Mi prometida

18. Alma.

—¿Qué acaba de pasar? —pregunté mirando a mi nueva niñera.

—Que tu novio salió furioso de la habitación —respondió mirándome —¿Sabes quién estuvo aquí anoche?  

—Si, Nathaniel, su hermano —él negó con la cabeza cuando escucho el nombre —Rafael, ¿si puedo llamarte así verdad?

—Puedes hacerlo —sonrío y me miro —¿te sientes mejor?

—Si, ya no duele mi cabeza, ¿puedes decirme que paso? —respire hondo, cada día había algo que me hacia sentir confundida, era molesto, pero ya era habitual.

—Tu dolor era demasiado fuerte, no se sentía como un dolor normal ¿verdad? —asentí y él continuó hablando —Nathaniel uso una de sus habilidades como ángel vengador en ti, intento reclamar tu alma, pequeña Dennise.

—¿Intentó qué? ¿Por qué? —me levanté de la cama, pero me tuve que sentar de nuevo, me sentía mareada y muy cansada, como si no hubiera dormido nada en la noche o en un año —Yo no le he hecho nada, ¿Por qué quiere matarme?

—Lamentablemente Nathaniel fue uno de los ángeles que se salió de nuestras manos, esta siguiendo a un hombre que lo único que quiere es acabar con las gemas por que creen que son impuras y no deberían existir —se acercó, se sentó junto a mí y puso una mano sobre mi cabeza —Se dejó convencer cuando era muy joven e inexperto y nadie logró corregirlo.

—¿Y sus padres? ¿Ellos no pudieron corregirlo? —respiré hondo, la calidez que desprendía su mano hacia mi cabeza me hacía sentir menos débil y tener pensamientos un poco mas claros.

—Su madre murió hace poco mas de dos siglos y su padre perdió el control, se convirtió en alguien cruel, los únicos sentimientos que demuestra desde que ella murió son aquellos más negativos, su corazón fue endurecido por la perdida y no logro superarlo nunca —apartó su mano y me miro —Imagino que ya te deben haber explicado que los ángeles tenemos sentimientos más intensos y ciertos acontecimientos pueden marcarnos de por vida, pero nosotros tenemos que tener consciencia de que si dejamos que aquellos que son negativos sean los que rijan nuestra vida, vamos a terminar en caminos oscuros, eso fue lo que le paso a Thanathos, termino sumido en una oscuridad tan profunda, que nadie fue capaz de sacarlo de ella. Nathaniel va por el mismo camino y cada día que pasa empeora.

—Eso es muy triste —mis ojos estaban húmedos por las lágrimas que habían empezado a salir, me entristecía pensar que perder a alguien importante podría marcarte a niveles tan grandes, en mi vida nunca había perdido a alguien a quien amara, de solo pensarlo, me dolía el corazón, no podía imaginar lo doloroso que fue para ellos tres perderla.

—Tienes buenos sentimientos, Dennise, ahora entiendo porque fuiste la elegida para Thomas.

—¿A que te refieres? —¿acaso el destino está marcado desde que nacemos?

—A que desde el momento en que crearon tu alma, se decidió que eras la correcta para Thomas, es como eso a lo que ustedes llaman el hilo rojo del destino, ¿sabes la historia? —asentí y él sonrío —La leyenda oriental dice que las personas están conectadas por un hilo rojo invisible, que nunca desaparece y siempre está atado a tus dedos, sin importar el tiempo o la distancia, el hilo es irrompible, estas conectado a él desde que naces y es quien te guía en el camino hacia su alma gemela, es un hilo que por mas que intentes escapar de él, no podrás, ya que es la guía hacia el amor, hacia la felicidad, no absoluta, pero si pura. Algo similar a esta leyenda es lo que pasa normalmente con las personas, ángeles o demonios.

—Eso quiere decir que Thomas y yo estamos conectados de cierta manera ¿verdad?

—Cuando nuestras almas son creadas, se les da un rol que debe cumplir cuando llegue al lugar que será su hogar, en mi caso, soy uno de los siete arcángeles, escogidos para cuidar del mundo angelical, terrenal, demoniaco, designar ángeles a cumplir ciertas tareas en cada uno de los mundos, crear o destruir vidas, en mi caso, cuido del mundo terrenal, los humanos, ángeles y demonios que habitan en este mundo y de vez en cuando doy consejos a quienes como Thomas, recurren a mí, confundidos por sus destinos —yo no hable, solo escuche lo que Rafael me contaba, me ayudaba a entender un poco más, el mundo, mi razón de vida, todo —En caso de Thomas, es un arcángel, pero uno guardián, es quien debe cuidar de todas aquellas especies especiales, como tú, para asegurarse de que ninguno de los mundos corra ningún peligro.

—Y en mi caso, nací para ser ese desastre que necesita ser protegido y al mismo tiempo contenido ¿tengo razón? —él rio y negó con la cabeza.

—Tú naciste porque eras necesaria, hay cosas que tu como gema puedes hacer, pero que nosotros como ángeles no, tu puedes decidir si darle vida humana a un ser angelical o si darle vida angelical a alguien humano, además de tener esas habilidades heredadas del arcángel.

—¿Por qué nunca dicen su nombre?

—Cuando un arcángel muere, se le guarda respeto de esta manera, todos saben de quien estamos hablando, pero nunca decimos su nombre —asentí y sonreí.

—¿No crees que deberías ir por Thomas? —estaba preocupada por él, quien sabe que cosas podría hacerle su hermano, no quería que le pasara nada.

—No te preocupes, Thomas sabe como manejar a su hermano.

—Esta bien —Rafael conocía a Thomas y a Nathaniel más de lo que yo lo hacía, así que debía confiar en su palabra —¿Me puedes decir que fue lo que me diste para calmar el dolor?

—No es bueno que lo sepas.

—¿es algo asqueroso? —pregunte mas curiosa que antes —¿Orina de algún animal?

—No, no es asqueroso —río —te voy a contar, pero no debes sentirte incomoda.

—Intentare no hacerlo —asintió.

—Es ambrosia, con un poco de polvo de mis alas.

Me quede mirándolo a los ojos, esperando que riera, parecía una broma, pero al parecer no lo era, porque estaba muy serio mientras lo decía.

—Las alas de los ángeles son especiales, no solo son una parte mas de nuestro cuerpo como un brazo o una pierna, sino que, de ellas, se desprende algo similar al polvo, que puede generar cosas diferentes, por ejemplo en este caso, logro quitar tu dolor y darte tiempo suficiente para que Thomas le exija a su hermano que se aleje de tu alma.



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En el texto hay: angeles, romace, destino

Editado: 24.07.2020

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