Mi profesor I

7

Llegó la hora de los fuegos artificiales que daban, oficialmente, el inicio de las fiestas del pueblo. La plaza estaba muy llena, como todos los años. Era imposible ver a alguien conocido, y me dio pena ver a la pobre Olivie buscando a su querido español por todas partes. En cuanto pasara otro que estuviera más "rico" aún, se le pasaría.
Yo terminé por contagiarme de la alegría y el nerviosismo de todos los que estábamos allí. A pesar de ser una sencilla fiesta que no cambiaba mucho, dotaba al pueblo de luz y color. Sin contar los vecinos de pueblos cercanos que venían a las fiestas y, para alegría de los comercios, consumían bastante.

Estaba concentrada en mis pensamientos cuando de repente noto una voz detrás mio.

- He vuelto para que me pidas perdón por el desafortunado comentario de antes.

No pude esconder la alegría que sentía. No quería pasar toda la semana pensando que Alex estaba molesto conmigo.

- Tienes razón. Lo siento. Es que tengo mucha confianza contigo.

- Vaaaale, si me pones esos ojitos tendré que perdonarte.

No sabía si le había puesto ojitos. Esperaba que no porque sería muy vergonzoso.

- Si en el fondo hasta eres una buena alumna.

- Y dale, no me llames alumna si no estamos en clase.

- Vale, tranquila. Por cierto, con tu poca gracia de antes no he podido decirte que estas muy guapa.

Vaya. Eso no me lo esperaba. ¿Era normal esa conversación nuestra? Que más daba. Yo simplemente le admiraba y yo a él le caía bien. No iba a destrozar esa amistad con mi preciado ego.

- Anda, mi profesor sabe hacer cumplidos.- le sonreí.

- Tampoco me llames profesor, que me hace sentir más viejo.

- Te llamaré Alexandro.

- Me gusta más que digas mi nombre de verdad, que es Alex.

- Uff, que tiquismiquis.

Frunció el ceño.

- Felices fiestas, reina.

- Felices fiestas Alex.

Dio media vuelta y se fue por donde había venido. Yo me quedé con una sonrisa tonta en la cara que rápidamente fue captada por Olivie.

- C'est curieux! Mi querida amiga también tiene un rico espagnol. Un poco viejo pero muy rico...

- ¿Qué? Estas loca. Es mi profesor Olivie.

- Oui, Oui. Entiendo poco español, mon amour pero "reina" no es algo que te llama un profesor. Al menos en France, quizás aquí es diferente... ¡Más motivos para vivir en este país merveilleux!

- Callate anda, callate.

Pero eso no quitó su sonrisa maliciosa de la boca. La mía tampoco. Quizás tenía razón y ese apodo no era el que un profesor le ponía a una alumna. Pero me gustaba demasiado como para deshacerme de él.

El resto de la noche fue maravillosa. Bailamos hasta que no pudimos más y bebimos sin excedernos. Ambas queríamos recordad todo lo que había pasado esa noche y el alcohol en exceso te privaba de eso. La verdad es que no sabía decir si mi alegría venía de estar con Olivie, de las dos copas de Martini o de mi conversación con Alex. Al final decidí que era una mezcla de ambos. Con ello, no olvidaba que él era mi profesor, estaba casado y me sacaba muchos años. Yo sabía perfectamente que habían unos limites en nuestra relación y que no debía pasarlos. Además lo que sentía por Alex era solo admiración y no debía preocuparme por ello.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.