Mi profesor 2

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Mi padre era un hombre de pocas palabras. Mi madre siempre se quejaba de él por eso.
A mi eso nunca me había molestado. Nunca tuvimos que hablar de chicos y nunca tuvo que darme la super charla sobre sexo que muchas veces traumatizaba mas a los hijos que a los padres. Nunca me daba la tabarra riñendome durante horas como mi madre ni llamándome la atención por decimonovena vez sobre el mismo tema. El me dejaba hacer lo que quisiese, o eso entendía yo, mientras no me pasase de la raya. No, que fuera un hombre de pocas palabras nunca me había molestado.

Hasta ese día.

Después de que nos viera (y probablemente nos oyera) a Alex y a mi en el tanatorio, yo me esperé la bronca mas grande de toda mi vida, ademas de un cruce de insultos con Alex y un "tirón de orejas" para sacarme de allí enseguida. Pero no. Nada de eso pasó. En cambio, mi padre me dijo que teníamos que irnos y espero en la puerta a que yo me acercara a él sin mostrar el mas mínimo sentimiento. Alex intento decir algo pero lo calle al instante y le pedí que se marchara. Gracias a Dios no puso mucha resistencia, seguramente porque sabia de sobra que nada de lo que dijese iba a mejorar esa situación.
El camino de vuelta a casa fue mas de lo mismo, mi madre llorando en el asiento de delante y mi padre conduciendo, callado. Yo estaba atrás temblando de miedo y paralizada como un conejo al que acaban de encenderle las luces del coche. Pensé que quizás no me diría nada ahí por mi madre. Era mejor que ella no se enterase, estaba demasiado mal para enfrentarse a un problema de esa magnitud por lo que dejarla al margen me pareció la mejor idea. Ni siquiera podía imaginar que hubiese pasado si en lugar de mi padre, hubiese sido ella quien presenciase esa escena.

Mas tarde, al llegar a casa, mi madre se fue directa a la habitación. Yo me quedé sentada en el salón esperando la charla pero mi padre aparcó el coche en el garaje, subió y entró en la misma habitación sin ni siquiera mirarme. ¿Como es posible que no fuese capaz de decirme nada? ¿Que padre descubría eso y no decía nada? Me quedé allí sentada toda la noche preguntándome eso una y otra vez, pero no encontré ninguna respuesta.

Los días fueron pasando y todo siguió igual. Bueno, igual en cuanto a que él no me decía ni hola. Mis padres se levantaban y pasaban el día entero en el salón. Mi madre llorando y mi padre viendo la televisión. Parecía como si estuvieran en un trance. Todos los días haciendo lo mismo. Me encargaba de hacer la comida y la cena para los tres, ponía la mesa y esperaba a que se sentaran pero eso nunca pasaba. Dejaba de nuevo la comida guardada en la nevera y a veces al día siguiente me daba cuenta de que, sin saber a que hora ni cual de los dos, había comido algo. Intenté hablar con mi madre varias veces pero solo recibía un "estoy bien, déjame por favor". Hacía mas de una semana que no oía la voz de mi padre y sabiendo lo que sabia, con él ni lo intentaba.

En cuanto a mi hermana, aún seguía acordándome de ella cuando estaba a solas. A veces lloraba descontroladamente pero poco a poco lo asumía mas y a mi manera. Era todo lo que era, que a saber que era porque no llegué a conocerla, pero ante todo era mi hermana. Sí, un poco confuso, pero yo lo entendía bien.
Lo mas duro llegaba en esos momentos en que me daba cuenta de que ella jamas podría volver, ni jamas podríamos pedirnos perdón o intentar ser hermanas de verdad. Me arrepentí de todas las veces que yo me fui mientras ella estaba en casa o de todas las veces que rechacé la propuesta de mis padres de ir a visitarla. Era el tipo de errores que me perseguirían toda mi vida.

En cuanto a Alex, no volví a saber de él. Andrés y Marc decían que intentaban sonsacar algo de información pero que era imposible, ya que las clases se habían acabado y la información solo la obtenían de diversos grupos de Whatsapp. Yo les insistí en que lo dejaran estar y que en ese momento no estaba para pensar en eso. A cambio, ellos me suplicaron que fuese a la graduación hasta tal punto que no me quedó mas remedio que ir. Le pedí permiso a mi madre (ya que mi padre difícilmente me lo hubiese dado) y ella me contestó con un seco "haz lo que quieras". Estaba claro que no pensaban ir y que pedírselo hubiese sido incluso un insulto para ellos y una perdida de tiempo para mi.

Vale, sabía que el dolor que sentían era tremendo, pero ver que les importaba una mierda tampoco era nada fácil. Salia a comprar al super y ni siquiera me preguntaban a donde iba, es mas, a veces ni siquiera se daban cuenta de que había salido. Muchos hijos desearían que sus padres no les hiciesen el mínimo de caso y tener así la libertad de hacer lo que quisiesen, pero yo no. Yo echaba de menos que mi madre me mirara con expectación porque había recibido unas flores de un "noviete". O que mi padre me mirara de forma cómplice cuando los dos sabíamos que mi madre no tenía razón pero no nos atrevíamos a decírselo. Echaba de menos a mis padres, tampoco era tan raro. Lo único bueno de todo eso es que pase de llorar por mi hermana muerta a llorar por mis padres casi muertos.
En resumen, todo a mi alrededor iba mal. No tenía padres, ni a Alex ni a la hermana que nunca quise. Estaba sola. Estaba realmente sola.

La noche anterior a mi graduación, y después de pasar un día buscando las palabras para decirles que me hacía ilusión verlos en mi gran día sin mucho éxito, pare de llorar y llegué a una firme conclusión. Mis padres no iban a preocuparse por mi y ni sabía que estaba haciendo Alex con su vida por lo que solo me tenía a mi misma. Me sequé las lagrimas y decidí que al menos ese día, en mi graduación y después de todo lo que había pasado en ese instituto y fuera de el, iba a pasármelo bien. Iba a disfrutar y a despedirme a lo grande. Porque al final estar sola no tenía porque ser tan triste ¿no?




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