Mi profesor I

28

"No te voy a besar". Bendito imbécil. No lograba entender, por mucho que me esforzara que pretendía Alex conmigo. Ahora te rechazo, ahora te busco, ahora te acaricio y ahora me rio de ti. Él no era consciente de cuanto daño me hacía lo que para él, sin duda, era solo un juego. Estaba casado. Era mi profesor. Y encima me estaba demostrando muy poco como hombre. Rabia. Eso es lo que sentía, una rabia que me quemaba la piel. Irónicamente ese calor lo había sentido unos minutos atrás, cuando el me tenía entre sus brazos.

Estaba sentado en un banquito de un parque, esperando que mi respiración y mi corazón se tranquilizasen. Tenía que pensar y saber cual era el próximo paso.

- ¡Por fin te encuentro!

Era Marc. Tranquilidad.

- Hey, no sabía que estabas comiendo por aquí.

Tenía que sonar normal.

- Ya, es que estamos en el museo que está a dos manzanas y nos habían dicho que por aquí habían muchos sitios para comer. El museo es impresionante, te va a encantar, tienen.
Mi primera lágrima lo interrumpió de lleno.

-¿Estás llorando?

Yo nunca lloraba en público. Ponía todos mis esfuerzos en no hacerlo porque me sentía ridícula y fea llorando pero la situación era superior a mi. Lloraba de rabia, de impotencia y de frustración. No podía más. Estaba cansada de pensar en que era lo correcto y lo mejor para mi corazón. Daba igual lo que hiciese, él siempre podría venir de la nada y lanzarlo todo por los aires, para encima, dejarme peor que antes. No era justo. No era de ser una buena persona. Era de ser un completo idiota, frío y calculador.

- Alicia ¿Qué te pasa?

Tenía que parar de llorar.

- Nada, es que... no sé... estoy agobiada.

Ahora apenas se oían sollozos.

- ¿Con el viaje? ¿Te han hecho algo malo?

Que tierno era Marc. Nunca lo aprecié del todo, pero siempre se preocupaba por mi.

- No, nada, solo que echaba de menos a mi familia, pero ya está.

Una buena salida.

- Aaah tranquila mujer, en nada estás otra vez con ellos.

Me rodeó el cuello con su brazo y pude apoyar mi cabeza en su hombre. Me reconfortó mucho su contacto tan delicado, tan preocupado por mi. No lo hacía para probar como reaccionaba estando cerca de él, no lo hacía para demostrar su poder sobre mí, simplemente lo hacía porque me quería.

- Gracias Marc, no sabes cuanto me has ayudado.

De repente mi brazo agarró su cara y la llevó hasta la mía. Antes de que pudiera arrepentirme ya había rozado sus labios con los míos y el no dudo en aceptarlos. Fue un beso corto, seco. Como si nuestras bocas fueran dos piezas de puzzle que habían encajado mal. No eran esos labios los que quería besar. Al mirarle a los ojos me dí cuenta de que para él no había sido lo mismo.

- Lo siento.

Debía arreglar lo que había acabado de pasar, pero era demasiado tarde.

- No tienes que pedirme perdón Ali, yo estaba queriendo hacerlo desde hacía mucho tiempo.

- Marc yo no sé porque he hecho eso, estoy un poco confundida pero no es lo que piensas.

- Tranquila, ha sido algo inesperado, ahora me tengo que ir con mi grupo, nada más lleguemos al hotel hablamos.

Su sonrisa desprendía tanta alegría y euforia que no quería ser la encargada de destrozarla. Ya me lo habían hecho a mí y él no se lo merecía, así que le dejé ir y esta noche ya se llevaría el palo. Las cosas iban cada vez peor. Maldito viaje.




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