—¿No puedes quedarte esta noche con nosotros? —murmuro mi mamá mientras nos despedíamos, deseaba quedarme y no volver a irme, los extrañaba demasiado.
—No puedo mamá, las personas que están buscándome deben pensar que ustedes no saben nada —sonreí un poco para tratar de calmarla —Pero trataré de venir cada vez que pueda.
—Cuídate Denisse —papá me abrazó y luego entró de nuevo a la casa, no le gustaba despedirse.
—Intentare traerla seguido, para que puedan hablar —dijo Thomas dándole la mano a mi madre.
—¿No puede usar el teléfono en casa? Al menos así no nos extrañaríamos tanto —mi madre no era una mujer que llorara fácil, pero en ese momento su voz sonaba débil y quebradiza.
—Los arcángeles fueron quienes construyeron el lugar para proteger a las gemas, se encargaron de que ningún tipo de señal telefónica o red de internet funcionara allá, así no rastrearían sus llamadas o interacciones, es por su seguridad —ella suspiro, asintió y entro a la casa.
Ambos caminamos hacia el auto y subimos, me sentía nuevamente triste por tener que alejarme de ellos. antes cuando pensaba en irme de casa, me imaginaba reuniendo mis cosas para ir a la universidad, no podía esperar para escoger una carrera e irme, era irónico que ahora que vivía fuera de mi casa, lejos de mis padres y hermanos, solo pensaba en volver, extrañaba estar con ellos.
—¿Crees que en algún momento todo esto va a mejorar? —pregunte mirando a Thomas.
—Cada día, Sara, Rosie y Mary me dicen que en el camino ven a varios ángeles buscándote por todos lados, hay algunos que ya saben donde esta la casa, intentan entrar, pero no logran hacerlo, tu aura angelical esta aumentando y ellos también, todos quieren acercarse a ti, te lleve con tus padres hoy, porque es probable es probable que mas adelante no puedas salir de la casa, y más con la información que nos dieron Karlee, Louis y Axel.
—¿y si mejor nos preparamos y peleamos? No quiero quedarme en casa, encerrada, nada más que huyendo de los problemas, puedes defenderme y enseñarme como hacerlo, soy mitad ángel ¿no?
—Podríamos intentarlo —me miro y sonrió un poco —Pero de aquí en adelante vas a tener que levantarte temprano cada día, quedarte horas conmigo en el bosque aprendiendo como defenderte de todos los posibles ataques que podría hacerte un ángel.
—Lo haré Thomas, quiero aprender a defenderme y poder tener una vida normal, no quiero vivir encerrada —él estaciono el auto un poco lejos de la entrada de la casa y se quedó mirando la reja abierta —¿Qué pasa?
—Creo que en casa hay un invitado no deseado —murmuró mirándome.
—Pues creo que vamos a tener que entrar y sacarlo de nuestra casa —me miro y yo sonreí —tengo miedo Thomas, pero no voy a permitir que el miedo me domine y para eso debo enfrentarlo, es el momento de enfrentar a quién sea que quiera atacarme.
—Muy bien, entonces entremos —encendió de nuevo el auto y condujo hasta la casa.
En el camino no vimos a nadie por ahí, las flores estaban intactas y al llegar solo vimos a alguien sentado en la entrada, esperando pacientemente a que llegáramos, ya que cuando vio el auto, se puso de pie, miré a Thomas y vi que se puso tenso en cuanto vio al hombre que estaba allí.
—Amore, baja del auto y ve a mi cuarto, enciérrate allá y no salgas hasta que te lo pida ¿esta bien?
Asentí, bajé del auto y caminé hacia la casa con Thomas siguiéndome, pasé junto al hombre, era rubio, tan alto como lo era Thomas y tenia una expresión seria en el rostro, me miro de arriba abajo y después rodó los ojos. Yo continúe caminando hasta la casa, entré y subí a la habitación, tal y como él me lo había indicado, pero me acerqué hasta la ventana, abrí un poquito la cortina para ver si lograba ver algo de lo que estaba pasando allá afuera, tenía mucha curiosidad, quería saber quién era ese hombre y porque me miró como si le generara asco mi presencia.
Ambos estaban en el mismo lugar, hablando, Thomas se veía visiblemente enojado mientras hablaba o escuchaba lo que fuera que estuvieran diciéndole. Deseaba estar allí con él y poder escuchar todo; cada momento que pasaba más alterados se veían ambos, la conversación estaba convirtiéndose en algo más pesado, incluso pensé que se irían a los golpes, pero se contuvieron. Unos minutos después, el chico abrió unas enormes alas grisáceas y se fue volando quién sabe a dónde.
Thomas subió a la habitación y negó con la cabeza cuando me vio en la ventana.
—eso no es algo muy seguro por hacer, Dennise —se sentó en la cama y se peino el cabello, algo frustrado
—Lo siento, tenía demasiada curiosidad —me senté junto a él y lo empujé un poco —¿Qué te puso tan molesto? ¿Quién es él?
—Es mi hermano —respondió sin mirarme —Y no le gusta la idea de que estés aquí, cree que podrías llegar a hacerme algo, que termines asesinándome.
—¿Qué? ¿Por qué? —me sorprendía, porque yo nunca le haría nada a Thomas, se había portado muy bien conmigo.
—No tienen mucho conocimiento acerca de las gemas, solamente han escuchado rumores acerca de las gemas y lo que realmente son —suspiró y se pasó las manos por la cara —No me gusta pelear con Nathaniel, pero él no quiere entender nada de lo que intento explicarle, lo único que quiere es que me aleje de esto y te deje a tu suerte, pero no puedo hacerlo, mi deber es con las gemas y en este momento contigo, no pienso dejarte y no solo por que eres una gema.
—¿Entonces por qué? —tome una de sus manos, quería que lo dijera, porque no hay nada mejor para una mujer, que escuchar a un hombre siendo vulnerable y diciendo todo lo que siente.
—Porque te quiero, Dennise, no puedo alejarme de ti porque me dolería demasiado.
—¿Y que piensas hacer para convencerlo de que debes permanecer conmigo? —él me miró y puso una mano en mi mejilla.
—No haré nada más, ya me cansé de todo esto —respondió mirando mis ojos.