Thomas durmió por cuatro días seguidos, no abrió sus ojos ni una sola vez, y yo no salía de la habitación, mis hermanos subían a hacerme compañía un par de veces en el día o me llevaban la comida. Sara subía de vez en cuando a revisar a Thomas y preguntar cómo me sentía, yo solo sonreía un poco y le decía que estaba bien, a pesar de sentir miedo por lo cual no me separé de él ni un momento., todo el tiempo estuve hablándole de mi niñez, tal y como me lo había pedido antes de beber la ambrosia, le conté sobre mis primeras palabras, mis juegos favoritos, mi sabor de helado favorito, cual fue la comida que más me gusto, las veces que comía dulces a escondidas, le conté todo lo que se me pasó por la cabeza, a veces me quedaba en silencio para que él no se diera cuenta de lo asustada que me sentía en ese momento; solo me levantaba para ir al baño a hacer mis necesidades o ducharme.
Cuando Thomas despertó, yo estaba en el baño, lavándome los dientes, al salir lo vi sentado mirando hacia el baño, al verme salir sonrió y estiró su mano hacia mí, caminé hasta él y tome su mano, me senté y mire sus ojos.
—¿Cómo estás? —puse mi mano libre en su mejilla y la acaricié.
—Bien —apretó mi mano y suspiro —No tengo dolor, pero si ganas de levantarme y salir, caminar y hambre, mucha hambre.
—Déjame llamar a Sara para que te traiga algo de comer —me levanté y salí de la habitación —No tardo.
Baje a la cocina y mis hermanos se quedaron mirándome, con una pregunta en sus caras.
—Ya despertó —respondí antes que preguntaran —Se siente bien.
—Bajaste por comida ¿verdad? —Sara estaba sonriendo, alegre de saber que Thomas estaba despierto por fin —Voy a preparar algo y se los llevaré, vuelve con él.
Asentí y camine de nuevo escaleras arriba, cuando llegue vi a Thomas de pie, dándole la espalda al espejo y mirando por encima de su hombro las cicatrices en su espalda, parecía triste en el reflejo, como si extrañara sus alas, me sentía mal por verlo así, imaginaba lo difícil que era su situación en ese momento.
—Volverás a tenerlas —caminé hasta él y abracé su cintura, el devolvió el abrazo y recostó su mejilla en mi cabeza —Voy a intentar devolvértelas las veces que sean necesarias, hasta que vuelvas a tenerlas.
—No te preocupes —susurró —Estoy bien, solo es algo extraño no tenerlas, nunca me había visto tan humano en mi vida y es una sensación diferente.
—No intentes mostrarte fuerte, Thomas, no debes ser el valiente todo el tiempo, yo puedo entenderte y apoyarte —respiró hondo y me abrazó con más fuerza.
—Las quiero de vuelta, pero no hay nada que pueda hacer ahora mismo, quejarme o pensar demasiado en ello no va a hacer que crezcan —lo miré y él sonrió —¿Por qué mejor no salimos un rato al bosque?
—Podemos hacerlo —sonreí de vuelta y me separé —Le diré a sara que me ayudé a preparar algunas cosas para llevar y…
—Tú ya hiciste mucho, relájate, descansa y permíteme a mi hacer algo por ti —me interrumpió y caminó al baño —Pero primero voy a ducharme.
—Esta bien, vuelve a tomar el control —reí y él se encerró en el baño.
Mientras él se bañaba, sara subió y dejo una bandeja con comida, yo cambié las sabanas de la cama y bajé a la lavandería para poner a lavar todo.
Cuando subí de nuevo vi a Thomas murmurando algo a Sara y al verme se quedaron ambos en silencio, me daba curiosidad saber que era lo que hablaban, pero no pregunté, solo me acerqué y le señalé la bandeja.
—Come antes de que se enfríe —sonrió, asintió y se sentó en la cama, empezó a comer y sara salió de la habitación.
—Gracias por cuidar de mí, por hablarme y contarme tantas cosas mientras dormía —sonreí y lo miré.
—¿Realmente escuchaste todo? —asintió y en sus ojos se veía la sonrisa que no podía mostrarme, ya que tenia la boca llena de comida —Supongo que ahora me ves de forma diferente, con todas las tonterías que te conté.
—Todo lo que hay en tu pasado es lo que te hace quién eres ahora, esas pequeñas cosas vergonzosas, tristes, felices, las decisiones que tomaste debido a todo son las que te moldean y hacen que seas como eres en el presente.
Lo escuchaba hablar, me quedaba en silencio cada vez que empezaba a explicarme cosas así, ya que eran muy coherentes, Thomas para mí, era alguien muy sabio y podría aprender de cada cosa que me explicaba.
—Supongo que sí —sonreí y asentí —Aunque ninguna de las decisiones que tomé en mi infancia me preparo para lo que estoy viviendo ahora.
—Nada podría prepararte para vivir lo que vives ahora mismo —rio un poco —En tu vida nunca llegaste a pensar que estarías junto a un ángel y que estarías en medio de tantos problemas —terminó de comer y se levantó —Por eso, hoy quiero que te relajes, que no pienses en ayudarme o en todo lo que nos rodea ahora mismo, quiero que caminemos en el bosque, que no pensemos en mis alas y que solo hablemos, quiero que tengas un momento normal conmigo. Algo que vivirías si no fuera un ángel.
—¿Algo como una cita? —sonreí amplio.
Sería encantador tener una cita con él y conocernos de una mejor manera, darnos la oportunidad de vivir aunque fueran solo unas horas, una vida normal, donde los ángeles formaban parte de una fantasía, los demonios fueran aquello paranormal que siempre se creía y que Thomas fuera un chico normal que conocí en cualqu8ier lugar cerca de mi casa y que intentaba conquistarme.
Iba a disfrutar cada momento y me permitiría actuar como una mujer normal de dieciocho años, sin preocupaciones más allá de sus estudios y los hombres, el noviazgo. No pensaría en el futuro de ninguna raza, ni en los peligros que nos acechaban constantemente.