Me desperté bruscamente, no había tenido ninguna pesadilla ni nada, simplemente me desperté. Faltaban 20 minutos para que sonara mi despertador, así que de poco servía que me volviera a dormir. Me levanté, desayuné como de costumbre y sólo cuando estaba en el autobús me di cuenta de la importancia de ese día. Iba a hablar con él sin tapujos ni medias tintas. Por fin.
Recordé como un día atrás, sentada en el mismo lugar, estaba pensando en todo menos en él, en parte porque me lo había prohibido y en parte porque mi cerebro sabía que era algo inexistente. Pero ahora las cosas habían cambiado. El aún sentía algo y me lo había dejado claro. No es que ahora la historia de amor fuese real, para nada, es sólo que no todo había sido fruto de mi imaginación. Tenia una pequeña oportunidad y no iba a desaprovecharla.
No había llegado lo suficientemente pronto como para ir a buscarlo en su departamento, por lo que tendría que esperar al patio ya que ese día no tenía clase con él. Me gustaba que habláramos ahí, porque de cierta manera, era donde la historia había tomado un giro inesperado. Vi a Andrés en la puerta y eso aumentó mi alegría, si las cosas salían mal lo tendría a mi lado.
Las tres horas siguientes fueron un constante bucle entre nervios, alegría, ansia y miedo y no exactamente en ese orden. Por fin había llegado la hora del patio y con la excusa de que tenía que hablar sobre el examen de la siguiente semana, dejé a Andrés solo en la cafetería.
El recorrido hasta el departamento de historia no era muy largo, más desde la cafetería que desde mi clase, pero seguía sin ser largo y me sirvió para relajarme un poco. O eso creí.
Ahí estaba yo, de nuevo en su puerta. Y ahí estaba él, esta vez de espaldas a la puerta y de pie. Que planta tenía el condenado, era guapo hasta de espaldas. Decidí disfrutar unos segundos de las vistas y me sorprendí al ver que a pesar de no tener un culo escandaloso, me encantaba igualmente. De repente se giró y recé con todas mis fuerzas que no se hubiera dado cuenta de hacia donde estaban mirando mis ojos.
- No te he oído. Pasa ¿Quieres algo?
¿Si quiero algo? Pues sí, te quiero a ti sólo para mí pero sabes que no vengo a eso.
- Bueno, ayer me fui demasiado rápido. Estaba confundida y no entendía lo que querías decirme.
- A lo mejor si te hubieras quedado te lo habría explicado mejor, pero te da igual ¿no?
¿Lo estaba haciendo para vengarse de mi? ¿Era su manera de castigarme por no haberlo escuchado? Si era esa su intención, estaba muy equivocado. Yo no había hecho nada malo.
- Alex, entiendo tu molestia, pero entiende tú que me dices cosas que me dejan hecha un lio.
- No es molestia.
- No, es tu orgullo de hombre herido.
- Eso lo podría considerar falta de respeto.
- Y una mierda. Estoy cansada. Primero eres simpático y me haces creer que sientes algo por mi, luego eres mi profesor felizmente casado y luego el que no sabe que le pasa conmigo. No pienso pasar más por esto.
- Nunca te he hecho creer que siento algo por ti.
- No me lo creo.
Ni de lejos me lo creía y mucho menos después de lo de ayer. Tendría que buscar otro argumento.
- Alicia.- Sonaba como un bloque de hielo.- ¿Qué es lo que quieres?
A ti Imbécil.
- Lo mismo que por mucho que niegues, quieres tú también.
Esta vez fui yo la que se acercó a él. Le miré a los ojos con la esperanza de que eso sirviera para hacerle ver cuan serio era lo que le estaba diciendo.
- Yo quiero no sentir nada por ti. ¿Tú quieres eso también?
Y ese bloque de hielo que antes solo había percibido me dio de lleno en la cara.
- ¿Es lo que quieres de verdad?
Por favor.
- Si.- No necesitaba contestar mirándome a los ojos para que supiera que lo decía de verdad, pero lo hizo igualmente.
- Dalo por hecho.
Me aparté de él.
- No puedes decidir sobre lo que siento.- sonaba como una suplica.
- No, tienes razón, pero puedo decidir sobre lo que siento yo.- soné convincente aunque fuera mentira.
- No me has contestado. ¿Qué es lo que quieres?
- ¿Para qué quieres saberlo?
Dio un paso hacia mí pero yo retrocedí con la misma velocidad con la que se había acercado.
- No hagas eso. No te vuelvas a acercar a mi si no es para besarme.
- No iba a besarte.
- Pues por eso no sirve de nada que te acerques.
Sonrió y eso hizo que sonriera yo también. La situación no podría dar más pena. Ahí estaba yo esperando a que mi profesor dijera que sentía algo por mí y ahí estaba él intentando no sentir nada por su alumna.
- ¿Sabes lo que me tiene desconcertado?.- Guay, ahora era su confidente.- Por mucho que me esfuerzo, tenerte lejos es lo que más me está costando ahora mismo. Me atraes demasiado.
¿Atraer? Entonces era sólo eso, atracción. No, tenía que ser algo más.
-¿Qué se supone que te pasa conmigo?
- ¿A que te refieres?.- parecía desconcertado.
No me digas que se había olvidado de nuestra conversación de ayer.
- Ayer me dijiste que no sabias que te pasaba conmigo o algo así, no me acuerdo mucho
"NO SÉ BIEN COMO EXPLICAR LO QUE ME PASA CONTIGO"
- Ah sí, me refería a que no entiendo como he podido confundir la relación con una alumna.
¿Eso era todo? Y una mierda.
- Alex ¿Qué sientes hacia mi?
- Alicia ¿Qué es lo que quieres?
Que pesado estaba con la pregunta, pero puestos a dar pena.
- Quiero que me beses ¿Te parece bien?
- Ya he dicho que no voy a besarte.
- Esto es una perdida de tiempo, no sé si te divierte reírte de mi o algo, pero no me pienso quedar aquí para descubrirlo.
- ¿Te vas a volver a ir?.- en su voz noté que él no quería que pasara.
- ¿Serviría de algo quedarme?
- Podemos tener una relación normal.
¿Perdona?
- Jajaja, te juro que a veces eres muy gracioso.
- Tienes una amistad muy normal con Silas.