Mi profesor I

30

En ese momento tenía dos opciones. O me iba a intentar hablar con Alex para darle una explicación o me iba a hablar con Marc para darle otra. Estaba claro que opción escogí, necesitaba hablar con él.

Toqué dos veces a la puerta y no obtuve respuesta,me lo esperaba pero sabía que estaba ahí dentro así que entré sin llamar.
Lo encontré sentado en el borde de la cama. No pude descifrar su mirada, pero algo me decía que no iba a salir feliz de esa habitación.

- ¿Podemos hablar?

- Habla lo que quieras.

Sonaba tan frío que me entraron ganas de irme, pero no. Tenía que resolver esto

- Yo no besé a Marc porque me gustara. Estaba muy tocada con lo que había pasado entre nosotros, yo no lo quiero a él. Yo te quiero a ti.

Durante unos segundos pensé que iba a soltarme alguna barbaridad, pero no, su voz sonaba completamente tranquila.

- Alicia yo no estoy así por eso. Tengo mujer ¿Crees que de verdad estoy en posición de pedirte algo? No, puedes besar a quien quieras.

Menudo alivio. No estaba enfadado. No pasaba nada.

- ¿Entonces está todo bien?

- No he acabado. Me he puesto así porque me he dado cuenta de que esto no tiene sentido. Yo estoy casado, soy tu profesor y te saco muchos años. Me he dejado llevar por la atracción que sentía por ti. No es amor, es simplemente un error. Sabes tan bien como yo que esto nunca ha tenido futuro.

- ¿Estás intentando hacerme daño?

Que diga que sí, por favor. No podía decirme eso ahora, no después del momento que ambos habíamos pasado.

- No Alicia, te estoy diciendo la verdad. Esto no está bien y sé que ha sido mi culpa. Cuando me he enterado del beso, en un primer momento he llegado a sentir celos, celos por un niñato. Solo me he dado cuenta luego de como me estaba comportando. No he sido maduro, no te he dejado claro las cosas. Lo siento de verdad. Yo siento cosas por ti, cosas que estoy seguro que podrían llegar a ser mucho. Eres una chica increíble y preciosa. Y hacía años que no sentía lo que he sentido cuando te he besado pero esto no tiene futuro.

Tenía razón, yo sabía que tenía razón. Siempre que he pensado en Alex lo he hecho sabiendo que era algo pasajero. Pero no por ello sus palabras me dolían menos.

- Me estas diciendo que si que podríamos tener algo pero que no vas a intentarlo.

- No puedo permitirme intentarlo. Tú tampoco. Lo sabes tan bien como yo.

- No sé que decirte.- sonaba rendida, y en el fondo lo estaba.

- No tienes que decirme nada. Yo no quería que las cosas acabaran así, pero la verdad ¿De qué otra forma podían haber acabado? Dentro de unos años conocerás a un chico maravilloso y no seré más que una anécdota para ti. Ahora me tengo que centrar en como le voy a decir a mi mujer lo que ha pasado.

- Lo sé y lo entiendo. Tienes razón pero sigo sin saber que decirte, no sé ni lo que siento ahora mismo la verdad.

- Ya te lo he dicho y te lo repito. Eres maravillosa y mereces a alguien que sea igual de maravilloso. Te quiero pero he nacido demasiado pronto para ti y eso es algo con lo que tengo que vivir.

- ¿Puedes decírmelo otra vez?.- él supo a que me refería.

Sonrió. Esa fue sin duda la sonrisa más bonita que jamás he visto.

- Te quiero Alicia.

Se levantó, me cogió la cara con ambas manos y me miró directamente a los ojos.

- Te quiero y eso no va a cambiar. Aprenderé a vivir con ello y espero que tu puedas hacerlo también porque necesito que hagas el esfuerzo de mantenerte lejos de mi, yo solo no voy a ser capaz.

- Yo también te quiero y te prometo mantenerme lejos.- lo decía de verdad.

- Necesito también que entiendas que yo voy a seguir con mi vida, al lado de mi mujer porque a ella también la quiero. No como a ti, pero la quiero como mi compañera de vida y futura madre de mis hijos.

Pensé que me dolería mucho más lo que me acababa de decir de lo que de verdad me dolió. Yo eso lo sabía. Siempre lo he sabido y quizás por ello ni siquiera me sorprendió.

- Lo entiendo.

Rozó mis labios con los suyos.

- No me beses.

- No lo voy a hacer. Solo quiero imaginarme por unos segundos que las cosas son diferentes. Que tu eres tan mía como yo tuyo. Solo unos segundos más.- casi me lo dijo rogando.

Entrelacé mis dedos con los suyos.

- Imaginalo un poco más que unos segundos. Duerme esta noche conmigo. No tenemos que besarnos, no tenemos que hacer nada. Solo duerme a mi lado y déjame pensar durante toda la noche que las cosas son diferentes.

Ni siquiera necesité una confirmación de su boca. Nos acostamos en la cama y el me abrazó muy fuerte con sus brazos. Podía escuchar los latidos de su corazón y su respiración. El me acariciaba el pelo y yo jugaba con sus dedos y los míos. No dormimos ninguno de los dos en toda la noche.

- ¿Sabes que la primera vez que te vi me caíste mal y todo?.- me interrumpió de mi nirvana.

- ¿En serio?

- Pensaba que eras la típica guapa tonta.

Le pellizqué.

- Lo siento reina, me equivoqué claramente.- me besó la frente.

- Me encanta como vistes.

- ¿Cómo visto?.- no se lo esperaba.

- Pensaba que estábamos de confesiones.

Apoyada en su pecho podía sentir aún más su risa, y eso me encantaba.

- ¿Recuerdas el día que viniste a mi departamento con un vestido rojo?

- Claro.- lo hice a propósito querido.

- No te quité de mi cabeza en todo el día. Estabas preciosa, casi tanto como en las fiestas de tu pueblo.

- Tu también estabas guapo.- ese era el momento de disipar todas mis dudas. ¿De verdad te van las rubias?

- A mi me vas tú.- era justo la respuesta que quería oír.

Le miré a los ojos y vi su mirada divertida. Estaba precioso cuando se ponía feliz.

- Me gustan mucho tus labios.- seguí con las confesiones.

- A mi me gusta tu pelo. Es el más negro que he visto nunca.

- ¿Eso es bueno?

- No sé, pero es único. Tú eres única reina.




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