Mi protegida.

11. Su gema.

Todo el viaje en auto había sido silencioso, el miedo se había asentado en nosotros, no estábamos completamente seguros de que Dennise pudiera curar a Tiana de lo que fuera que tuviera y tampoco sabíamos cuando volvería a comportarse como en la mañana, lo único que podíamos tener era esperanza, tratar de pensar lo más positivo que pudiéramos, pero no podíamos evitar que el miedo estuviera presente, habían muchas cosas que podrían salir mal y mi mente no dejaba de dar vueltas a todo lo malo. Al llegar a la casa la tensión y el miedo se sentían aún más, ahí era donde había empezado todo ese caótico día, Tiana se fue a su cuarto a ducharse y ponerse algo cómodo, mientras Nathaniel se sentó en una de las sillas de la cocina.

—¿Tienes hambre? —no habíamos comido nada en todo el día y aún teníamos un par de horas antes de que llegaran los D’Angelo.

—Tengo más ansiedad que cualquier otra cosa, pero algo para comer estaría bien —sonrió un poco, su sonrisa a pesar de no ser completa lograba tranquilizarme, Nathaniel era demasiado atractivo o al menos para mí lo era.

—¿Qué te gusta? —volvió a sonreír, pero esta vez era una sonrisa completa y ahí comprendí porque no sonreía así siempre, si lo hacía podía correr el riesgo de enamorar a cada mujer que fuera espectadora de esa sonrisa.

—Me gustas tú —se levantó y caminó hasta donde yo estaba sonriéndole como tonta, puso sus manos en mi cintura y se inclinó un poco, dejando sus labios a centímetros de los míos —Pero eres la hija del fuego.

—¿Qué? —sus ojos se quedaron mirando fijamente los míos y un 
momento después sus labios estaban sobre los míos.

Su beso no era como el primero que me había dado, este era más lento, con más suavidad; sus labios acariciaban los míos con movimientos tentadores y sus brazos se apretaron más a mí alrededor, su lengua buscaba con impaciencia y la mía no se hizo esperar, salió a su encuentro haciendo el beso mucho más profundo; mi corazón palpitaba como loco y mis manos buscaban donde acomodarse, pero antes de que lograra abrazarlo por completo se separó de mí y me dio la espalda; yo solo pude quedarme mirando su espalda y lo pesada que se veía su respiración.

—Realmente lo siento, no debí, no puedo besarte —un suspiro salió de sus labios y luego camino fuera de la cocina, lo siguiente que escuché fue la puerta del apartamento cerrarse cuando salió.

Salí de la cocina cinco minutos después y me dejé caer en el sofá, ese día era el más confuso, terrorífico e intenso que había tenido en toda mi vida, estaba agotada física y emocionalmente y aún faltaba la visita de Dennise y Thomas, solo esperaba que todo saliera bien y Tiana estuviera a salvo.

(…)

Una hora después de que Nathaniel se fuera tocaron la puerta haciendo que me sobresaltara en el sofá y cayera al suelo, no sin antes golpear un lado de la mesa de centro con mi frente y decir cuanta mala palabra había aprendido en mi vida; mientras recitaba mi hermosa artillería de malas palabras Tiana abrió la puerta riendo y unos segundos después sentí una mano en mi cabeza y una calidez relajante en todo mi cuerpo, el dolor se esfumo y cuando abrí los ojos la sonrisa dulce de Dennise D’Angelo me hizo sentir avergonzada.

—No te preocupes por lo que estabas diciendo, el golpe fue fuerte —Tiana rio aún más fuerte y Thomas tenía una sonrisa burlona en el rostro.

—Dennise te comprende, ella dice cosas similares cada vez que uno de los bebes la muerde.

—En todo caso, ¿Nathaniel está aquí? —ella ignoro a su esposo que en cuanto escucho el nombre dejo de sonreír, se puso serio y miro por toda la casa buscando.

—Se fue hace más de una hora —respondí mientras me ponía de pie y caminé hacia la cocina — ¿Quieren algo de beber?

—No, gracias Ahyleen, lo mejor es empezar de una vez con todo esto y…

—¿No habías dicho que él no estaba aquí? —el tono de voz que usaba Thomas era como el filo de un cuchillo nuevo, demasiado cortante.

Desde mi habitación salió Nathaniel y se acercó a Thomas, la mirada de ambos estaba encendida, sus ojos se veían brillantes, como si ambos tuvieran llamas dentro de ellos.

—Ella no sabía que estaba aquí —dijo Nathaniel con un tono de voz calmado, cosa que contradecía a su mirada que era demasiado intensa —Pero tal y como tu proteges a tu gema yo estoy aquí para proteger la mía.

Había escuchado antes acerca de la gema, sabía que Dennise era una, pero… ¿Tiana era una gema? ¿Nathaniel estaba aquí para cuidarla? ¿Eso significaba que él se había acercado a mí por ella? ¿Se había alejado de mí por ella?

—¿Tu gema? ¿Hay otra gema aquí? —pregunto Thomas visiblemente sorprendido — ¿Cómo la encontraste?

—Es una larga historia, después te contaré todo, ahora mismo lo que importa es curar a Tatiana… —después de que Nathaniel dijera el nombre de mi amiga empezó a hablar en italiano, lo hablaba perfecto y Thomas respondía también de manera fluida, sabia por el acento que Thomas había crecido cerca de italianos, pero nunca había escuchado acento en Nathaniel o al menos no uno tan marcado como el de su
hermano.

—Ambos fueron criados en Italia, debían tener actitudes humanas y debían hablar fluidamente idiomas humanos —empezó a hablar Dennise casi en un susurro —Tenían que mezclarse bien entre nosotros para poder hacer su trabajo.

—Gracias por sacarme de la duda —intenté sonreír un poco pero no pude, ella lo noto rápidamente y tomo una de mis manos.

—Hay algo que no te deja estar tranquila, algo que no tiene que ver con lo que le sucede a tu amiga.

—Supongo que sabes eso porque eres una gema ¿Verdad?

—Lo sé porque soy mujer y vi los celos en tu mirada cuando Nathaniel dijo que estaba aquí para cuidar de su gema.

Ella tenía razón, estaba celosa de que Nathaniel estuviera ahí solo para cuidar de Tiana, de que él la llamara SU gema y que estuviera tan preocupado por ella que se había ocultado en el apartamento sin importarle que su hermano podría volver a encadenarlo en el infierno como había dicho antes.




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