Mi protegida.

6. Recuperar sus alas.

6

El camino a casa fue silencioso; Nathaniel estaba concentrado en conducir y en sus pensamientos, mientras que yo solo trataba de adivinar cuales eran sus pensamientos. Si me basaba en la situación, estaría pensando en todo lo que iba a decirme y en cómo iba a decírmelo, pero si me enfocaba en la expresión de su rostro podría ser cualquier cosa, incluso podría estar analizando la maternidad en las gallinas o en porque las vacas tienen cuatro estómagos y nosotros uno... o simplemente estar imaginando un campo de flores rosadas, mariposas volando y un montón de idioteces que no creo que sea posible que él imagine. Cuando llegamos al edificio ambos bajamos del auto y caminamos todo el tramo hasta mi casa en silencio, abrí la puerta y camine hasta mi cuarto, me senté en la cama y mire a Nathaniel que recostó su cadera en el pequeño escritorio que estaba a un lado de mi cama.

— ¿No quieres sentarte? — me incomodaba mucho hablar con las personas cuando estaba sentada y los demás de pie, me sentía extraña.

— No, así estoy bien — cruzo los brazos sobre su pecho y me miró — Ahyleen, necesito que me prometas que tus labios no van a repetir lo que te contaré.

— ¿Es suficiente con una promesa verbal? Porque no voy a hacer ningún tipo de promesa que requiera sangre o cualquier otro tipo de fluido corporal — le dije mirándolo, las comisuras de sus labios se levantaron un poco.

— Con la promesa verbal es suficiente y si llegas a incumplirla lo mejor que podría pasarte seria la muerte — levantó los hombros y mi boca cayó abierta.

— ¿Eso es lo mejor que podría pasarme? ¿Quiero saber qué es lo peor?

— Creo que es mejor que no lo sepas — si quería asustarme con su afirmación y su expresión, lo logró... mucho.

— Esta bien lo prometo, no le diré a nadie sobre lo que sea que vayas a contarme — levante mi mano derecha — Lo juro por... bueno, por mi vida.

Nathaniel cerró los ojos un momento, tomó una respiración profunda y volvió a abrir sus ojos.

— Alexander y yo nos conocimos hace diez años, él era un vengador igual que yo...

— ¿Un vengador? ¿Conoces también a Tony Stark? — no pude evitar interrumpirlo y ganarme un gruñido por su parte, me reí y el negó con la cabeza — ¿Qué?

— Tienes que tomarte esto con seriedad, si me interrumpes de nuevo para decir tonterías me voy de aquí y te dejo con todas tus dudas.

— De acuerdo, no te interrumpiré a menos que sea algo importante.

— Como decía, Alexander y yo nos conocimos cuando ambos éramos vengadores; era bueno en lo que hacía. Cuando le encomendaban un trabajo era eficiente, disfrutaba demasiado perseguir ángeles y arrancar sus alas, pero era cruel, trataba a los ángeles que huían como a presas, jugaba con ellos como un gato antes de comerse al ratón y no les quitaba sus alas del modo en que se debía. Arrancaba sus alas, pluma por pluma haciendo el proceso mucho más doloroso, en cuanto los arcángeles se dieron cuenta de esto lo condenaron a vivir como caído, para él hubiera sido mejor que lo hubieran castigado con la muerte, porque la vida de un caído para los ángeles es inaceptable, es el mayor deshonor que puede existir. Suplicó que no arrancaran sus alas, que él no podía vivir eternamente en las mismas condiciones de los miserables mortales, pero no lo escucharon, arrancaron sus alas del mismo modo en que él lo hacía; cuando le arrancaron la última pluma que quedaba, miro a los ojos al vengador que le había quitado sus preciadas alas y juro que se vengaría a cualquier costo y por eso está aquí, su venganza está en marcha y es probable que yo le haya dado información que pondrá en peligro a mi familia.

— Tú arrancaste sus alas ¿Verdad? — él asintió y puso las manos en su cabeza — ¿Cómo pudo haberte sacado información?

— Cuando él era un vengador descubrió que una de sus habilidades era controlar el cuerpo y la mente de cualquier otro ángel de su mismo rango por unos minutos, cuando iba en busca de ángeles desobedientes usaba su poder y fue perfeccionándolo a tal punto de que puede controlarte por horas y tú no te das cuenta.

— Y eso fue lo que paso contigo en el hospital, controlo tu mente y te sacó de allí...

Con eso tenía al fin mi respuesta, Nathaniel era un ángel y Alexander un caído, por eso habían salido del hospital sin que me diera cuenta.

— Por eso no recuerdo nada de ese día, desde que entró en la habitación controlo mi mente y más que intenté evitarlo, no pude — me miro a los ojos y pude ver lo atormentado que estaba por ello, realmente se preocupaba por lo que pudiera haberle dicho.

— ¿Qué es esa información importante que puede poner en peligro a tu hermano y su familia?

— Thomas está casado con una gema y si Alexander sabe esto puede ir tras ella y utilizarla para recuperar sus alas.

— ¿Qué es una gema?

— Una gema es una mujer que posee genes de un arcángel y al poseer dichos genes tiene las capacidades de ese arcángel, en el caso de la esposa de mi hermano ella tiene dones curativos, también puede devolverse las alas a otros ángeles y lo más peligroso de todo esto... puede quitar la vida de cualquier arcángel y si Alexander se entera de esto puede no solo recuperar sus alas si no que puede acabar con cualquier arcángel que quiera interponerse.

— ¿Entonces qué estas esperando para ir con tu hermano y contarle todo esto?

— Thomas y yo no nos llevamos muy bien... la última vez que nos vimos arrancó mis alas y me encadeno al infierno.

— Sus motivos debía tener para hacerlo ¿Qué hiciste? — pregunte curiosa, tuvo que hacer algo muy malo para que su propio hermano le hiciera eso.

— Intenté matar a su esposa.

Oh, mierda.




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