Mi profesor I

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Nunca me gustó esa frase de que "a veces el destino es muy caprichoso". Siempre me ha parecido muy tonta y muy típica, pero es que no puedo dejar de usarla ante una situación así. No era posible que todo me saliera tan mal siempre. Ahí estábamos los dos, a punto de entrar en un autobús para iniciar un viaje a una bella ciudad durante 5 días. 5 días en los que Alex dormiría en el mismo techo que yo. 5 noches en las que lo tendría a escasos metros de mi. No podía ser peor. O eso creí hasta que vi como una mujer, que hasta entonces había estado un poco más apartada de él, le daba un beso en la boca y una caricia en el pelo. Aparté la mirada a una velocidad que hasta a mí misma me asustó, pero que no fue suficiente para evitar ver esa escena. Su mujer se estaba despidiendo de él delante de mis narices. Sólo pude verle la cara ya que el cuerpo lo tapaba el mismo Alex, pero me imaginé que sería escultural. ¿No viven juntos? ¿No pueden despedirse en su puta casa como todo el mundo? ¿ Acaso no sabe llegar él solo hasta el instituto?. Cuando volví a mirar ella ya no estaba, o al menos ya no le estaba sobando. Entonces de repente Alex me miró, ni siquiera tuvo que buscar buscar mucho porque era fácil verme, estaba en primera fila y posiblemente supo de sobra lo que yo había acabado de ver. Esta vez desvié la mirada, no necesitaba descubrir que su mujer le había dejado una bonita marca de pintalabios en la comisura del labio y no iba a ser capaz de esconder la rabia interior que sentía en ese momento.

- Solo falta Silas.

Una vez más agradecía la interrupción de Marc.

- ¿Silas viene?

- Claro, es el que nos servirá de guía por la ciudad. Él y José.

Anda, Alex no iba a ser guía, que curioso, el destino no iba a ser tan cruel.

Aleluya. Silas también iba a estar y eso significaba que tenía una vía de escape. Un salvavidas por si la cosa se ponía muy fea. Además, sabía cuanto odiaba Alex a Silas y no iba a dudar en usar eso en mi favor caso fuera necesario.

Hablando del rey de roma, Silas apareció detrás del otro tutor que había llegado minutos antes. La cara de Alex reflejaba a la perfección lo que acaba de pensar. Sentí cierta alegría por ello. Que se joda. Antes de que pudiera disfrutar de ese momento doña mujer del felizmente casado volvió a aparecer, para despedirse definitivamente. Esta vez no hubo beso, la mirada de Silas hacia ella la dejó lo suficientemente cortada como para que sólo pudiera sonreírle a su marido.
Así que sí, Silas tenía alguna cosa rara con esa mujer y sospeché que no solo fue que él le tiró los tejos.

Alex estaba muy ocupado mirándome como para darse cuenta. Sentí una punzada de decepción. Silas me había mentido y eso pensaba echárselo en cara en algún momento, aunque ese dato significaba algo muy positivo para mí. Alex no era ningún picaflor. ¡Quieres dejar de mirarme y darte cuenta de lo que hace tu mujer!
- Venga, vamos entrando en los autobuses, cada dos profesores irán en uno.
Maldije una y otra vez haber llegado tan pronto, porque eso significaba que entraría en el primer autobús, siendo que Alex se había metido ya en el segundo. ¿Para que dos autobuses con tan poca gente?
No es que quisiera tenerlo al lado, pero ya que iba a estar metida horas en un autobús preferiría tener buenas vistas. No, el destino no me lo iba a poner tan fácil.
El autobús empezó a moverse mientras José , el cual se presentó como el de física, pasaba lista de quienes estábamos. Yo me había sentado al lado de Marc, el que sería mi compañero de viaje. No me iba a poner los auriculares para que no pensara que pasaba de él, necesitaba tenerlo de mi lado. Empezamos a hablar sobre que sabía el uno del otro sobre Valencia, los valencianos y la comunidad valenciana, no había mucho que decir por lo que pronto nos quedamos sin conversación. Yo de repente me sentí muy agotada, aunque me acabara de despertar. Recliné mi asiento y apoye la cabeza en el reposa cabezas y me dormí.




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