Mi protegida.

13. Pequeña muñeca de porcelana.

La cabeza me dolía, mis manos y piernas se sentían entumecidas, mis labios se sentían resecos y tenía sed. No sabía cuánto tiempo estuve inconsciente, pero llevaba cerca de una hora despierta o así se sentía el paso del tiempo mientras trataba de recordar cómo fue que terminé amarrada a una silla en un cuarto sin ventanas que lo único que tenía era una bombilla colgante color amarillo, lo último que recordaba era acelerar el auto y luego nada, ni un sonido ni una imagen, nada.

—Vaya, ya estás despierta —la sonrisa arrogante de Alexander me hacía dar escalofríos, era un hombre aterrador.

—Vaya, hasta que te dignas a aparecer —él soltó una carcajada y se sentó en el suelo frente a mí.

—Que valiente muchachita —estaba visiblemente divertido —Por cierto, eres muy fotogénica, incluso dormida sales hermosas en las fotos.

—¿De qué demonios estás hablando? —saco un celular el bolsillo de su gabán, busco y luego me mostro una fotografía mía en la silla con la cabeza colgando a un lado.

—A Nathaniel le encantó la foto —miro la pantalla del celular y sonrió aún más —Gritó de emoción cuando lo llame a preguntarle qué tal le había parecido.

—¿Podrías por favor dejar de hablar tanta...? —apreté los dientes y el rio.

—¿Mierda? —completó la frase y camino hasta la puerta —Saldré un momento pequeño pelirroja, no te muevas de aquí.

Salió de la habitación cerrando la puerta tras él, dejándome nuevamente sola, no podía desamarrarme, las muñecas me dolían de lo apretado que estaba lo que sea que mantenía mis manos unidas, no tenía nada afilado cerca para tratar de liberarme al mejor estilo de una película de acción o había una ventana para intentar gritar por ayuda, estaba a la merced de Alexander y odiaba demasiado esta situación; no podía pensar en ningún plan para escaparme porque estaba segura de que intentar seducirlo no funcionaria, él es un hombre inteligente y no había nada más que hacer, solo esperar y orar al cielo para que Nathaniel me encontrara rápido.

—¿Me extrañaste? —entro un rato después con un vaso lleno de agua en sus manos, se recostó en una pared al lado de la puerta y la dejo abierta, una corriente de aire suave entro y respire hondo.

—Dudo mucho que alguien extrañaría a un ser tan repugnante como tú —el rio y bebió de ese vaso que tanto anhelaba en ese momento, si no estuviera tan deshidratada, seguro babearía.

—¿Quieres? —asentí y el rio aún más —Eres demasiado encantadora, muy inocente. es una lástima que yo no tenga ninguna intención de darte una gota de esta agua.

—Por favor —suplique a pesar de que cada palabra se sentía amarga al salir de mi boca —Dame un poco, por favor.

—Lo siento, pero no quiero pequeña muñeca de porcelana —hizo un mohín con sus labios y volteo el vaso, dejando que el agua cayera de a poco en el suelo, un grito salió de mis labios.

—Por favor, solo un poco —mi voz se quebraba al hablar y mis ojos ardían —Sé que no eres tan malvado como Nathaniel me dijo, sé que tienes razones para ser como eres, yo, yo te entiendo, todos te tratan como si fueras malvado pero no lo eres más que eso, tu eres un ángel y...

—Ay por favor —una sonora carcajada salió de su garganta —En verdad no entiendo porque les encanta humanizarnos tanto... somos especies totalmente diferentes, somos seres superiores, infinitamente mejor que ustedes, poseemos más sabiduría que los ancianos humanos, más inteligencia... y eso por compararlo con algo que tu cerebro humano comprenda. Querida, tu para mi eres como una cucaracha es para ti...

—¿Soy la cosa más terrorífica que has conocido en tu vida? —lo interrumpí — Bueno, no me esperaba eso después de esa increíble introducción.

—¿Te crees muy inteligente por la idiotez que acabas de decir? —Alexander estaba visiblemente enojado y no sé qué me divertía más. si su enojo o su fallido intento de hacerme sentir miserable.

—Me creo inteligente porque reconozco la existencia de seres superiores, que tienen muchísimas cualidades que ni en un millón de años imaginaria poseer —sonreí mirándolo directo a los ojos a pesar de que Moria de sed y el charco de agua del suelo empezaba a secarse —A diferencia de ti que alimentas tu ego y calmas el sentimiento de miseria humillando a —Simples humanos— como nos dices tú, que por lo único que se preocupan es por cuál es el resultado del próximo partido o como le fue en su examen de la universidad.

—Si escuchamos con atención esta conversación la señorita seria denominada como el ser superior aquí —Nathaniel sonrió —Acéptalo Alexander, te ha derrotado una niña humana.

Escuchar la voz burlona de Nathan me había hecho sentir un alivio enorme, nunca antes me sentí tan feliz en la vida, ahora tenía una oportunidad de salir, no pasaría más tiempo encerrada y podría beber agua.

—Por favor D'Angelo, no digas tonterías como esas, ambos sabemos que la persona más fuerte de esta habitación soy yo y también sabemos que puedo hacer que tú mismo le cortes el cuello a tu adorada pelirroja.

—Tú no puedes hacer eso —mire a Alexander y luego a Nathaniel —Él no puede hacer eso ¿Verdad?

—No lo sé Ahyleen —un suspiro salió de sus labios y se agacho frente a mi —Alexander puede controlar tu mente, distorsiona nuestras realidades, nos confunde... podría hacer que me comporte como Tiana contigo.

—¿Estaba controlando a Tiana? ¿Cómo?

—Puedo controlar a quien yo desee —la arrogancia con la que hablaba Alexander me perturbaba y el miedo en los ojos de Nathaniel me hacía temblar de terror —Despídete de tu Gema Nathan, porque ahora es mía.




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