Me dirigí al ultimo asiento del autobús como siempre, abrazando mi cuerpo con mis brazos y caminando con la mirada gacha presentía que si alguien me preguntase que pasa me lanzaría a llorar desmedidamente.
Me senté he hize una mueca de dolor rápidamente mis nalgas no se habían recuperado aun y estar sentada era como tener una antorcha encendida.
El trayecto estuvo plagado de risas y voces pero yo mantenía absorta en mis pensamientos hasta que una voz familiar me saludo.
- Lesvia querida
Mi amigo de toda la vida Erick quien me conocía como nadie solo tuvo que mirar mis ojos e imaginar todo lo que había ocurrido, con el me sentía bien era como si sufriera en carne propia todo lo que me pasaba.
-lo siento cariño -se acercó a mi y me abrazo, su abrazo era lo más cercano a algún afecto familiar.-no sabes como me duele que tengas que pasar por todo esto.
Se que sus palabras eran sinceras el era mi amigo desde hace más de diez años; yo tengo 17 años y el tiene 19 se encuentra en último año y a mi me faltan dos grados aun. Muchos se encuentran extraña nuestra relación pero el es mi único amigo nadie quiere hablar con la rara de la escuela. Aun recuerdo como nos conocimos sus padre se mudaron al lado de los míos y Erick me observaba jugar en el jardín con mis muñecas y cuando me iva se las llevaba sin permiso; yo me deprimi mucho con la desaparición de mis muñecas hasta que un día puse un señuelo y el muy bobo callo redondito.
Lo obligue a llevarme hasta donde tenía mis muñecas y me sorprendí al ver que las tenia en su cuarto completamente vestidas, peinadas y ordenadas nunca entendí eso hasta que años después vi a Erick besar un chico en una cafetería y fue ahí donde empezaron a encajar todas las piezas.
- que puedo hacer para ayudarte - me dice y siento una tristeza palpable en su voz.
-nada -respondo entre sollozos- absolutamente nada, hay momentos en los que quisieras morir -digo esto último con lágrimas en los ojos.
-Por favor no me digas esas cosas - no puedo imagina que seria de mi sin mi soporte.
Ambos hemos vivido situaciones difíciles sus padres no saben que el es homosexual y son tan tradicionales que no lo aceptarán nunca y lo dicen por lo menos 100 veces al día y esos son puñales para mi querido amigo.
El trayecto a la escuela termina rápido y al bajar del autobús mi amigo y yo tenemos que separarnos lo miro con tristeza.
-hablamos en el receso, iré a buscarte - me da un beso en la cien y me mira con cara de compasión.
-está bien -le digo- estaré esperando.
Me dirijo a mi casillero para buscar mi pequeña almohada de algodón aquella que uso para cuando me golpean de tal manera que en dejan adolorida por un semana. Me acotejo en mi lugar y aunque la almohada reduce un poco el dolor, no es mucha la diferencia las nalgas me arden y solo puedo mantener mirada aguada mirando hacia el frente.
Como puedo paso las primeras clase limpiando alguna lágrima que se escapa de mis ojos sin poder evitarlo, al llegar el receso solo puedo observar la puerta.
-disculpa el retraso -me dice Erick que con una actitud pesarosa me cuenta que la fila del almuerzo estaba muy larga.
-está bien no hay cuidado -solo tomo la botella de zumo y le doy dos sorbos.
-come algo más por favor -me súplica mi amigo.
-no puedo, de verdad que no.-digo aprovechando que la compañía es escasa y soltando algunas lágrimas mi amigo solo se limita a mirarme y a acariciar mi cabello.
Como puedo termino de pasar las demás clases sintiendo a cada minuto que no puedo mas. El ardor que siento no se compara con nada que halla experimentado.