Mi prometida

9. Acaso ya olvidaste quién es mi padre.

Llevábamos cerca de dos horas intentando descubrir mis habilidades, pero seguíamos sin ver nada, Thomas se hirió un brazo con una roca afilada para ver si podía curarlo, pero nada pasó, intenté entrar en su mente, pero solo logré verme completamente ridícula con los dedos en sus cienes.

—Esto es inútil, y ya llevamos mucho tiempo aquí, ya estoy cansada —él me miro y sonrió —Paciencia Dennise, ninguna gema ha podido utilizarlas a la primera, recuerda que todo es un proceso y llevas dieciocho años con las habilidades ahí, sin usar.

—¿podemos ir a la casa? —pregunte, estaba algo cansada y también un poco desmotivada, esperaba, aunque fuera una muestra de que si poseía las habilidades de las que tanto Thomas hablaba.

—Vamos a la casa —empezó a caminar y yo atrás de él.

—¿En serio crees que puedo manejar bien los poderes angelicales?

—Lo creo, pero tu también debes créelo, no debes sentirte mal por no haberlo logrado todavía, normalmente pasa después de unos días de practica —sonreí, eso era una buena noticia.

Caminamos hacia la casa en silencio el resto del camino, empezaba a sentirme mejor con su compañía, no era tan desagradable después de todo. Llegamos a la casa y él me dijo que iría a revisar algo en la entrada, yo asentí y entre a la casa, donde me encontré con el tipo del otro día.

—Pero que bella estas —se levantó del sofá y camino hacia mí.

—¿Qué haces aquí? —pregunte mirándolo mal, había sido un excelente momento para Thomas decidir ir a revisar algo.

—Vine a verte —respondió sonriente mientras se sentaba nuevamente y ponía las piernas sobre la mesa que tenia en frente.

—A Thomas no va a gustarle saber eso —amenace sin acercarme, la distancia era mejor.

—No me interesa si le gusta o no —respondió indiferente y levanto los hombros —Él es muy débil, no le tengo miedo.

—¿En serio? —pregunte mirándolo y recordando la cara que había hecho con las amenazas la anterior vez que estuvo aquí —Porque yo recuerdo a un tipo igual que tú, huyendo de aquí, yo creo que finges valentía porque solo estoy yo aquí.

—Ten cuidado con lo que dices, cielito, me puedes hacer enfadar —hablo con los dientes apretados, la advertencia llego tarde, ya estaba enfadado —Recuerda que estás sola, tu noviecito no va a poder defenderte.

Tenia razón, Thomas no estaba aquí para hacerlo irse, pero no pensaba encogerme y llorar, aunque sintiera miedo al verlo levantarse y caminar hacia mi con una sonrisa en los labios; sonreía como lo haría un asesino en serio, viendo su presa número quinientos.

—Aléjate de mí —lo dije intentando sonar firme, como si no tuviera miedo alguno de él —Thomas vendrá y me va a complacer verlo sacarte los ojos.

Una risa escandalosa salió de sus labios, haciéndome sentir un poco mas atemorizada, era obvio, él sabía cómo ser aterrador, yo no.

—Ese idiota esta muy lejos, no va a hacerme nada porque ni siquiera va a saber que estuve aquí.

Continuó caminando hacia mí, mientras yo retrocedía y esto parecía divertirle, él creía estar jugando al gato y el ratón y para mi mala suerte yo era el ratón, esta vez no estaba Thomas para defenderme y necesitaba encontrar algo con lo que pudiera golpearlo, pero no tenia nada a la mano, nada que fuera lo suficientemente fuerte como para desestabilizarlo.

—¿Quieres jugar al doctor, cielito?

Mi corazón latía cada vez más rápido, estaba muy cerca de mi y yo estaba a dos pasos de llegar a una pared, él era más alto y fuerte de lo que yo lo era, debía hacer algo, pero no sabia que y me desesperé aún más cuando sentí la pared en mi espalda y él puso las manos a los lados de mi cabeza, respiré hondo y cerré los ojos. Una de sus manos toco mi mejilla, un calor empezó a extenderse por mi pecho, mis brazos y dedos mientras puse las manos en su pecho y lo empujé, al abrir los ojos lo vi mirarme con la boca abierta a dos metros de distancia de donde estaba segundos antes, su ropa en la zona donde había tocado con mis dedos estaba quemada, no entendía nada de lo que estaba pasando.

—¿Qué tal si jugamos que yo soy la muerte y vine a por ti? —pregunto Thomas desde donde estaba antes sentado Boyle, llamando su atención y que dejara de mirarme a mí.

Al escucharlo hablar, pude respirar mas tranquila, ahora si tenia alguien que pudiera compararse con él en fuerza, o incluso superarlo. Thomas camino lentamente hasta donde estaba Boyle que lo miraba enojado y temeroso al mismo tiempo.

—Tommy, era una broma, yo… —él levanto haciendo que el tonto se quedara en silencio.

—No quiero escuchar una sola palabra mas salir de tu puta boca Boyle —estaba realmente enojado y camino hasta quedar delante de mí, dándome la espalda.

—Pero Thom…

—Pero nada, vete de aquí antes de que me arrepienta y te mate, sabes bien que sé perfectamente cómo hacerlo —yo siendo él ya hubiera salido corriendo, Thomas de la manera en la que estaba hablando se sentía mas terrorífico de lo que Boyle pudiera ser en cualquier momento —O acaso ya olvidaste de nuevo, ¿quién es mi padre?

A la mención del padre de Thomas, otra vez Boyle se tensó y su expresión cambio a una de miedo absoluto.

Al parecer su padre era alguien importante o muy aterrador, para que a su sola mención causara una reacción como esa.

—Vete antes de que olvide totalmente porque te he dejado vivo ya dos veces.

Christian Boyle no dijo nada más, solo caminó hasta la puerta y se fue, dejándonos a solas de nuevo.

—¿Estas bien? —preguntó aun dándome la espalda.

—Yo estoy bien, ¿tu estas bien? —me acerqué a él y puse una de mis manos en su espalda.

—La próxima vez no voy a dejarlo ir, lo voy a matar —acaricié suave donde tenia la mano y él suspiró.

No dije nada porque estaba de acuerdo con él, no quería tener que verlo de nuevo y menos tenerle miedo, si la única forma de que no volviera a molestar más era matándolo, estaba bien con eso, Christian Boyle era un asqueroso pervertido que me miraba con ojos de lujuria extrema, un pervertido menos era mejor que la posibilidad de que me atacara.



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En el texto hay: angeles, romace, destino

Editado: 24.07.2020

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