Mi protegida.

1.Salido del infierno.

Talle mis ojos con las manos para asegurarme de que lo que estaba viendo era real; cerré los ojos unos segundos y volví a abrirlos, pero aún estaba ahí, encorvado y conteniendo los gritos que supuse 
querían salir de su garganta mientras sacaba trozos de piedras de las heridas que tenía en la espalda, sus ojos estaban cerrados, apretados tan fuerte que dolía solo de mirarlo. No estaba segura de sí lo que 
veía era real o era una alucinación causada por drogas que pueden haberle puesto a mi bebida en la fiesta, la imagen que tenía frente a mí era aterradora y atrayente al mismo tiempo. Por mi mente 
pasaban tantas cosas que no sabía a cuál de todas prestarle atención, ¿Lo ayudo? ¿Llamo a una ambulancia? ¿A la policía? ¿Al FBI? ¿Tal vez al área 51?

Ignorando totalmente a todas las posibles consecuencias de mis acciones me acerqué a donde estaba el hombre y dije:

—¿Necesitas ayuda?

Su cuerpo se enderezo, dejándome ver lo alto que era, abrió los ojos y me miro con sorpresa, sus ojos eran tan brillantes que me hicieron retroceder un paso, lo mejor por hacer era correr y buscar el número del área 51, porque estaba convencida de que este hombre no era humano.

—¿Por qué necesitaría tu ayuda? —su voz era tan profunda que me hizo estremecer, voces como esas existían con el único propósito de hacerte erizar la piel.

—Te ves bastante lastimado —no llevaba camisa y todo su cuerpo estaba marcado con heridas que se veían dolorosas, algunas incluso eran profundas —Y estas sangrando, tienes que ir a un hospital.

—No necesito tu ayuda y mucho menos un hospital —su voz además de sensual sonó amarga.

—¿Eres suicida o algo así? —pregunte mirándolo, aunque la que parecía suicida ahí era yo, hablando con un extraño en medio de la noche.

—No soy un suicida, simplemente tu ayuda o la de un hospital es inútil —lo dijo tan convencido que me dieron ganas de creerle.

—Te ves como si hubieras salido del infierno.

—No sabes lo acertado que es ese comentario —murmuro él mirándome con sus brillantes ojos, haciéndome retroceder otro paso —¿Estas asustada cariño?

Efectivamente estaba asustada, sus ojos brillaban de una forma imposible y además de eso, minutos antes había estado sacando piedras de sus heridas y se negaba a ir a un hospital para ser atendido, tendría que estar loca para no tener miedo.

—No deberías estar asustada de mí, estoy herido —una sonrisa se extendió por sus labios haciéndome dar otro paso lejos de él, esa sonrisa decía que debía temerle, que sus heridas no eran un impedimento para él, podría hacerme daño si quisiera.

—Tengo que irme – forcé una sonrisa y le di la espalda para retomar mi camino, pero solo fui capaz de caminar cuatro pasos antes de retroceder y acercarme de nuevo al hombre —Al menos déjame acompañarte al hospital, no puedes quedarte aquí y así.

—Estoy bien pequeña, ve a tu casa —sus ojos estaban mirando los míos fijamente y el impulso de obedecerlo se hizo presente, pero me negué a irme, no podía dejarlo estando herido de la manera que lo estaba, si me iba me sentiría culpable por meses.

—No estás bien, tus heridas no paran de sangrar, podrías desmayarte y morir —él sonrió, pero esta vez su sonrisa en vez de hacerme retroceder me hizo acercarme más − ¿Por qué no quieres ir a un hospital? ¿Eres drogadicto? ¿Un criminal?

Había una gran posibilidad de que fuera drogadicto, alcohólico, un criminal o en un caso especial, las tres cosas y si era alguna de ellas tenía que idear una forma para convencerlo de ir a un hospital no solo por sus heridas si no para que en caso de ser un adicto lo llevara a rehabilitar o si era un criminal, lo arrestaran, pero la única forma de hacerlo era insistir y a algunas personas la insistencia los enfurecía.

—Sería inútil ir a un hospital, no necesito la ayuda de ningún médico o enfermera para sanar y no, no soy drogadicto o un criminal.

—Entonces déjame llevarte a un hospital, así te asean bien esas heridas y las cosen —insistí, si se enojaba correría, él no resistiría una carrera con todas esas heridas sangrantes.

—No vas a irte hasta que acepte tu ayuda ¿Verdad? —asentí, no iba a irme hasta que aceptara, no podía dejarlo desangrarse hasta morir cuando podía hacer algo por él — ¿Estas poniéndote en peligro por ayudar a un desconocido?

—Estoy consciente de eso, pero también soy consciente de tus heridas, no podría irme y dejarte aquí sabiendo que puedo brindarte ayuda —sus ojos no dejaban de mirar los míos mientras hablaba —Si algún día me encontrara en tu situación agradecería infinitamente que alguien se acercara a ayudarme.

—Esta bien – un suspiro salió de sus labios y sonrió nuevamente —Dejaré que me ayudes, llévame a tu casa y limpia tú las heridas, después que estés satisfecha me iré ¿De acuerdo?

—Estaré satisfecha cuando vayas a un hospital —no iba a llevarlo a mi casa, ya me había arriesgado lo suficiente no le iba a dar a conocer mi dirección.

—Muy bien, llévame a un hospital, pero te quedas conmigo hasta que terminen lo que sea que van a hacerme allá —dijo mirándome.

Asentí nuevamente y saque el celular del bolsillo de mis pantalones, llame a emergencias, les di nuestra ubicación y cuando me pidieron que les dijera el estado del paciente, lo rodee para mirar bien las heridas de su espalda y contuve el aire al ver dos enormes 
heridas en su espalda, quien sea que le haya esto a él había sido despiadado, esas heridas debían dolerle demasiado. Sacudí la cabeza y me concentre en decirle a la persona del otro lado de la línea el estado de las heridas, me pidieron no movernos del sitio y esperar, pronto llegaría la ayuda y con ella mi tranquilidad.

Exactamente siete minutos después una ambulancia se estacionó frente a nosotros y dos paramédicos bajaron de ella con una camilla, sus ojos buscaron a alguien tendido en el suelo, pero la persona herida estaba de pie junto a mí, mirándolos divertido mientras lo buscaban.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.