Sonó el timbre.
No supe calcular cuanto tiempo pasé dentro de aquel váter, deduzco que no mucho porque salí de clase faltando pocos minutos para que acabara, pero a mi me parecido una eternidad. Tantas cosas habían pasado en esos minutos que perfectamente pudieron ser horas. No era justo. No era nada justo. El destino prometió ser bueno conmigo y lo que me estaba haciendo era una enorme putada.
"No sé muy bien como explicar lo que me pasa contigo" ¿Cómo puede una frase hacer tanto? "Soy tu profesor y estoy felizmente casado". Esta vez recordarla no fue tan malo, quizás porque con lo que me acababa de decir, esa frase perdía considerablemente su efecto, y eso era lo que más me reventaba. Como podía ser que consiguiera arreglarlo todo con una sencilla frase, con una afirmación tan simple como "no sé muy bien como explicar LO QUE ME PASA CONTIGO". Me sentía feliz, seamos sinceros. Estaba muy feliz. No eran imaginaciones mías, él seguía sintiendo algo, algo que no sabía explicar. De repente me levanté, tenía que recoger mis cosas que aún estaban en clase y no me quedaba mucho tiempo. Confieso que tuve la esperanza de verlo de camino a clase, pero pensándolo bien, incluso fue mejor no haberlo hecho. Yo me había ido y le había dejado claro que no me interesaba nada de lo que quisiera decirme, no le dejé terminar y ahora me sentía estúpida por ello. No pude evitarlo, sentía necesidad de irme de allí porque no estaba preparada para aquella conversación que tanto tuvimos en mi imaginación, al día siguiente podría volver mejor preparada, sentarme y escuchar todo lo que tuviera que decirme.
Recogí rápidamente (por suerte mi profesor seguía dentro y no me hizo ninguna pregunta) y salí volando de clase. Mientras esperaba el autobús no lo vi salir ¿Estaría pensando en mí? Sonreí. Como por arte de magia había olvidado pensar que eso, por muy bonito que pareciera, era algo que jamás iba a existir. Estaba yendo directa a ese camino sin salida y nada me hacía más feliz.
Ya había acabado de comer cuando me acordé de Andrés. Había olvidado por completo todo lo que había pasado con él y las ganas que tenía de ir a verle, normal, el día había acabado de manera inesperada. Otra sonrisa se formó en mis labios. Tenía que verle, aunque en ese momento no sé si me refería a Andrés o a Alex.
Terminé mis deberes y apunté todo lo que habíamos hecho durante el día para así poder ayudar a que Andrés no se perdiera nada, aunque con lo listo que era no lo necesitaba. Él estaba sentado en la terraza de su casa cuando llegué.
- ¡Alicia!
Se le veía feliz.
- Hola, perdona, quería haber venido antes pero me he distraído un poco.
Esta vez reprimí la sonrisa, no era el momento.
- No pasa nada, al menos has venido, siento haberte dejado sola, es que mis padres...bueno...ya sabes.
- De sobra tonto, no te preocupes.
-Te notó feliz ¿ Ha ido bien el día?
-Ni mal ni bien, pero se ha notado tu falta. ¿Puedo entrar y te cuento todo?.-Casi todo, corregí mentalmente.
El resto de la tarde fue muy agradable, los padres de Andrés no estaban y pudimos hablar tranquilamente sobre todo lo ocurrido, él tampoco sabía de que le acusaba ese chico y eso me provocó un gran alivio. Casi había olvidado la extraña reacción de Marc al verme ese día, pero como nada en esa historia me cuadraba, lo dejé aparcado a un lado de mi memoria.
Cuando salí de casa de Andrés ya era bastante tarde, cosa que mi madre se encargó de recordarme. Cenamos tranquilamente y ya estaba en mi habitación cuando Andrés me envió un whatsapp "Gracias por visitarme, eres la mejor". Espero que eso no significase que él estaba confundiendo las cosas, con un día como el que había tenido, esa sería la mejor forma de amargármelo. Que más da, tenía cosas mejores de las que preocuparme y tenían nombre y apellido. Que hombre más bipolar, atractivo y perfecto. Mañana sería el día, mañana me confirmaría de una vez "que le pasaba conmigo" y eso era música para mis oídos.