Mi profesor I

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- Mira que sois empalagosos.

- Dejanos disfrutar, amargada.

- Marc, no digas eso. - Se disculpó Andrés.

- Ali, lo siento, no quería decir eso... ya sabes.

- No te preocupes tonto, dile a tu noviete que no se preocupe.

Y siguieron con sus arrumacos. Ambos ya se habían enterado, como toda la clase, de los rumores de que el nuevo hijo de Alex era "precioso" y "una fotocopia del padre". Por ello, siempre tenían mucho cuidado con no recordarme nada que tuviera que ver con él o simplemente con que estaba sola. Ya había pasado un mes y aunque yo me enteré mucho antes, para ellos seguía reciente. Andrés se enteró poco después de todo lo que había pasado con Alex. Ellos dos se habían convertido en mucho más que mis confidentes, eran como mis hermanos, aunque estuvieran todo el día besándose. Además, ahora que Marcos estaba muy ocupado con su nueva novia, agradecía mucho tenerlos a ambos.

Nunca les llegué a contar que yo supe lo de la "fotocopia del padre" cuando había ido a su departamento a declararme OTRA VEZ. Fingí la reacción cuando Sancho Panza, así apodamos al sustituto, nos lo dijo a toda la clase. Quería guardarme ese momento para mí para poder enterrarlo yo sola y saber que jamás sería desenterrado por nadie.
Me costó mucho al principio hacerme a la idea. No entendía muchas cosas que el había hecho y no comprendía como no fue capaz de decírmelo. Porque algo llegó a sentir por mí, de eso estaba segura. Supuse que no era lo suficiente como para ser sincero y con el tiempo dejé que mis dudas se cansaran de estar en mi cabeza.

Ahora estaba acabando bachiller y a pesar de ser muy poco agradable, Sancho Panza era buen profesor. Mis notas eran inmejorables y eso hizo que mi madre me dejara irme de viaje en verano, junto con Marc Y Andrés. Aunque nunca le dijimos que sólo reservamos dos habitaciones en el hotel.
Ellos estaban cada día mejor. Les costaba mucho esconderse en clase, pero como quedaba poco y tenían todo un verano para disfrutar de su amor, pudieron aguantarse. El destino escogido para el viaje provocó más de una pelea. Ellos quería ir a Roma, que aunque fuese preciosa era la ciudad del amor por excelencia y yo quería olvidar, no ponerme a llorar. Elegí Nicaragua, pero ellos dijeron que una buena caca. No iban a hacer su primer viaje de pareja a un sitio tan poco romántico. Después de horas de discusión, Grecia nos pareció a todos estupenda. La verdad es que tenía muchas ganas de ir por su gran riqueza artística y porque decían que era una de las joyas del mediterráneo. Además del yogur.

Gracias a esa emoción por el viaje, las últimas semanas de clase pasaron volando. Y más aún porque en la mayoría de clases las pasábamos decidiendo que asignaturas escoger para segundo de bachiller. Era el año más importante de nuestras vidas y las asignaturas que eligiéramos serían las que también haríamos en la PAU. Ese día me enteré de que Alex no iba a volver al instituto. Después de su baja lo iban a mandar a otro en otro pueblo. Supuse que fue él mismo el que lo pidió. Vaya, estaba decidido a no verme más y mucho menos a dar la cara. Mejor. Yo no quería verlo. O eso iba a decirme durante todo el verano hasta que fuera verdad. No puedo decir que no sentí nada al saber que no lo vería más. Me jodió. Mucho. Y me seguiría jodiendo mucho tiempo hasta que me acostumbrara. Yo me despedí de él, y al menos para mi, fue verdadero.

Llegó el último día de clase y estábamos más felices que nunca. Nos despedimos de todos los profesores con alegría y pena, porque a pesar de todo, habían sido importantes durante todo ese año para nosotros. Yo no pensaba hablar con Silas, pero por todo lo que me había aconsejado y por el aprecio que un día le tuve, decidí ir a su departamento y despedirme como era debido. Además muchos dijeron que ese iba a ser su último curso en nuestro instituto. Así que aproveché el patio para ir a hablar con él.

- Vengo a despedirme.

Dio un brinco en la silla. Estaba muy absorto con unos documentos y no esperaba verme allí, en un lugar en el que tantas veces había estado.

- Vaya, la verdad no me esperaba que vinieras.

- Bueno, no me gusta ser rencorosa y he oído que te vas.

- Ah ya, sí, creo que es lo mejor para mí y para muchos.

- Bueno, eso depende de ti. A pesar de todo, te he tenido mucho cariño.

- Lo sé Alicia, y me gustaría pedirte perdón por..

- No Silas, no tienes que pedirme perdón por nada. Lo que hiciste no es de buena persona ni de amigo, pero estabas haciendo lo correcto.

- No sé si te he entendido mucho, pero bueno.

- Digo que era lo que necesitaba. Así que en parte te doy las gracias.

- ¿Le querías de verdad?

La conversación estaba yendo por donde yo no quería. Pensé bien la respuesta.

- Creo que sí.

- Aunque te parezca una locura, creo que él a ti también.

Eso no era para nada lo que necesitaba oír.

- Silas, va a ser padre. Bueno, ya es padre. ¿A ti te lo contó? Porque a mi te aseguro que no. Además, si tu lo odias.

- Cierto, lo odio. Y cierto, ha sido padre. Pero que tenga un hijo no quiere decir que ame a su mujer, amará a su hijo. Y que le odie no quiere decir que no pueda ver las cosas con claridad. Yo pienso que es una mala persona pero porque tengo mis motivos.

Aguanté las ganas que tuve de preguntarle que motivos eran. Pero me aguanté, cuanto más indagara en esa historia, más daño me haría a mi misma.

- Sea como sea, yo no quiero saber nada.

- Te entiendo y es lo mejor que puedes hacer. Pero no podía irme sin decírtelo. Te quiso Alicia, y por ello supo que lo mejor para ti era estar lejos de él.

Lo que Silas me estaba diciendo debería haberme provocado un vuelco al corazón. Pero estaba demasiado dañada y demasiado cansada como para volver a sentir ilusión por Alex. Vale, me quería, pero no lo suficiente.

- Espero que te vaya muy bien Silas. Te lo deseo de corazón.

- Yo también.




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