Mi prometida

21. Con toda su majestuosidad.

Thomas estaba en silencio, con los ojos cerrados y la respiración calmada, como si estuviera dormido, pero no lo estaba, porque cada cierta cantidad de segundos apretaba un poco mi mano para hacerme saber que seguía conmigo.

—Deberías dormir, Rafael dijo que era normal que estuvieras casi inconsciente —gruño bajito y yo sonreí, después de un rato dejé de llorar, tal vez ya se habían agotado mis lágrimas —Ya casi llegan los chicos, no voy a estar sola.

—Llego la caballería —hablo Rafael abriendo la puerta y dejando pasar a mis hermanos, que miraban la casa a detalle, tal y como lo hice yo la primera vez.

—¿lo ves? —susurré y di un beso en la frente de Thomas —Ya puedes relajarte.

Los chicos estaban en silencio, mirando los cuadros de la sala de estar, incluso sonreían, pero dejaron de hacerlo cuando vieron el desastre que era el ángel que estaba en sofá, además de la sorpresa que significaba ver por primera vez las alas de un ángel, que, aunque era solo una y estaba manchada de sangre, seguía siendo imponente.

—No sé qué preguntar primero —se acercó Kenneth —Sí que fue lo que le paso o si estoy alucinando y veo un ala, como si fuera un ave.  

—No estas alucinando, ninguno de nosotros lo hace, esa es suya —me levante y los mire a los cuatro que tenían sus ojos en Thomas —Y la otra ala fue arrancada por su hermano.

—Mierda… —murmuro Keith —Esa herida debe doler demasiado.

—En este momento no tiene tanto dolor como cuando llego, gracias a algo que le dio de beber Rafael, es algo que viene desde el mundo angelical y ayuda con eso —expliqué.

—Medicina para ángeles —dijo Kennan —¿la habitación donde es? No podemos dejarlo ahí, se ve muy incómodo, especialmente para su…

No fue capaz de terminar la oración y lo entendía, no todos los días ves ángeles por ahí, tan tranquilamente.

—La habitación esta arriba, es la primera puerta —señale la escalera.

—Tu ve a abrir la puerta, nosotros lo cargaremos hasta allá arriba —asentí y subí la escalera casi corriendo, mientras ellos lo rodeaban y lo tomaban cargado con cuidado.

Abrí la puerta, caminé hasta la cama y aparte las sabanas, acomodé las almohadas y me hice a un lado mientras los chicos entraban.

—Acuéstenlo boca abajo, para que no se lastime su herida —asintieron y al llegar a la cama, lo acostaron tal y como había indicado, Thomas se quejó un poco, por la brusquedad del movimiento.

—Lo siento —se disculpó Kellan, era el mas callado de mis hermanos y también el mas dulce.

—¿Pueden quedarse con él? Tengo que ir a limpiar toda la sangre que hay abajo —camine hacia la puerta, pero Keith tomo mi brazo y me halo dentro de la habitación de nuevo.

—Kenneth y yo limpiaremos la sala y trataremos de que el sofá quede limpio también, Kellan y Kennan, te van a traer agua y algunos paños para que limpies a Thomas —asentí y me acerque a la cama, me senté a un lado y lo mire.

—Gracias por ayudar chicos, son los mejores hombres que he conocido en mi vida —ellos me guiñaron el ojo y caminaron fuera de la habitación.

Thomas ya tenia sus ojos cerrados y parecía que finalmente estaba dormido, acerqué mi mano hasta su cabello y empecé a acariciarlo con cuidado, para no despertarlo. La rabia y los malos pensamientos volvían a pasar por mi mente cada vez que veía la herida y la sangre cubriendo su ala, que antes era de un color blanco inmaculado.          

Diez minutos después, entro Kennan con una olla llena de agua tibia y algunas toallas pequeñas en las manos, dejo las toallas sobre la cama, puso el agua en el suelo y salió de nuevo sin hacer ruido. Baje de la cama, busque una tijera en el baño y con cuidado corte la tela de la camisa que usaba, se la quite y tome una de las toallas, la sumergí en el agua, la saque, la escurrí y la pase con cuidado alrededor de la herida para limpiar toda la sangre en su espalda, luego sus brazos, sus manos y por ultimo su rostro, hasta dejarlo limpio, luego tome otra toalla, la mojé y empecé a limpiar con cuidado sus plumas que estaban manchadas. Me ponía triste ver que solo tenia una de sus alas, que eran parte importante de quien era él, a pesar de estar húmedas, seguían siendo suaves las plumas al tacto y cada vez que pasaba la toalla, se contraían, era increíble pensar que eran parte de sus extremidades, sentía dolor, calidez en ellas, era impresionante y me encantaba poder tocarlas, pero quería que tuviera ambas alas, que fuera capaz de volar nuevamente y verlo erguido, con sus imponentes alas o incluso en el cielo, volando con toda su majestuosidad.

Al terminar de limpiar la sangre, lleve la olla al baño, junto a las toallas, boté el agua y lave la olla y las toallitas lo mejor que pude, salí de la habitación y camine hasta la cocina, donde Kenneth estaba cocinando algo que olía tremendamente bien, sus clases de gastronomía daban mejores frutos cada día.

—Huele delicioso —me hice junto a él y miré la sartén que tenia una salsa y carne cocinado —Extrañaba oler tus preparaciones.

—¿Solo mi comida? ¿no me extrañaste a mí? —fingió sentirse ofendido y luego abrazo mis hombros —mamá nos contó que estas bien y que Thomas te trata bien.

—Demasiado bien —suspire —Es amable y dulce, si lo hubiera conocido en otras circunstancias, estaría loca por él.

—¿Y en este momento algo te impide estarlo? —cerre los ojos y respire hondo.

—Él me gusta, eso lo acepto y ya lo sabe, pero no me siento lista para dejarme llevar y caer completamente por él, es un ángel, me cuida desde hace años, sabemos que nuestras almas están conectadas, el destino nos quiere juntos, pero no se si haya amado a alguien más o si solo me quiere por un lazo que nos fue impuesto, o si es un sentimiento que nació poco a poco  —apagó los fogones y luego reviso que el horno estuviera con la temperatura adecuada.

—Entonces nada te impide dejar que tus sentimientos hacia el crezcan —me miro y sonrió, ignoraba todo lo que le dije, como si fueran cosas irrelevantes  —Es la primera vez que te veo tan preocupada por un hombre.



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En el texto hay: angeles, romace, destino

Editado: 24.07.2020

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