Nathaniel.
La paciencia era una de mis virtudes, me tomaba mi tiempo y dejaba que los demás hicieran lo mismo, normalmente no me alteraba por esperar, pero en una situación como la que estaba viviendo me hacia perder la paciencia. Estaba asustado porque alguien había robado parte de mis recuerdos y me tarde meses en encontrar a la única persona que estuvo conmigo en ese momento.
Intente no sobrepasar los limites de velocidad, no quería que me detuvieran, no tenia el humor necesario para salir bien de algo así. Al llegar a la casa de la pelirroja me relaje un poco, baje del auto y me recosté en uno de los costados mirando hacia la casa a la espera de que ella saliera. Nunca imaginé que al verla mi mente se distrajera lo suficiente como para mirarla de arriba abajo y valorar lo bien que se veía con el vestido que traía puesto, no pude evitar sonreír, era una mujer atractiva.
—¿Te gusta lo que ves? —pregunté, ella me miraba de arriba abajo, ella valoraba también mi apariencia y por el sonrojo leve en sus mejillas pude notar que le gustaba, era algo inevitable, no era un humano común, éramos similares, pero mi especie poseía características muy especiales, solíamos tener el tipo de belleza que en la tierra siempre ansiaban, pero ni pagando miles de dólares a un experto podrían poseer, y eso era sin mencionar las alas que teníamos pero que desafortunadamente yo había perdido; era capaz de admitir que merecía no tenerlas, pero eso no quitaba de mi el deseo de recuperarlas, de ser nuevamente quien era antes.
—¿Podrías decir algo más cliché, por favor? —podía hacerlo, conocía muy bien las mujeres y las frases de conquista que funcionaban en los bares.
—A sus órdenes, mi dama —use una de tantas que había escuchado, eran ridículas, pero a muchas mujeres les gustaba, para darle mas de eso que ella pedía, tome una de sus manos y di un beso en el dorso de esta —Es mi deber decirle que se ve hermosa, ese vestido negro le queda perfecto.
—Eso fue más que cliché —rio y negó con su cabeza, haciendo que su cabello de fuego se moviera a los lados, tal vez para ocultar el sonrojo que se extendía en sus mejillas.
—Tú lo pediste y yo te lo di —sonreí y abrí la puerta del auto para ella como acto de caballerosidad, que sabía también era algo que a la mayoría de las mujeres agradaba —Sube.
—¿Eso quiere decir que lo que te pida lo harás? —me parecía divertida la manera en que su cerebro funcionaba, me sorprendía también, lo había hecho desde el día en que me llevo al hospital.
—No, eso no quiere decir que hare lo que pidas — respondí mientras subía y arrancaba el auto.
—¿Entonces significa que harás lo que te pida siempre y cuando tú quieras hacerlo? — decidí mejor no responder, la ansiedad había vuelto a mi y la paciencia nuevamente se me agotaba.
No podía dejar de pensar que íbamos camino a ver al hombre que robo mis recuerdos, necesitaba saber porque lo había hecho y que carajos era lo que me había dicho. Por mas que intentaba recordar no lo hacía, mi mente se perdía cada vez que quería ir más allá de lo poco que recordaba de ese día.
Una pequeña mano sobre la mía, interrumpió mis pobres intentos de recordar y me trajo de nuevo al auto.
—¿Qué estas haciendo? —pregunte mirando su mano sobre la mía.
—Estoy cosiendo —rodé los ojos, haciendo que ella riera, no sabia si molestarme o no, ella me confundía —Me estas poniendo nerviosa moviendo tanto los dedos, cálmate.
Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba haciéndolo.
—lo siento, es solo que toda esta situación me tiene así, se que en el hospital estuve con alguien diferente a ti y sé que hizo algo para que no pudiera recordarlo y es probable que me haya sacado información importante.
Me preocupaba que quisiera atacar a Thomas, y quien mejor para saber cosas de él que su hermano.
—¿Qué tan importante? —detuve el auto y la miré.
—De esa información depende la vida de mi hermano y su familia.
Su expresión de miedo fue tan sincera que quise decirle que todo estaría bien, que no se preocupara, pero no podía, había muchas personas que podrían querer a mi hermano y su familia muertos, no aceptaban muy bien que digamos las relaciones de ángeles y humanos y menos con una humana tan especial como lo era Denisse, que tenia en sus genes una mezcla de humanos y ángeles.
le pedí que bajáramos del auto y fuéramos caminando las tres calles que nos faltaban para llegar al bar, lo mejor era estacionarlo lejos, que no nos vieran llegar en el por si teníamos que escapar en algún momento. Al llegar al bar ella intento ir a la fila, pero yo la guie hacia la entrada, sin importar los gritos de la gente.
—¿Te vas a quedar ahí o vas a entrar? —estire la mano y tome la suya para comenzar a caminar de nuevo, no había tiempo para perder.
El lugar estaba lleno de cuerpos sudorosos que bailaban al ritmo de la música.
—¿A dónde vamos? —grito cerca de mi oreja para que la escuchara.
—Vamos a la zona restringida —le hable en su oreja y continúe caminando —Ahí es donde esta Alexander.
Cuando llegamos allí, ella apretó mi mano.
—¿Sucede algo? —pregunte y ella señalo hacia la multitud.
—Ese hombre que va allá, el del lado izquierdo es Alexander.
Mire hacia donde ella me indicaba y efectivamente, era el, cuando vi su rostro algo se activo en mi cerebro y deje de mirarlo.
—Lo veo —solté la pequeña mano de la pelirroja y rodee su cintura, la acerque a mí y hable de nuevo —Baila conmigo, Ahyleen.
—Vinimos a buscar a Alexander, no a bailar Nathan —su expresión de confusión era dulce, al mismo tiempo que la vergüenza que al parecer le daba el estar tan cerca de mí, no pude resistirme y subí una de mis manos a su mejilla y la acaricié.
—Tenemos que disimular un poco, no podemos quedarnos de pie observando, sospechara y se ira de inmediato —aparte la mirada de sus ojos, porque me estaba haciendo sentir algo extraño y no debía distraerme de más —Y ya que estamos aquí ¿Por qué no divertirnos un poco?