noche. Su felicidad era inexplicable al darse cuenta de que todo había salido como lo había planeado. Por delante tendría una noche de sexo de agradecimiento en el que, porque negarlo, incluso disfrutaría aunque fuera con el patoso de Silas.
Alex hacia ya unos días que no vivía con ella, apenas venía de vez en cuando para estar con el bebe y ni siquiera le dirigía la palabra. Aun así, podía notar en su expresión que no había vuelto con la niñata, ya que en ese caso estaría mucho mas feliz y no con cara de odiarla profundamente. Ya se le pasaría.

El timbré sonó y Julia salió disparada hacia la puerta. Cuando la abrió su corazón se disparó.

- Alex ¿que haces aquí?- le preguntó intentando controlarse.

- Aún es mi casa ¿no?- contestó frío, como siempre - ¿Me vas a dejar pasar para ver a mi hijo?

Julia seguía sin poder reaccionar. "Silas debe de estar a punto de llegar" pensó. Se apartó a un lado para dejarlo pasar y cerró la puerta tras él. Con suerte se iría rápido y el imbécil de Silas llegaría tarde. Necesitaba alcanzar su teléfono y enviarle un mensaje avisándole de que no fuera aún. Alex se dio cuenta de que Julia lo seguía con mirada nerviosa.

- Oye Julia ¿te pasa algo?

Alex era un hombre muy intuitivo, y después de tantos años casado con esa mujer y tantos cuernos, él sabía cuando Julia estaba tensa porque la habían pillado en algo. Normalmente él disimulaba y le daba alguna excusa para o bien poder quitar al hombre que estaría en su cama o bien recoger cualquier indicio que la pudiera delatar.
Cualquier otro hombre se habría vuelto loco al saber que su mujer le ponía los cuernos de manera reiterada, pero el sabía que hacia años que no trataba a Julia como su esposa y entendía, hasta cierto punto, que ella buscara fuera lo que el no le podia dar. Pensándolo en frío, no comprendía porque ninguno de los dos no puso fin antes a ese fracasado matrimonio. Con todo, no se explicaba porque ella estaba tan nerviosa al verlo allí, ya no estaban juntos, que Julia estuviera con otro era de todo menos un problema.

- No me pasa nada.- dijo con su tono habitual de ofendida.

- ¿Entonces porque estas tan nerviosa?

Julia estaba a punto de responderle con una historia que había inventando en cuestión de segundos, pero el timbre se adelantó a ella. El temblor de sus piernas era ya difícil de ocultar. Por primera vez deseó profundamente que quien tocara la puerta fuera la estúpida de Alicia.
Alex la miraba como si esperase otra reacción.

- ¿No vas a abrir?- se quedó mirando a Julia intentando entender la situación.

- Si, claro.

Julia se dirigió a la puerta. Necesitaba calmarse y controlar la situación, si lo hacía bien, Alex no tenía porque ver quien había tocado. Abrió la puerta preparada para echar a Silas a patadas pero para cuando empezó a hablarle este ya había entrado gritando de alegría.

- ¡Mi amor tenemos mucho que celebrar!

Julia salio corriendo detrás de el pero ya era demasiado tarde. Alex los miraba con los ojos iluminados de rabia.

- ¿Que hace aquí? .- dijo con un tono de voz mas brusco de lo esperado.

Silas miró a Julia con cierta sorpresa y una punzada de felicidad, para luego dirigirse a Alex.

- No me digas que tu también vienes a celebrarlo con nosotros.

Sonaba como si hubiese acabado de ganar el premio gordo de la lotería. Julia sopesó sus opciones y tragó saliva, no tenía por donde huir. Alex cerró los puños y respiró hondo.

- Tienes treinta segundos para desaparecer de mi vista.- ordenó mas tranquilo de lo esperado.

Silas soltó una risita baja que sonaba peligrosa. Estaba disfrutando como un niño de esa situación.

- Venga Alex, no me trates así. Últimamente hemos compartido mucho juntos ¿no crees?.- miró a su alrededor con sorna, como si esperase un aplauso o una ovación.

Alex se acercó a Silas y le cogió de la camisa por el cuello, lo empujó contra la pared levatandolo unos centímetros del suelo.

- Te juro que como no salgas de aquí ahora mismo te vas a arrepentir.- soltó la ultima palabra con tanto asco que casi la había escupido- Vuelve al montón de basura del que has venido.

Silas intentaba aparentar tranquilidad, pero su cara estaba roja y respiraba algo acelerado. Sonrió con suficiencia.

- Venga no te pongas celoso. ¿Quieres que te diga a que sabe? Y no me refiero precisamente a su boca.- le susurró al oído.

Alex le soltó de repente como si fuera a darse la vuelta e irse, pero en su lugar le propinó un puñetazo que dejo a Silas caído en el suelo gritando de dolor. Alex lo levantó del suelo y lo empujo hacia la puerta. Perdió el equilibrio y cayo nuevamente, manchando el suelo de la sangre de su nariz. Julia reacciono y se puso en medio de los dos. Alex parecía decidido a matarlo

- ¡Te has vuelto loco!- gritó desesperada. Alex tenía los ojos inyectados en sangre.

- ¡NO VUELVAS A ACERCARTE A ELLA!- gritó Alex enloquecido.

- Eres un hijo de puta.- vociferó Silas aún en el suelo intentando controlar la hemorragia de su nariz rota.- No es mi culpa que tu puta niñata sea una zorra.

Alex apartó a Julia con un brazo y agarró de nuevo a Silas obligandolo a estar de pie mientras este daba manotazos para intentar liberarse. Le propino un puñetazo dejándolo a cuatro patas en el suelo para luego darle una patada en el estomago.

-¡ALEX BASTA! ¡TE JURO QUE NO VUELVES A VER A NUESTRO HIJO! - gritó Julia.

Alex estaba con la respiración acelerada. La miró con desprecio y luego a Silas en el suelo, retorciéndose de dolor y escupiendo sangre.




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