Mi profesor I

26

Terminamos de comer y nos reunimos con el resto de los compañeros. A pesar de no ser muchos los tutores creyeron mejor dividirnos en dos grupos y que dos profesores nos acompañaran. Estaba claro que tanto Marc como yo íbamos a estar en el primer grupo, con nuestro tutor y José. Curiosamente Silas y Alex iban juntos, lo que me dio un buen rato de risa. El destino no solo me puteaba a mi.

De repente Alex se acercó a nuestro tutor y sin quitarme la vista de encima, le susurró algo al oído. Juraría que había dicho mi nombre, pero era algo imposible.

- Alicia, puedes venir un momento.- oí que me decía a lo lejos mi tutor.

Algo casi imposible.

- Tú te vas a ir en el grupo de Silas y Alex ¿vale?

- ¿Puedo saber por qué motivo?

- Porque te lo dice tu tutor.

Si no hubiese sido porque mi tutor estaba delante, le habría mandado a un bello sitio. Alex ahora me miraba con cara de pocos amigos, como si estuviera enfadado. ¿Éll es el que se enfada? Claro que si.

- Es mejor que los grupos sean mas diversos, solo eso.

- De acuerdo.

Lo dije mirando fijamente a mi tutor para que Alex se diera cuenta de que le había ignorado completamente. Ni siquiera pude avisar a Marc de que no iba a ir con él cuando ya habíamos empezado a movernos. Por lo menos tenía a Silas. Si Alex pretendía separarme de Marc, se iba a arrepentir mucho. No creo que le cayera peor que Silas. Había metido la pata.

- ¡Cuanto tiempo sin hablar!

Hice cuestión de tocarle el brazo a Silas.

- Tú me dirás, ya no vienes a contarme lo que te pasa. Estas demasiado ocupada rompiendo corazones.

- uff, ni me lo recuerdes.

Quizás mi risa sonó un poco demasiado alta, pero estaba tan molesta que no podía controlar mi rabia. No sabía si Alex estaba cerca o lejos, él se había quedado atrás y girarme para mirarlo resultaba muy descarado, no le iba a dar ese gusto.

- ¿Has visto con quien me ha tocado?.- comentó Silas refiriéndose a Alex.

- Ah ya, y que lo digas, es un imbécil.

La cara de Silas mostraba que se había sorprendido de verdad ante mi comentario. Tenía que controlarme.

- Vaya, yo pensaba que te caía bien.

- Simplemente no me cae.

Hasta entonces habíamos caminado un par de manzanas, pero paramos en seco delante de un edifico de un estilo artístico que a pesar de que Silas me lo había dicho 2 veces, no logré recordar muy bien. Silas se había ido delante del todo para poder hacer bien la explicación cuando de repente me dí cuenta de que Alex estaba justo detrás de mi. ¿Habría escuchado mi conversación? ¿ No se supone que un profesor va delante y el otro al final? Mierda. No podía girarme y mirarlo porque primero, estaba tan cerca de mí que lo tendría a centímetros de mi cara y segundo, mirarle a los ojos de poco me ayudaría.
- Tienes que aprender a flirtear mejor, si de verdad quieres provocarme celos.
Me lo susurró tan suave y bajito que no supe si lo había escuchado de verdad, si simplemente mi cabeza lo había imaginado o si yo misma me había vuelto loca.

No. Lo había dicho. Dios mio ¿Y si alguien lo hubiera escuchado? ¿Y si Silas lo hubiera escuchado? Si no fuera porque me moría de ganas de besarlo, me hubiera girado y le hubiera azotado la cara hasta que me suplicara perdón. Avancé empujando a los pocos compañeros que tenía delante hasta posicionarme lo suficientemente cerca de Silas como para que Alex no pudiera estar, no se arriesgaría a decirme nada con él allí.
Nunca antes me había hablado al oído, susurrando. Era una nueva sensación que aún no había tenido que reprimir, así que el resto del paseo no pude concentrarme en nada que no fuera en la imagen de sus labios a dos centímetros de mi oído y a su voz tan suave y sexy. A pesar de ello, lo que me había dicho era una grosería. Él es el que llevaba a su mujer a las despedidas solo para que me pusiera celosa, y sacándome 20 años, eso era bastante inmaduro por su parte.
Se acercaba la hora de cenar y descubrí que al parecer también haríamos las comidas y cenas con el grupo de paseo. Por lo menos cada uno escogía donde cenar, y no dudé ni un segundo en buscar un restaurante lo suficientemente triste y solo como para que Alex no pensará en ir. Quería haber cenado con Silas, pero no me iba a arriesgar a tener que compartir mesa con él también, visto lo visto, tenía pensado ponerme el viaje lo más difícil posible y si eso suponía soportar a Silas, poco le importaba.
Vale, la cena no había sido una maravilla. Un bocadillo de tortilla de patatas con muchísimo aceite en el pan. No era lo que tenía pensado mi estomago pero por lo menos el camarero era simpático. Aunque tardaron más de lo previsto en servirme, porque él también hacia el trabajo de cocinero y al parecer, de dueño del local. Había cenado tranquila, con eso me conformaba. Ahora estaba en la puerta del bar intentando ordenar mis pensamientos.

-Pues si que eres predecible.




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