Después de que Thomas me dijera que me amaba, entramos a la casa y me guio a la biblioteca, que nunca había visitado, nos sentamos en el sofá de en medio después de tomar un libro al azar para leer, tenia la sensación de que Thomas no quería apartarse de mi y no me molestaba. Cuando terminamos ambos de leer cerca de cinco capítulos, decidimos que era un buen momento para ir a la habitación, la noche ya había llegado y ambos nos sentíamos cansados, por la pesada mañana y las pequeñas visitas a los recuerdos. Me puse un pijama y me acosté, unos minutos después él se acostó a mi lado, los dos caímos rendidos en un sueño profundo.
Desperté a la mañana siguiente, sintiendo el peso del brazo de Thomas sobre mi cintura y su respiración en mi frente, aun estaba dormido y se veía muy tranquilo. Estire una de mis manos con cuidado de no moverme muy brusco, la acerque a su rostro y acaricie su mejilla con la yema de mi dedo índice, su piel era suave, como la seda y tibia, Thomas dio un respingo suave y frunció la nariz de una forma muy tierna, subí los dedos hasta tocar una de sus cejas y la peine, luego subí del todo y acaricie su cabello hasta que lo sentí moverse de nuevo y decidí apartar la mano, iba a despertarlo si seguía.
—No —hablo bajito, sin abrir los ojos —Continúa, por favor.
Acerque mi mano nuevamente y seguí acariciando su cabello, las comisuras de sus labios, se levantaron en una pequeña sonrisa de boca cerrada, no pude evitar sonreír también, ese momento era tan dulce que quería que durara mas tiempo del que probablemente iba a durar. Dos minutos después, aparte mi mano y él gruño en protesta.
—Debo levantarme Thomas —reí y el estiro una mano, tomo la mía y volvió a ponerla sobre su cabeza haciéndome reír más.
—Quédate un poco más —murmuro abriendo los ojos y haciendo el puchero mas bonito que había visto en un hombre —Por favor.
—Quiero ir al baño y me estoy muriendo de hambre también.
—Bien, tú ganas —aparto su brazo de mi cintura y se recostó boca abajo.
—Eres mas un oso perezoso que un ángel —me burle mientras me levantaba y caminaba al baño.
—Sí, claro amore —respondió y yo reí, era un bebe a pesar de tener quien sabe cuantos siglos.
Después de darme una ducha, baje a la cocina, donde sara esperaba para servir desayuno, me saludo amable, igual que todos los días, me senté en la mesa de siempre y empecé a comer cuando ella puso los platos frente a mí, comí rápidamente todo lo que ella preparo porque estaba muriendo de hambre ya que no habíamos cenado la noche anterior. Al terminar de comer, camine hacia la escalera para ir a la habitación de Thomas, quería ver mi familia y lo molestaría hasta que aceptara llevarme, pero dos golpes en la puerta me desviaron de mi camino inicial. Abrí la puerta y frente a mi se encontraban dos chicos y una chica
—Era verdad — murmuro uno de los dos chicos —La encontró.
—Te dije que lo haría, siempre lo hace, estamos hablando de Thomas, tiene habilidades muy especiales para estas cosas —los dos chicos estaban hablando en ese momento como si yo no estuviera frente a ellos.
—¿Necesitan algo? —pregunte mirándolos.
—Sé que Thomas tiene habilidades que el resto de nosotros no —continuaron su conversación ignorándome —además conoce también muchos métodos de búsqueda y atajos entre mundos, recuerda que es hijo de…
—Di quien es mi padre y te arranco la lengua —interrumpió su conversación Thomas.
—¡Thomas! —lo miré y negué con la cabeza —No seas grosero.
—Pero que violento, Thomas, me gusta la idea, la apoyo —sonrió el chico de la izquierda —Arranquemos la lengua de Louis.
Parecía bastante animado, pero el otro chico, Louis, se veía serio, como si no quisiera andarse con juegos.
—¡Axel! —regaño la chica —Deja las tonterías, no vinimos a jugar.
—Karlee, le quitas la diversión a todo —respondió mirándola coqueto.
—Mejor entren —dijo Thomas negando con la cabeza.
Louis, Axel y Karlee, entraron siguiendo a Thomas hacia la sala de estar y se sentaron, yo los seguí y me senté junto a Thomas, que estaba perfectamente vestido y peinado.
—No puedo creer que la hayas encontrado, entre tantos humanos con tanta facilidad —hablo Louis —¿Hace cuando la hallaste?
—Hace veintitrés años —respondió muy confiado.
—¿Cuántos años tienes? —pregunto Axel.
—Dieciocho —murmure mirándolos a todos.
—¿Como es que te encontró hace veintitrés si tienes solo dieciocho? —preguntó mirándome.
—Yo no sé nada, pregúntaselo a él —dije mirándolo —Hace poco se de los ángeles y todo lo que involucra las gemas.
—Te contaré la historia completa para que no te quede ni una sola duda Axel.
—Suerte que contamos con tiempo —dijo Louis mirando a Karlee que sonrió.
—Cada uno de los varones portadores del gen, tienen a su alrededor un aura angelical muy leve, que solo es visible para nosotros los guardianes de las gemas, encontré a su padre hace veintitrés años y espere que tuviera una hija, desde ese momento lo cuide y cuando ella nació, no parecía tener esa aura angelical, así que continúe buscando, aunque volvía cada cierto tiempo a revisarla —me señalo con la cabeza —Hace unos años vi el aura salir de ella y desde entonces la cuido.
—Yo pensaba que todos los ángeles conocían todo acerca de las gemas —hable mirando a Thomas, que negó con su cabeza.
—No es así amore, no todos conocen la historia de las gemas y que es lo que pueden hacer, no es algo de dominio público, Riandra decidió que fuera algo que solo conocieran ángeles de rangos altos, los demás no debían saberlo, pero la información se filtro un poco, por eso hay ángeles y demonios que intentan cazarte y acabar contigo, porque creen que las gemas son un peligro.
—Que estupidez, yo no soy un peligro ni para mí misma, ni siquiera se utilizar mis habilidades aun, no entiendo porque me tendrían miedo —cruce los brazos.