Mi profesor ¡es mi roomie!

CAPÍTULO 2

La propuesta inesperada

Dante

El correo llegó un martes por la tarde, justo cuando estaba convencido de que mi vida por fin había encontrado un ritmo estable.

El asunto decía: “Oferta de reemplazo — Instituto de Artes y Diseño”.

Lo abrí sin pensarlo demasiado.

El profesor Montalvo, mi antiguo maestro, se tomaba un año sabático y recomendaba mi nombre como su sustituto temporal.

El mensaje terminaba con una línea que, aunque simple, me descolocó: “Confío en que sabrás inspirar a los estudiantes como lo hiciste en tu tiempo aquí.”

Inspirar.

No recordaba la última vez que algo me había inspirado de verdad.

Llevaba tres años fuera del país, trabajando, aprendiendo, enseñando… viviendo en tránsito. Volver no estaba en mis planes, pero la propuesta era buena, el tiempo limitado y, en el fondo, algo dentro de mí quería regresar a donde todo había empezado.

Suspiré y marqué un número que hacía tiempo no usaba.

—¿Dante? —la voz de Alexandro sonó al otro lado, con la misma energía de siempre—. ¡No puedo creerlo! ¿Estás de vuelta?

—Aún no —respondí, sonriendo—. Pero acabo de recibir una propuesta del Instituto. El profesor Montalvo me recomendó como su reemplazo.

—¡Vaya! Eso es una gran noticia, amigo. ¿Vas a aceptar?

—Creo que sí. Pero necesitaré un lugar donde quedarme. ¿Conoces algo cerca del Instituto?

Hubo un breve silencio, el tipo de silencio que precede a las ideas arriesgadas.

—Bueno… ahora que lo mencionas, mi apartamento tiene una habitación libre. Estoy fuera del país por trabajo, pero mi hermana se quedó allí.

Me apoyé contra la mesa, pensativo.

—¿Tu hermana? No quiero incomodar.

—No te preocupes, es tranquila. Además, me ayudarías con la renta —rió—. Y así me quedo más tranquilo sabiendo que alguien responsable está por ahí.

Tranquila. Responsable.

Parecía una buena combinación.

—Está bien, si a ella no le molesta, me parece perfecto —respondí.

—Entonces hecho. Te envío la dirección y los detalles. Llega cuando quieras, Ale estará allí.

Ale.

No recordaba haber conocido a su hermana. Apenas la mencionaba.

Seguramente era una adolescente callada o una estudiante distraída. Nada fuera de lo común.

—Gracias, Alexandro. Te debo una.

—No me lo agradezcas todavía —dijo, riendo—. Ya verás que Ale tiene carácter.

Carácter.

Colgué y me quedé un momento mirando el correo abierto.

Medio año, tal vez un año completo.

Solo eso. Enseñar, ahorrar, mantenerme al margen.

Pasaron un par de días desde la llamada con Alexandro. Lo suficiente para que la emoción inicial se transformara en una mezcla de curiosidad y cierta inquietud.

Volver al Instituto… todavía me parecía extraño pensarlo.

Empaqué despacio, sin prisa, como si al hacerlo pudiera ordenar también mis pensamientos. Metí mis pinceles en una caja pequeña, junto con un par de cuadernos de bocetos que nunca me atreví a mostrarle a nadie. Algunos estaban llenos de rostros anónimos, trazos a medio hacer, figuras que habían surgido de la soledad de las noches en las que el arte era mi única conversación posible.

Mientras doblaba la ropa, vi mi reflejo en el espejo del armario.

Tenía la misma expresión serena de siempre, aunque detrás de los ojos se escondía algo más cansado, más viejo.

Viajar, enseñar, adaptarse… todo eso te cambia, incluso si no lo notas al principio.

Me senté un momento en la cama, observando la maleta abierta.

No era solo regresar a una ciudad; era volver a un tiempo. A pasillos, a recuerdos, a una versión de mí que creía superada.

Suspiré y busqué el correo del Instituto en mi teléfono. Confirmé la fecha, el horario, los documentos.

Todo estaba en orden.

Solo faltaba el viaje.

Aún no conocía a la hermana de Alexandro, pero imaginé que no sería problema convivir unos meses. Si algo había aprendido en los últimos años, era a mantener las distancias. No involucrarme. No complicar las cosas.

Solo enseñar.

Solo pintar.

Solo pasar el tiempo que hiciera falta.

Cerré la maleta con un clic seco y miré alrededor del pequeño apartamento que había sido mi hogar temporal.

Otra pared blanca, otro punto de partida.




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