Mi profesor I

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- Gracias Alex.

Eran las 7 de la mañana y tenía que irme a mi habitación antes de que Marc se despertara, si es que había conseguido dormir por la noche. Los dos llevábamos la ropa arrugada y nos reímos de ello porque realmente no había pasado nada. No sé durante cuanto tiempo nos estuvimos besando, pero estaba claro que no fueron suficientes.

- ¿Gracias por?

- Por todo lo que he aprendido contigo. Me has hecho mejor y más fuerte.

- Eso lo has hecho tú sola. Gracias tú por hacerme sentir tan vivo y tan joven.

Y me besó por última vez. Fue un beso suave, corto y delicioso. De esos que te obligan a cerrar los ojos y que te activan los cinco sentidos.
Y fue así como me despedí de Alex. Como miré por última vez esos ojos azulados-grises. Fue esa nuestra última conversación sobre lo que había pasado entre nosotros, sobre nuestra no-historia de lo que no llegamos a ser.
El resto del viaje lo viví por completo. Visité todo lo que pude y escuché atentamente las explicaciones de José (Alex se ocupó personalmente de que me cambiaran de grupo).
A Silas no le guardé rencor por lo que le había dicho a Alex, pero me di cuenta del tipo de persona que era y simplemente lo traté como un profesor más, ni bien ni mal.
En cuanto a Marc, tuvimos esa conversación. Para mi sorpresa él no quería volver conmigo, todo lo contrario. Me confesó como le ayudé con el beso que le dí, porque pudo constatar que le gustaban los hombres y que siempre había estado enamorado de Andrés. No puedo explicar con palabras mi sorpresa ante esa confesión, pero al minuto nos estábamos riendo por la situación. Estaba claro que mi radar nunca había funcionado bien. Le dije que tenía que olvidarse de Andrés, y que habían demasiados hombres por los que enamorarse. Así que pasamos parte de lo que quedaba del viaje intentando que él aprendiera a ligar con algún valenciano. El último día tuvo éxito y yo no pude alegrarme más por él.
Alex siguió unos días en mi cabeza. No como las otras veces, no estaba pensando una y otra vez en como conquistarle o si sus gestos significaban algo. Simplemente recordaba los pocos momentos que tuvimos, la increíble noche que pasé a su lado y los incontables besos que nos habíamos dado, cada uno diferente y mejor. Él tenía razón. Nunca tuvimos futuro, nunca me paré a pensar en que era lo que estaba haciendo. Era mi profesor, el mejor que he tenido nunca y hombre que más he querido en mi vida. Pero no era una historia de amor, nunca lo fue.
No volvimos a hablar en todo el viaje, en parte porque a penas nos veíamos ya que los dos grupos hacíamos tours separados y en parte porque buscábamos no coincidir. Eso me ayudó mucho a , poco a poco, olvidarme de lo un día tanto quise tener.




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