Las semanas siguientes se basaron básicamente en hacerme al curso. Es decir, acostumbrarme a todo aquello que para mí era nuevo. Creo que eso nos pasa a todos siempre que empiezas algo medio desconocido. Esas ganas de descubrirlo todo y descubrirlo ya. Yo esa sensación la resumo en "ser precavida".
Me acostumbré bien a cada clase y a cada profesor. Indagué e intenté conocer sus manías y sus reglas para no meter la pata. Andrés me decía que era una pérdida de tiempo. Pero a la larga, a mi me gustaba. Era como una especie de proceso de investigación. Me fijaba en cada clase y en cada uno y hacía una lista de mis indagaciones. Pude entender mucho de la mayoría de profesores; por ejemplo, a Adele le daba igual si hablabas mucho o no en su clase mientras lo hicieras todo rápido y sin preguntarle mucho, le gustaba que fuéramos más independientes y que estuviéramos un paso por delante de las demás clases para que, por si el año que viene ella no estaba, no tuviéramos problema con su sustituto. En cambio a la de inglés no le gustaba oír ni un pio, y si te veía hablando podías estar seguro de que ibas a ser al que preguntaría durante toda la clase. Yo no era muy buena en inglés, así que prefería mantenerme callada. El de castellano, gracias a Dios, tenía una vista pésima y, en cuanto me di cuenta de ello no dudé ni un segundo en cambiarme al sitio de la ventana para poder tener la mayor libertad posible, total, lo único que hacía él era leer del libro y eso lo podía hacer en mi casa. De Silas ya lo conocía todo, como que le gustaba que le hicieran la pelota, que siempre era bueno que le dijeras que te estabas leyendo algún libro de algún filósofo y que se creía que por ponernos una película que se había descargado en casa, estaba haciendo algo ilegal. En cuanto a Alex, bueno, él era una caja de contradicciones. Había días que estaba de buen humor y esos días podías hablar de todo con él. Luego al día siguiente estaba borde y si me hablas te puedo suspender. Así que empecé a reconocer sus diferentes expresiones para que nada más entrara en clase, supiera si ese día estaba feliz o de mal humor.
Aun con todo, era muy divertido en sus clases. Ambos empezamos a entablar una amistad, ya que a los dos nos encantaba la historia, cosa que los de mi clase aborrecían.
Un día, nada más acabar una clase, descubrí que al igual que a mí le gustaba el fútbol pero que no sabía escoger equipo.
- Y yo que creía que tenías gusto. ¿Del Valencia? .- ¿Cómo podía ser del Valencia?
- A ver, ya puedes ir dejando de ser merengue si no quieres que te ponga un negativo cada vez que juegue el Madrid.
- Pero profesor, que cara tan dura. Yo soy madridista hasta la muerte.
- Ay señor ¿Saben tus padres lo perdida que estás?.- Me dijo fingiendo preocupación.
Le tiré un trozo de papel de la mesa y me fui mientras escuchaba como se reía. Me caía muy bien el condenado, aunque tuviera mal gusto. Además con el tiempo nuestra amistad cada vez era mayor, lo que provocó que los de mi clase me calificaran como "pelota". Tanto por mi amistad con Silas como con Alex. Yo me preocupé más que nada porque no quería que eso llegara a los profesores, así que un día se lo dejé muy claro a Alex.
- Entonces mis sospechas son ciertas, me haces la pelota.
¿Como? ¿Alex pensaba eso de mi?
- Que va, de verdad, por eso te digo que no escuches a la gente. Es mentira.
Empezó a reírse descaradamente.
- Yo te mato.- intenté parecer enfadada.
- Tenías que haberte visto la cara. Épico.
Aun seguía riéndose, casi lloraba.
- Oye ¿Por agresión a un profesor cuanto me podrían caer?
- Pues como futura política no sé yo si eso queda bien.
Había empezado a decirme que iba a ser política porque un día llegué a una de sus clases enfadada porque mi profesor de Castellano me había dicho que en una de mi redacciones era "demasiado demagoga" y que estaba en un instituto, no en un partido político. Menudo personaje de hombre.
- Alex ya no te hablo más, por gracioso.
- ¡Alicia mujer! ¡No te piques! ¿No quieres que te cuente quién me ha puesto en un examen que la Revolución Francesa fue consecuencia de la Segunda Guerra Mundial?
Como me conocía. Sabía como me gustaba historia y siempre nos reíamos delas barbaridades que muchos le escribían en sus exámenes. Había de cada cosa que temías por la humanidad y su futuro.
- Te voy a decir dos faltas y me tienes que decir cual me la he inventado y cual es de verdad ¿vale?
- Dale. Pero si gano te compras una camiseta del Madrid.
- Claro, y cinco también.- Había que intentarlo.
- Opción 1; Guerra con j y opción 2; batalla con v.
- Por dios, como es posible.
- Dímelo a mi...
- A ver, yo diría que es la segunda porque guerra con j es demasiado dolor para los ojos de cualquiera.
- ¡ERROR! Ambas son correctas.
- No me fastidies, madre mía, que estamos en bachiller.
- En mi época si hacías esto te obligaban a copiarlo como unas 100 veces.
- ¿En tu época usabais papel y todo?
Odiaba que le llamara de viejo, así que lo hacía continuamente.
- ¿Sabes que te puedo suspender?
- Si lo haces pienso escribirte todas las guerras con j.
- No serás capaz.
No tenía ni idea Alex de todo lo capaz que era. O sí.