Mi promesa

35 | Emily

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Sentada con un hermoso vestido rosa, razas de te blancas y galletas caseras me veía Natacha. Traía dos coletas a los costados de su cabeza y en ese momento para nosotras lo mas importante era jugar. Vivíamos algo lejos la una de la otra pero siempre estaba mamá para llevarme a su casa o la madre de mi amiga la traía a la nuestra.

– ¿Quieres mas té Emily? – alzando la tetera Nat espero mi respuesta que no tardo en llegar asintiendo. Levante mi taza y el té imaginario la lleno.

– Natacha mi mami dice que en unos días comenzaremos de nuevo el kinder y que ahora seremos compañeras de clase – hablo repitiendo la noticia que desde hace una semana me tiene tan contenta.

– Hagamos una promesa Em, prometo nunca dejar de ser tu mejor amiga por siempre hasta el infinito – alzando su dedo meñique mi amiga me sonríe mostrando los dientes que le faltan. Entrelazando mi dedo con el suyo nos reímos para continuar jugando con sus peluches a las doctoras.

Estando frente a la casa de Nat se me hace difícil no tener recuerdos de nuestra amistad a lo largo de los años. Víctor me estaba tomando de la mano y papá camino unos pasos hasta que se detuvo para verme. Todo esto era difícil para mi, pensar que volvería a entrar en casa de mi mejor amiga y que ella no estaria gritando que el vecino esta loco me dan ganas de llorar. Pero armando valor de donde no se que tenia camine junto con mi novio y papá tocando el timbre de la casa. Parecía que nada había cambiado y hasta la piedra falsa con la llave estaba puesta en la planta de la izquierda a la puerta.

– Oh Emily tanto tiempo sin verte – frente a mi estaba la mamá de Natacha, se la veía cansada y en sus ojos se notaba la tristeza. – Dame un abrazo mi niña – soltando la mano de Víctor abrace a la mujer que durante años me vio crecer junto a su hija. Al escuchar su sollozo no pude evitar que mis ojos se empañaran. Pero retengo las lagrimas se que a Nat no le hubiera gustado que llore, no al menos delante de su madre y por ella me estaba aguantando.

Al separarnos la mujer seco las lagrimas de sus mejillas y le dio la bienvenida a mi papá y a Víctor. Nos dejo pasar directo al patio donde toda la ceremonia se realizaría. Fue algo difícil caminar por la casa sin que recuerdos de Nat y yo vagando por el lugar se me vinieran a la cabeza. Todo en esta casa seguía igual como si de repente apareciera corriendo por el pasillo Nat y me saltara en la espalda asustándome como era habitual en ella.

El patio estaba lleno de personas vestidos de negro y con detalles en rosa como se había pedido. Por encima de todos busque a Cerbero y lo encontré viendo la foto de Nat. Camine hacia el teniendo aun la mano de Víctor aferrada a la mía, necesitaba su compañía para soportar todo esto. Cerbero cambio desde la ultima vez que nos vimos, su cabello negro estaba algo crecido y en su nariz ya no estaba su pircing. Al verme se sorprendió un poco pero luego me abrazo con fuerza y yo le correspondí soltando un par de lagrimas.

– Gracias por estar aquí Em – murmura el moreno separándose de mi – Para Nat seria muy importante que estés aquí – no hacia ni falta que me lo dijera, yo y Nat éramos como hermanas. Todo lo que paso el día de su muerte me sigue persiguiendo hasta el día de hoy y quizá esta despedida pueda darle un cierre a todo eso.

– No debes agradecer, sabes cuanto significaba Nat para mi – secando las lagrimas siento la mano de Víctor frotar mi espalda. En ese momento reaccione y me gire acercando mas a mi novio – Cerbero te quiero presentar a Víctor mi novio, Víc el es Cerbero el novio de mi amiga Natacha – ambos se estrechan la mano saludándose de manera cordial y nos ponemos hablar un poco sobre lo que se hará en la ceremonia.

Cuando papá se acerco a nosotros deje que Víctor le explicara lo que nos dijo Cerbero. Mientras buscaba con la mirada a la mamá de mi amiga me encontré con alguien que no esperaba ver. Se que es el mejor amigo de Cerbero pero no me esperaba verlo en la ceremonia en memoria de mi amiga. Estaba diferente los años lo hicieron cambiar al igual que a todos nosotros, pero continuaba con el aire de chico malo y mirada penetrante. 
En cuanto noto mi mirada dejo de hablar con una chica y me miro, una mirada que hace mucho no veía. Antes me hubiera hecho temblar pero ahora ya no me causa nada y desviando la mirada de la suya vuelvo a ver a Víctor que pasa una mano por mi espalda baja atrayéndome a su costado. Quise decirle si me acompaña a otro lugar cuando el sonido de una garganta aclarándose me detiene.

– Hola Emily – escuchar su voz me pone de piedra no tengo ánimos de hablar con él ahora. No es ni el momento ni el lugar.

– Hola Zac – murmuró en un tono monótono y acercándome aun mas a mi novio si es que se puede. El pelinegro no pudo decir nada cuando la mamá de Nat llamo la atención.

– Gracias a todos por venir a honrar la memoria de mi hija – la mujer toma la mano de su esposo para poder continuar – Llego el momento de encender las velas por Nat y tener unos minutos de silencio mientras la recordamos – los papás de Nat encendieron una vela cada uno y con ese fuego encendieron la de Cerbero. Yo encendí la mía y le pase fuego a mi novio y a papá.

Contamos hasta tres con Nat y luego corremos arrojándonos de bomba al agua de mi piscina. Los días mas calurosos del verano los pasamos en mi casa porque tenemos piscina y mi mamá nos prepara jugo de limón frio. Pero hoy en especial es un día distinto Nat parece estar mas emocionada de lo normal y quiere contarme algo urgente.

– Ya nos refrescamos ahora dime ¿que es eso tan importante que me tienes que decir? – le pegunto viéndola moverse de un lado al otro en el agua.

– Recuerdas a Cerbero el corredor ilegal que me pidió ser su compañera en la carrera que perdió Zac – como olvidar ese día Zac estuvo indignado toda una semana hasta que volvió a ganar otra carrera.

– Si, ¿que pasa con ese chico? – Nat se giro y nado hasta la orilla apoyando sus brazos en el borde y miro a mi casa. Mis padres no estaban y Trevor estaba con sus amigos haciendo vaya a saber que.

– Cerbero y yo ahora somos pareja Em – se giro a verme con un brillo especial en su mirada, nunca la había visto tan feliz. Mi primer instinto fue felicitarla, luego la abrace con fuerza y después me burle un poco de como se veía. Una típica charla entre amigas.

Extraño tener esas típicas charlas.




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