Mi protegida.

10. ¿Acaso quieres matarme?

Entrar a la habitación donde tenía a Tiana no era difícil, en el hospital nos conocían y sabían que estábamos con ella, pero con lo que no contábamos era con que Alexander se encontrara junto a ella susurrando cosas que yo no podía escuchar en su oído. Iba a entrar, no podía permitir que siguiera haciéndole cosas a mi amiga, pero Nathaniel tomo mi muñeca y me acercó a él.

—No debemos interrumpir lo que sea que esté haciéndole, probablemente quiere que te entregue otro mensaje o enviar uno para mí, debemos escondernos, no podemos dejar que nos vea.

Caminamos por el pasillo y entramos en la primera habitación que encontramos, el paciente que estaba en la camilla nos miró extrañado por un momento y después sonrió; Nathaniel me miro extrañado y yo levante los hombros.

—Acércate pequeña pelirroja —era un hombre de unos setenta años, bastante delgado y con una voz tan áspera que sentía como raspaba en mis oídos —No me hagas levantarme e ir por ti fénix.

—¿Fénix? —pregunte acercándome al hombre curiosa por lo que fuera que quisiera decirme.

—Tu cabello, pequeña, se ve exactamente como el fénix cuando resurge de sus cenizas — mire a Nathaniel y él solo sonrió un poco y asintió dándole la razón al viejo —Ustedes están aquí por la bonita morena del cuarto de al lado ¿verdad?

Asentí y el hombre cerro los ojos un momento y respiro hondo, luego los abrió de nuevo y un sonido de sorpresa salió de mis labios, sus ojos eran del color de la mora azul, oscuros, profundos y hermosos y parecía como si tuvieran mucha vitalidad, eran unos ojos jóvenes, un enorme contraste con su cuerpo delgado y arrugado.

—La persona que esta con ella ahora la está controlando, maneja su mente, pero no su subconsciente, la mejor forma para saber qué es lo que el hombre planea que ella haga es hablarle cuando está dormida y si es posible, sáquenla de ese trance lo más rápido que puedan.

Me sorprendí aún más cuando dijo eso ¿Cómo era posible que ese hombre supiera lo que estaban haciéndole a Tiana? Quería salir corriendo de la habitación e irme de ese hospital, entre más tiempo pasaba más cosas extrañas sucedían, mi vida estaba patas para arriba y cada cosa nueva que pasaba más me confundía, quería hacerme bolita en un rincón y balancearme, así de desequilibrada me encontraba.

—El hombre se ha ido, vayan al cuarto antes de que la morena tome consciencia y salga por sí misma.

—Pero ¿Usted cómo...? —Nathaniel puso su mano en mi espalda y me empujo fuera de la habitación.
—Sé quién es él, después te lo diré, lo más importante ahora es Tiana, concentrémonos en ella y en llevarla a tu casa.

Lo seguí hasta la habitación de Tiana y al entrar nos encontramos con que estaba despierta de nuevo y miraba confundida a su alrededor.

—¿Dónde estoy? —su ceño estaba fruncido y su cabello totalmente 
revuelto —¡¿Por qué estoy en un hospital?!

—Alguien te hizo algo muy extraño, tenemos que irnos de aquí rápido y tratar de curarte de lo que sea que te hayan hecho —dije mirándola.

—¿Qué me hicieron? —preguntó mirando a Nathaniel, pero no era una mirada cualquiera, era de esas miradas amenazantes, acusadoras y al mismo tiempo llenas de terror.

Quería preguntar porque lo miraba así, porque le preguntaba a él y no a mí; me sentía tonta al pensar en que tal vez ellos se conocían, Tiana había tenido demasiadas citas a ciegas y había salido de muchos bares con muchos chicos que después desfilaban fuera del apartamento con la promesa de una nueva llamada para una segunda cita que yo estaba segura nunca pasaba, cabía la posibilidad que entre todas esas citas y entre todos esos chicos estuviera Nathaniel. Pero no podía darle demasiadas vueltas al asunto, en el momento debía concentrarme en sacar a mi mejor amiga de ese hospital y estar en la casa a tiempo para la llegada de Dennise D'Angelo.


—En el auto, allá te contare que pasó, tenemos que salir rápido de aquí —tome la mano de Tiana y la saqué casi a rastras de la habitación.

La gente nos miraba mientras salíamos casi corriendo del hospital, una enfermera gritó al reconocer a Tiana y ella solo reía divertida mientras aumentábamos el paso de la carrera hasta que llegamos hasta el auto donde Nathaniel ya estaba sentado y listo para arrancar en cuanto subiéramos. Tiana subió en la parte de atrás y yo subí al lado del copiloto, todavía no estaba la puerta cerrada ni el cinturón de seguridad puesto cuando el auto empezó a moverse rápidamente, asustada halé la puerta lo más fuerte que pude y puse las manos en mi pecho.

—¡¿Qué demonios estás pensando Nathaniel?! ¡¿Acaso quieres matarme?! —grité completamente asustada, él negó con la cabeza.

—Alexander nos vio, tenemos que estar lo más lejos posible de él, puede controlar a tu amiga de nuevo o a mí y en el peor de los casos puede incluso ser capaz de controlarte a ti.

Me quedé mirando el espejo retrovisor y ahí puede ver a Alexander, asechándonos con la mirada mientras nos alejábamos aceleradamente de él.

El camino hasta la casa fue silencioso, el ataque de risa que había tenido Tiana mientras salíamos del hospital se había esfumado y su expresión ahora era seria, la conocía muy bien, sabía que estaba asustada, pero escondía sus sentimientos de mí, no entendía porque ella siempre intentaba que no me diera cuenta de cuando estaba preocupada o asustada, a mi alrededor siempre se veía feliz y exactamente por eso me daba cuenta fácilmente de que algo malo pasaba y estaba casi segura de que el miedo que se reflejaba en sus ojos no era por ella, era por mí.

Después de alejarnos lo suficiente del hospital Nathaniel bajo la velocidad y soltó el aire que tenía contenido, habíamos logrado salir del hospital y alejarnos de Alexander.

Solo quedaba llegar a casa y esperar que Dennise pudiera solucionar 
todo este lío y tal vez conseguir la ayuda de su rencoroso esposo.




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