Mi prometida

20. Venganza.

El día pasaba muy lento y la preocupación aumentaba cada hora que pasaba, Rafael, estaba muy tranquilo mientras caminábamos por el jardín, observaba las rosas y se acercaba a olerlas de vez en cuando.

—Dennise, ¿sabes cual es la mejor manera de mantener la calma en situaciones como esta? —pregunto mientras cortaba una de las rosas y la estiraba hacia mí, yo negué con la cabeza —La mejor manera de hacerlo es respirando.

Tome la rosa, la acerque a mi nariz y respire hondo, tal y como Rafael llevaba haciendo los últimos diez minutos.

—¿Es normal que tarde tanto en volver?

—La mayoría de veces que los he visto juntos, hablan muy poco, no se llevan tan bien como cuando eran niños —suspiro —A su madre le dolería mucho verlos así.

—¿Qué le pasó a su madre? —Thomas no había mencionado a su madre ni una vez, esta era mi oportunidad para saber de ella sin tener que preguntarle directamente.

—Humanos —me miro y luego continuó caminando, el sol daba en su rubio cabello, haciéndolo lucir dorado —Ella intentaba defender a algunos humanos que estaban siendo atacados por demonios, se interpuso y termino muerta, hay ciertos demonios que pueden acabar fácilmente con la vida de ángeles mas débiles. Las cosas serian tan diferentes si ella siguiera viva.

—Seguramente Thomas sería más cercano a… —dejé de hablar, cuando a lo lejos, vi a Thomas caminando encorvado y cargando algo, Rafael al tiempo, miro hacia allá y de inmediato alzo el vuelo para llegar más rápido hasta él, abrazó su cintura y voló bajo hasta llegar a la puerta de entrada de la casa, yo corrí hasta ella, la abrí y deje que ambos entraran primero, lo que vi cuando ellos entraron hizo que empezara a llorar de inmediato.

La espalda de Thomas estaba llena de sangre, al igual que la única ala que aun tenia aun pegada al cuerpo. Rafael lo recostó con cuidado en el incomodo sofá de la sala de estar y recibió las tres alas que él abrazaba con fuerza.

—¿Qué fue lo que pasó? —pregunte acercándome a él cuando Rafael se alejo con las alas.

—Ya puedes estar tranquila, amore, tu alma ya no esta en manos de Nathaniel —su voz se escuchaba débil y sus ojos estaban a medio cerrar.

—¿Duele mucho? —asintió y cerró los ojos —¿Puedo hacer algo para ayudarte?

—De hecho, si puedes hacerlo, pero no aun, sigue estando muy débil —respondió Rafael —Tú puedes quitar y devolver alas.

—Dime cómo hacerlo, enséñame —las lágrimas salían de mis ojos sin poder hacer nada para controlarlas, me sentía muy mal por Thomas, estaba demasiado débil y había perdido mucha sangre.

—Déjame acercarme Dennise, la ambrosia puede ayudarle con su dolor —puso un vaso en sus labios y él bebió con bastante dificultad —En unos minutos lo llevare a la habitación, ¿conoces a alguien que pueda venir y ayudarte con todo lo que necesites mientras él se cura?

—Mis hermanos pueden ayudar.

—Dame su dirección —me miro y sonrió —Los traeré y luego podre irme.

—¿Irte? —lo miré asustada —No puedes irte, necesito que me digas como devolver sus alas, bueno, ala.

—Es algo que yo no puedo enseñarte, tu debes hacerlo, sentirlo —se acerco y acaricio mi cabeza como si fuera una niña pequeña —No te desesperes, podrás hacerlo.

Respiré hondo y escribí en un papel que encontré la dirección del apartamento de mis hermanos.

—Ellos van a hacerte compañía y te ayudaran a mover a Thomas cuando lo necesite, va a estar varios días casi inconsciente, esto es porque su cuerpo ahorra su energía y la direcciona a curar sus heridas —sonrió —Él va a estar bien y tú lo cuidaras bien, no te preocupes demasiado.

—Lo intentaré —susurré.

—Ya límpiate las lágrimas, tus hermanos estarán aquí en un rato —camino hasta la puerta y salió de la casa.

Me asustaba quedarme sola con él y no porque pudiera estar en peligro de que alguien intentara atacarme ahora que Thomas estaba muy débil para defenderme, tenia miedo de que su hermano volviera y lo lastimara más.

La expresión de Thomas cambiaba por momentos, fruncía el entrecejo y se quejaba por el dolor, a veces abría un poco sus ojos, me miraba e intentaba sonreír, pero estaba tan débil que sus ojos se le cerraban.

—Déjalos cerrados, no voy a irme de tu lado —tomé una de sus manos y di un beso en el dorso —Cuando mis hermanos estén aquí, te llevaremos a la habitación y voy a limpiarte toda la sangre.

—No te preocupes por eso —murmuró.

—Claro que sí, te ves horrible con toda esa sangre encima —levanto las comisuras de los labios, en una pequeña sonrisa —Te ves mas guapo con tu ropa limpia, el cabello peinado…

Deje de hablar porque sentía mi voz temblorosa y no quería que notara lo afectada que estaba en ese momento, yo tenia que ser fuerte por los dos, tenia que ser una mujer fuerte y valiente por si en algún momento era mi turno de defenderlo a él, de protegerlo de cualquier persona, ángel o demonio que intentara hacerle daño. Los lugares habían cambiado, él era quien necesitaba de mí, en vez de yo de él. Iba a cuidarlo el tiempo que lo necesitara y cada día intentaría devolverle el ala que le arrancaron sin piedad y si encontraba la forma de atacar a Nathaniel, para buscarlo y lastimarlo tanto que nunca más intentara meterse con Thomas o conmigo.



#1228 en Fantasía
#4810 en Novela romántica

En el texto hay: angeles, romace, destino

Editado: 24.07.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.