Mi Profesor

Capítulo nueve| ¿Quien es Isaac Jennsen?

— Emm gracias.

Intento concentrarme en la clase que ya a comenzado pero me es difícil ya que siento que estoy siendo observada.

Miro por el rabillo del ojo y encuentro sus azules ojos cruzarse con los míos.

_ Intenta fingir por lo menos.— dice Consci.

_ Es difícil Consci estoy siendo observada y es incómodo.

— Jennsen ¿podría repetirme lo que eh dicho?— dijo la profesora Mimi haciendo girar al nuevo, miró al frente y contesto.

— Eh escuchado cada una de sus palabras profesora, estuvo hablando sobre cómo la poesía es una parte fundamental de la literatura.

— Exelente.

Todas las benditas clases se dedicó a mirarme me sentía tan incomoda no tenía la misma mirada comoda que...Mi profesor pero aún así recordarlo no quitaba la incomodidad que sentía.

La clase finaliza y yo volteo para enfrentarlo— ¡¿Oye puedes dejar de verme?!.— pregunto gritando mientras todos toman sus cosas para retirarse, a tal escena todos voltean a verme.

— Yo no tengo la culpa de tener una semejante obra de arte al frente mío.

— Dejame en paz— tomo mis cosas de mala gana y salgo de mi salón. 

Salgo de la preparatoria y encuentro a Mássimo esperandome en el capo de su coche.

— ¿Que sucedió?… ¿Te hizo algo el idiota de Simón?— subo a su auto y cierro la puerta de este, el hace lo mismo imitando mi acción.

— No el no fue.

— ¿Quien hizo que te enfadaras?.

— Vamonos ¿Si?.— pido casi suplicando.

— Ana — levanta mi mentón.— dime quién fue.

Suspiro rendida— Fue Isaac Jennsen, es nuevo.

— Ya vuelvo — baja de su auto y se dirije a la preparatoria. Comienzo a seguirlo, ¡Pero que e hecho!

— ¡¿Quien de ustedes es Isaac Jennsen?!.— veo a Isaac charlar con los chicos del equipo de fútbol.

— ¿Quien pregunta?— me escondo en la ancha espalda de Max. Isaac inclina su cabeza logrando verme — Hola hermosa.

BAD DESICION.

Isaac recibe un gancho en su mandíbula haciendo que pierda el equilibrio y cayera al suelo.

— Vamos Mássimo, creo que lo has dejado inconsciente.

— Que quedé de advertencia el que se vuelva a meter con mi novia se las vera conmigo.

— Ya vámonos celoso.

Subimos a su divino auto toma mi mano y la besa.

— Te quiero Ana.

Me inclino apoyando mi cabeza en su hombro.

_ Dile que tú también lo quieres — reprocha consci.

— Con que soy tu novia eh.

— ¿No quieres serlo?.

— No.— hace un puchero— eres malo — me acerco a su cara— claro que sí.

Toma mi rostro y besa mis labios sigo su ritmo hasta que nos falta el aire y nos separamos.

— ¿Ya hablaste con Simón?— dijo comenzando a conducir.

Suspire— Si, hoy estuve charlando con Melody y el fue hablar conmigo sobre la noche de la fiesta, dijo que tú mentias y que no te debía creer a ti sino a él, que el me respeta mucho y que yo más que nadie lo sé, sabes siempre fue bueno conmigo no entiendo porque está actuando así.

— ¿Así como?.

— Furioso.

Suspira— Le gustas y le enfada que tú me creas a mi,— dirije por unos segundos su vista hacia mi— ¿Por que si me creés verdad?— asiento con la cabeza.— ¿que pasó con el pelinegro?— pregunta recordandome a Isaac.

— En realidad no paso nada.

— ¿Cómo dices?.

— No paso nada, me llamo hermosa y me miro toda la clase eso fue lo único que sucedió yo me moleste por lo incómoda que me hizo sentir.

— Da igual— dijo como si no fuera nada grave haber dejado inconsciente al nuevo— no quiero que nadie te vea tu eres mía y no te comparto.

— No soy de nadie.— para el auto y me asusto.

— Si, eres mía— lo fulminó con la mirada.

— No soy de nadie, no soy un objeto para ser de alguien, cuando lo sea seré de alguien, pero ahora no lo soy.

— Eres mía te guste o no — ruedo los ojos y enciende el auto nuevamente y nos dirigimos a casa.

Llegamos a casa y comienzo a ayudarlo con las compras que hizo en el súper mercado antes de ir a recogerme.

— Por cierto tu padre hoy llamo— dijo sacando las bolsas de la cajuela.

— ¿Tony Stark llamo? — afirmó con la cabeza— ¿Que dijo?.

— Que mañana volverá.

—¿Por que?

— Seguramente porque termino los asuntos antes de lo debido.

— Espero que pueda venir— pero vuelvo a la realidad cuando me doy cuenta de lo que pasará cuando llegue.— ¡Hay no!.— grito al comprender todo, de tan solo pensar lo que dira mi padre cuando se entere de mi relación con mi profesor me aterra.

Y como si mi Superman me leyera la mente contesta — Ana tranquila no pasara nada.

— Lo se, pero me aterra que nos descubra.

— No, nos descubrirá — suspiro aliviada al escuchar esas palabras— se lo diremos.

— ¡¿Que?!

 

 

 




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