Cuando Marc me despertó ya habíamos llegado al hotel, habían sido 4 horas de viaje que yo ni siquiera había disfrutado.
- No te he querido despertar cuando hemos parado para descansar porque parecías muy cómoda.
Y tanto, había dormido increíblemente bien.
- Gracias Marc, si que he dormido a gusto.
Que autobús más cómodo. Me había dejado como nueva. Era la hora de comer y mi estomago lo notaba, supongo que los demás habían disfrutado de un almuerzo cuando pararon para descansar, pero yo solo iba con el desayuno. Bajamos en la puerta de un bonito hotel en el centro de lo que llamaban "La ciudad vieja". Estaba en una calle peatonal y rodeado de todo tipo de comercios. No tardé mucho en ver un Subway en la esquina. Mi tripa rugió.
- ¿Cuándo vamos a comer?
- Supongo que nada más guardemos las maletas.
Al entrar al vestíbulo me quede gratamente sorprendida, el hotel era muy elegante y bonito, incluso más que su entrada. Tenía un techo altísimo y unas columnas trajanas decoraban todo el salón. Estaba repleto de mármol blanco reluciente, con grandes y redondos sillones blancos alrededor de un par de mesas de mármol rojo. Era realmente precioso.
José ya estaba hablando con la recepcionista, quien le dio una caja roja repleta de llaves. Él nos dispuso en una fila y a medida que avanzábamos iba repartiendo las llaves según los grupos. Di gracias a dios que ya tuviera con quien compartir habitación y no necesitara pasar la vergüenza de esperar la última a ver en que habitación faltaba gente. Marc y yo cogimos nuestra llave de una habitación para dos, no sin antes recibir una mirada curiosa de José al ver que un chico y una chica compartían habitación ,y fuimos directos al ascensor, que estaba casi lleno.
Caí en la cuenta de que no había visto si el otro autobús ya habían llegado o si en la recepción había algún otro alumno que no fuera de nuestro grupo, estaba demasiado hambrienta y sorprendida con el hotel como para reparar en ello.
La habitación era muy acogedora, habían dos camas muy bien distanciadas, con un baño en medio y una terraza al lado de la que escogí como mi cama, ignorando las quejas de Marc por dormir en la cama que estaba pegada a la puerta. Cuando por fin conseguí entender el mecanismo de la puerta del balcón, abrí las puertas y salí a tomar el aire. Estábamos en la 4 planta, por lo que la vista era realmente bonita. Ni tan altos como para sentir vértigo, ni tan bajos como para no poder apreciar la cuidad. Al parecer el nombre de esa parte de Valencia tenía mucho sentido. Los edificios no eran de gran altura y la mayoría era de estilo antiguo y clásico pero que le daban cierto encanto a la ciudad.
- ¡Vamos a bajar a comer!
Por fin. Salí disparada de la terraza y cogí el bolso que me había traído donde guardar mi cartera, mi caja de pañuelos y mi móvil. No pegaba mucho con el chándal que había escogido para estar cómoda en el autobús, pero es que nadie me dijo que cierto profesor venía, y tenía demasiada hambre como para cambiarme de ropa.
- Al parecer hemos ocupado las 2 primeras plantas y cada profesor se hospeda en una habitación.
No quería saber en que habitación estaba Alex, pero deseé que en la de arriba estuviera Silas. Marc y yo casi nos habíamos acabado el bocadillo cuando el otro autobús llegó. Desde el Subway podíamos disfrutar de una vista perfecta de cada uno que entraba en el hotel y sabía de sobra que cierto rubio no tardaría, por lo que giré la cabeza hasta que todos ya hubiesen entrado.
- Quiero contarte sobre lo que me pasó con Andrés.
Eso me pillo por sorpresa. ¿Ahora? Ya había pensado en preguntárselo en algún momento, pero justo nada más llegar no era una de las opciones. Si iba a discutir con Marc, prefería que fuera el último día y saber que Andrés me la había hecho me amargaría parte del viaje.
- Si te soy sincera prefiero hablar de eso en otro momento.
- Tranquila, ni Andrés ni yo quedamos tan mal como para que te enfades con alguno.
Que bien me conocía.
- Vale, cuéntame.
-El día que pasó lo que pasó, yo tenía la intención de pedir que volvieras conmigo.
Empezábamos bien.
- Iba a decírtelo en el patio justamente, pero no sé como, Andrés se enteró y en lugar de venir y decirme que estaba colado por ti, le dijo a mi grupo de amigos que yo tenía pensado declararme a un chico de mi clase.
-¿Qué Andrés hizo qué?
No lo podía creer, como había llegado tan lejos por evitar algo que no dependía de él.
- Veo que no te sorprende que Andrés esté enamorado de ti.
La sorpresa había sido tan grande que olvidé aparentar ante la confirmación de algo que yo tan bien sabía.
- Bueno, si te soy sincera, si que lo sabía.
-Lo he imaginado. Bueno, pues al enterarme de lo que había hecho, no pensé con claridad y fui directo a buscarlo pero mi amigo se adelantó y bueno. Lo siento.
- No tienes que pedirme perdón. Lo que hizo Andrés no estuvo bien y yo en tu lugar habría actuado igual. Con el carácter que tengo incluso peor.
Ambos reímos, no necesitaba hablarle sobre mi carácter, lo había vivido en su propia piel.
- Aunque hizo algo que estaba mal, no tienes que enfadarte con él. Cuando uno está enamorado, no siempre hace bien las cosas.
Que verdad tan grande. Tenía razón, yo lo sabia mejor que nadie. Aún así tendría que hablar con Andrés cuando volviera. Tenía que dejarle claro de una vez las cosas.
- Vale, gracias por contármelo.
- No es nada, y la verdad hasta se lo agradezco.
- ¿Qué le partiera los dientes a tu amigo?
- Muy graciosa, tu ya me entiendes.
- Que si tonto, pero porque.
- Pues porque no era una buena decisión.
- Tienes razón, no lo era.
De repente su mirada era tierna y cariñosa. Ambos sabíamos que un nuevo intento era algo que no podiamos permitirnos y que no saldría bien, pero eso no hizo que no me diera un poco de pena que él no me lo hubiera pedido. Alargué mi brazo para acariciar el suyo y el entendió que ese gesto significaba que a pesar de todo, le quería mucho como amigo, por lo que me devolvió la caricia.