Mi prometida

5. Tengo que hacerlo.

Después de mirarlo por cerca de media hora como una acosadora profesional, caminé hasta lo que pensé era un closet, que por suerte, si lo era, busque una sudadera y una camisa, luego fui al baño de la misma habitación donde Thomas seguía durmiendo plácidamente y tomé una ducha, me vestí y camine fuera de la habitación, tal vez las empleadas ya estaban ahí y podría buscar algo para preparar con su ayuda, si es que encontraba la cocina.

Según el reloj que había en la habitación, eran las nueve de la mañana y mi estomago lo sabía incluso desde antes de ver la hora, moría de hambre, el día anterior no comí nada por estar tan confundida y con ganas de pelear con el hombre que seguía durmiendo como si nada. El no comer no hizo ningún bien a mi cuerpo, porque estaba un poco débil por la falta de alimento, pero ya era tarde para arrepentimientos.

Al llegar a la sala de estar miré alrededor, las ventanas estaban abiertas, al igual que las puertas, eso facilitaba mi búsqueda de la cocina, caminé por la sala, tratando de descubrir cual de todas las puertas me llevaría a mi destino, la lógica me hacia pensar que la cocina normalmente estaba ubicada cerca de donde estaba, y que casi siempre fluye hasta el fondo de la casa, por lo cual decidí tomar ese camino, tal vez debería seguir mas a mi intuición, porque si encontré la cocina y a las mujeres que vi el día anterior.

—Imagino que tienes hambre, Dennise ¿verdad? —Sara sonreía, mientras revolvía algo en el fogón, me acerqué a ella y miré lo que preparaba.

—Bastante, ayer no comí en todo el día —ella asintió y señalo una mesa que había al otro lado de la cocina.

—Ve a sentarte, en cuanto esto termine de cocinarse, te serviré.

—Yo puedo preparar algo —negó con la cabeza y volvió a señalar hacia la mesa.

—Me pagan para hacer esto, así que déjame hacer mi trabajo y ve a sentarte —asentí, no tenia como contradecirla.

Ninguna de las otras chicas me hablaba a mí, pero si murmuraban entre ellas, me miraban una por una y después volvían a los murmuros, era incomodo e innecesario, pero debía soportarlo, no tenía energía suficiente como para decirles que mejor me preguntaran directamente sus dudas y así dejarían de hablar acerca de mi como si no estuviera presente.

Buon giorno —saludó Thomas al entrar.

Las vocecillas en la cocina se silenciaron de inmediato y todas, de forma suave, respondieron de igual manera. Él camino hasta donde yo estaba, tenia el cabello nuevamente peinado, una camisa blanca de botones y un pantalón gris oscuro, con zapatos obviamente negros, le gustaba vestirse elegante, lo cual para mi no era tan común, los chicos de mi edad normalmente iban en ropa deportiva o simples jeans con camisas de algún equipo de futbol o una banda.

—¿No encontraste tu maleta? —pregunto señalando mi ropa, o mejor dicho, su ropa.

—Tenía hambre —fue todo lo que respondí, ya la batalla, que yo misma empecé, estaba perdida, era tonto volver a intentarlo, él contaba con ventaja.

—Bien —asintió y le agradeció a la mujer que nos trajo a ambos platos de comida —Al terminar, sube a cambiarte, tu maleta está en la habitación frente a la mía.

Asentí sin decir nada y esa vez no era por molestarlo, simplemente tenía la boca llena de comida; él sonrió y empezó a comer también.

—¿Vas a llevarla tan pronto? —pregunto sara —Deberías dejarla adaptarse primero, nada de esto es normal para ella Thomas.

Thomas la miró, yo me quedé con la cuchara a medio camino esperando su repuesta, las cosas habían empezado a sentirse extrañas de nuevo.

—Tengo que hacerlo, Sara, normalmente las gemas están expuestas a nosotros desde pequeñas, con ella actuamos diferente a petición de sus padres, no podemos retrasarlo más, es momento de que se entere de todo, no tenemos mucho tiempo.

Se veía genuinamente preocupado, al igual que sara, que me miraba con una expresión que no podía entender completamente.

—Si crees que esa es la mejor decisión, adelante, tú eres el protector de las gemas, las conoces mejor que nadie —ella toco el hombro de Thomas y éste sonrió.

—Intentare hacerlo de forma que no la afecte demasiado —no pude evitar reír —¿Qué es tan gracioso?

—Es muy tarde para intentar que no me afecte demasiado, desde hace tres días que me afectó demasiado, mis padres nos han guardado un secreto enorme durante toda mi vida y la de mis hermanos, estoy lejos de mi casa y ahora están ambos hablando de cosas que no entiendo, pero que me imagino son bastante más confusas de lo que fue lo que trataste de decirnos a los gemelos y a mi ayer, así que si, ya es tarde para intentar eso.

Sara asintió y camino fuera de la cocina junto a las demás chicas, Thomas se quedó mirándome y yo me levante.

—¿A dónde vas?

—A cambiarme, se supone que debemos salir ¿O no? —él asintió y yo camine hasta la habitación que el me había indicado.

No podía crear una historia en mi cabeza que sonara lógica para entender todo lo que estaba pasando, nada de los últimos tres días había tenido lógica, todo eran historias fantásticas que personas como mis padres y mis hermanos creían, que yo también creía porque estuve cerca de algo que era imposible que existiera, intentaba unir todo lo que sabia hasta el momento y nada funcionaba, ¿vampiros? No, según mi conocimiento literario eran más crueles y les gustaba asesinar cosas, ¿hombres lobo? Tampoco, la única evidencia que tenia eran las garras del hombre del apartamento y parecían más de león que de lobo. Nada me acercaba a una teoría lo suficientemente correcta como para dejar de darle vueltas al tema. La cabeza empezaba a dolerme.

Saqué de mi maleta un par de pantalones, una camisa negra sencilla, me cambie y baje a la sala de estar, dónde Thomas me esperaba.

—Bien, hagamos esto rápido, necesito respuestas —él asintió y camino fuera de la casa, seguido por mí, pensé que íbamos a tomar el auto, pero en lugar de eso, él empezó a caminar hacia el bosque.



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En el texto hay: angeles, romace, destino

Editado: 24.07.2020

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