Mi protegida.

4. Información importante.

—¿Qué tienes que ir con él a dónde? —pregunto Tiana mirando fijamente la paleta de sombras que tenía en sus manos.

—No sé exactamente donde es, lo único que sé es que debo buscar al doctor que lo amenazo cuando estaba en el hospital —cerré mis ojos y dejé que siguiera maquillándome.

—¿Y porque no lo busca él? Abre los ojos —miro uno de mis ojos y luego el otro.

—Porque él no lo recuerda —busco entre su maquillaje más cosas y las dejo sobre la cama junto a las sombras —Y como soy la única persona que estuvo con él esa noche, debo ayudarlo.

—Entiendo que quieras salir con él, es un hombre realmente guapo, pero Leen… —me miró con expresión de reproche en su cara —Esto no me gusta para nada, es una excusa bastante idiota para salir con alguien.

—Eso lo dices porque tú no viste como estaba Nathaniel esa noche, no viste sus heridas —desvió la mirada y siguió escogiendo entre el maquillaje —Y tampoco viste como se puso o escuchaste las amenazas…

—Entiendo que te preocupes por todo lo que viste y oíste, pero no es tu responsabilidad ayudarlo en esto, lo ayudaste una vez, ya es suficiente.

—No, no es suficiente —me levante de la cama y me mire en el espejo —Lo que sí es suficiente es el maquillaje.

—Bien, ven organizo tus pestañas y labios —me senté nuevamente en la cama y ella continuo su trabajo —Él tiene una belleza atrayente, de esa que es peligrosa.

—Creo que lo mejor que puedes hacer ahora es dejar el tema a un lado y terminar con el maquillaje —no quería seguir hablando del tema con Tiana, por más razones o explicaciones que le diera ella no iba a entender lo que me motivaba a ayudar a Nathaniel y aunque éramos mejores amigas, ella no tenía ni idea de los recuerdos que desato en mi memoria la noche que lo conocí —Te agradezco que te preocupes por mí y sé que todas estas advertencias las haces porque me quieres y quieres lo mejor para mí, pero esto que estoy haciendo es lo correcto.

—Entiendo – me miro y sonrió un poco —Llámame o envía un mensaje cada que tengas una oportunidad y cuando vayas a volver a casa, quiero saber que estas bien, ¿De acuerdo?

—Totalmente —sonreí y camine nuevamente a espejo, Tatiana era 
una experta en todo lo que tenía que ver con belleza, mis ojos eran oscuros, pero cada vez que ella ponía sus manos en mí, lograba que con el maquillaje se vieran bien, que no parecieran de un color café común y ni hablar del cabello, de algún modo ella hacía que se viera más brillante, que pareciera más impresionante y también podía obligarme a usar vestidos que ni en mis sueños más locos pensaría que quedarían bien en mi —Gracias por todo esto Tiana, realmente no sé qué haría sin ti.

—Lo más probable es que ahora mismo estarías muerta – se quedó 
seria unos segundos y luego soltó una carcajada —Cuídate mucho y ya que vas a ayudarlo, consigue, aunque sea un beso de recompensa.

—Me cuidare y no prometo nada —tome un bolso pequeño, metí mi celular e identificación en él y salí del apartamento.

Nathaniel me esperaba fuera del edificio recostado en un auto plateado, vestido con un pantalón negro y camisa de botones blanca, 
su cabello rubio estaba perfectamente peinado y en su mano izquierda tenía un reloj que, si mis cálculos no me fallaban, podía valer fácilmente más que la casa de mis padres y esa no era una casa pequeña. Un carraspeo hizo que levantara la mirada y descubrí a 
Nathaniel mirándome con una sonrisa amplia.

—¿Te gusta lo que ves?

—¿Podrías decir algo más cliché, por favor? —la sonrisa que tenía en sus labios se ladeo un poco.

—A sus órdenes mi dama —se acercó, tomo mi mano y beso el dorso —Es mi deber decirle que se ve hermosa, ese vestido negro le queda perfecto.

—Eso fue más que cliché —me reí y negué con la cabeza, debía disimular el efecto que sus palabras habían tenido en mí.

—Tú lo pediste y yo te lo di —fue su respuesta, se apartó un poco del auto y abrió la puerta para mí – Sube.

—¿Eso quiere decir que lo que te pida lo harás? —subí al auto y sonreí mientras él rodeaba el auto, subía y arrancaba.

—No, eso no quiere decir que hare lo que pidas.

—¿Entonces significa que harás lo que te pida siempre y cuando tú quieras hacerlo? —él no respondió y siguió conduciendo.

Sus dedos tamborileaban en el volante de manera constante, no aguante más de cinco minutos y pone mi mano sobre la suya.

—¿Qué estás haciendo? —me miró un segundo y después volvió la vista a la carretera.

—Estoy cosiendo —él rodó los ojos y yo me reí —Me estas poniendo nerviosa moviendo tanto los dedos, cálmate.

—Lo siento —su mano dejo de moverse y una pequeña sonrisa apareció en su rostro —Es solo que toda esta situación me tiene así, sé que en el hospital estuve con alguien diferente a ti y sé que hizo algo para que no pudiera recordarlo y es probable que me haya sacado información importante.

—¿Qué tan importante? —estacionó el auto y me miro a los ojos.

—De esa información depende la vida de mi hermano y su familia.

¡¿En qué mierda me había metido?!

 




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