Mi prometida

24.Demonio.

La ducha de Thomas tomó más tiempo del que debería, ya que no dejaba de proponerme cosas de las que probablemente se avergonzaría después cuando la fiebre bajara y de su mente desapareciera la niebla que cubría su sentido de inhibición. Debía admitir que para mí, había dejado de ser incomodo en el momento que me di cuenta de la fiebre, la situación era extraña y divertida, no era la primera vez que alguien se me insinuaba, ya ciertos chicos en mi último año como estudiante me habían hecho propuestas muy claras, solo que yo no acepte ninguna de ellas, para esos chicos el sexo era solamente una forma de entretenerse y divertirse, para mi no lo era y por mas cursi que se escuchara, esperaba encontrar a alguien especial, un hombre que sintiera por mi algo más que simple atracción por mi cuerpo.

Thomas sonreía, trataba de poner sus manos en lugares donde no debía y luego reía, pensando que estaba jugando con él. Toda mi ropa termino mojada y llena de jabón por sus juegos o intentos de convencerme y no se detenía a pesar de que golpee con bastante fuerza sus manos, pero llegó un momento en que por fin se quedó quieto, mirando fijamente mis ojos, por lo cual pude enjuagarlo y salir de la ducha para buscar toallas para los dos, acerqué la suya y como un niño bueno, se envolvió en ella, lo cual era incluso más extraño que su actitud anterior.

—¿Thomas? —puse la mano de nuevo en su frente, aún tenía fiebre —¿Te sientes bien?

—Si, estoy bien —me miro y puso sus manos en mis mejillas —Tu no vas a abandonarme ¿verdad?

—¿Qué? —definitivamente estaba alucinando, la fiebre lo afectaba más de lo que creía, lo mejor seria bajar y buscar a sara, ella sabría que hacer —Tienes que vestirte Thomas, salgamos.

—No, Dennise, respóndeme, ¿vas a abandonarme? —negué con la cabeza y puse mis manos sobre las de él.

—No voy a abandonarte, aquí estoy —cerro los ojos y me abrazo —Mi madre me abandono, mi padre me abandono y ahora mi hermano, tu eres lo único que me queda, no quiero perderte, no lo soportaría.

—No va a pasar, ¿sabes por qué? —empecé a hablar para calmarlo, su estado de animo estaba cambiando por momentos y me preocupaba, porque ya había pasado por la lujuria y estaba en la tristeza, en cualquier momento podría cambiar de nuevo y ser feliz o agresivo —Porque estoy aquí, contigo, a pesar de que el inicio no fue lindo y de que todo lo que esta pasando es una locura. Voy a quedarme, ¿confías en que lo hare?

—necesito que jures que vas a quedarte a mi lado, que nunca vas a abandonarme —asentí.

—Lo juro Thomas, no voy a irme —sonreí y el tomo mi mano.

—un juramento de palabra no es suficiente, necesito uno de sangre.

Thomas me miraba esperando una respuesta, una que no me sentía preparada para darle, porque no tenía idea de lo que significaba un juramento de sangre, no sonaba muy correcto, pero él me miraba, con una intensidad que nunca vi en él. Por lo que preferí asentir y caminar fuera del baño, no pensaba hacerlo, pero era mejor que creyera que sí.

—Primero debemos vestirnos apropiadamente ¿no crees? —él asintió y camino fuera del cuarto —Iré a vestirme y vengo por ti, no vayas a irte sin mí.  

Cerré la puerta y baje corriendo a buscar a sara, ella podría explicarme como calmar la fiebre de Thomas y las ideas de juramentos que estaban en su cabeza.

Mis hermanos al verme empapada, se quedaron mirándome confundidos, pero no tenia tiempo de detenerme a explicarles nada, fui derecho a la cocina y me sentí aliviada cuando vi que allí estaba sara, igual que todos los días, cocinando.

—Sara —me acerque a ella, me miro de arriba abajo y estaba a punto de preguntar cuando empecé a hablar de nuevo —No hay tiempo, Thomas tiene fiebre y esta comportándose muy extraño, al inicio solo estaba siendo atrevido y hacia propuestas poco decentes, ahora esta diciendo que debo jurar que nunca voy a dejarlo y quiere que haga un juramento de sangre…

—Dennise, no puedes hacerlo —limpio sus manos con un trapo, fue a la alacena y busco algo —Dale esto, seguramente no va a gustarle, pero tienes que lograr que tome un trago de esto, calmara su fiebre, va a paralizar su cuerpo y te dará tiempo suficiente para que saques lo que sea que esta nublando su mente.

—¿De que hablas? —ahora si estaba asustada.

—A Thomas le han arrancado una de sus alas, la otra no le sirve de nada, está ahora vulnerable y uno de tantos demonios que te quieren, logró meterse en su cabeza, lo controla, debemos actuar rápido antes de que te obligue a ese juramento, debes ser cuidadosa, si se entera de que ya lo sabes, podría atacarte y ese demonio controla el cuerpo de Thomas.

—Tendré cuidado —tomé la botella que ella me estiraba y corrí a la escalera.

Subí hasta el cuarto y me encontré con él afuera de la habitación, cuando me vio, sonrió, pero al notar que mi ropa seguía mojada, frunció el ceño.

—¿Tu no ibas a cambiarte? —forcé una sonrisa y levanté los hombros.

—Iba a hacerlo, pero recordé que ayer vi en la alacena algo que me dio curiosidad probar y baje por él, tarde un poco porque no quería que sara o las demás chicas se dieran cuenta de que lo tome, sabes que odia que me meta en su cocina.

Sonrió y asintió, al parecer me había creído, debía convencerlo de tomar el contenido de la botella, antes de que se diera cuenta de que sabia que no era Thomas.

—Primero el juramento, luego bebemos lo que sea que tengas ahí.

—Podemos beberlo ahora, como brindis por el juramento, vamos a estar juntos una vida entera, merecemos brindar antes de que todo pase —me miro algo extrañado por mi insistencia y señalo la habitación —Es un poco cursi, pero es algo que me gustaría hacer, ¿lo harías por mí?

—Haría todo por ti —sonreí y entre a la habitación, esperaba que funcionara lo que fuera el contenido de la botella.

Caminé hasta la cama, me senté y estiré la botella hacia él.



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En el texto hay: angeles, romace, destino

Editado: 24.07.2020

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