El olor de las rosas en el jardín de Dennise actuaba como un tranquilizante, así que cuando salí de la casa, respire hondo dejando que mis pulmones se llenaran de aire fresco, pero esa vez el aroma no logró nada, estaba cansada, preocupada y muy decepcionada de mí misma, no había hecho nada para ayudar a Nathaniel y eso me frustraba, detestaba sentirme inútil, intenté ayudar a Tiana y no funcionó muy bien, porque según me contó Thomas, todo se salió de control con ella y terminó dentro de un hospital psiquiátrico donde permanece sedada para que no se haga daño ella misma o alguien más; mi existencia generaba problemas y más problemas. , realmente quería encontrar la bendita habilidad supuestamente oculta que tenía para poder practicar un poco y luego ir a patear el trasero de Alexander, estaba harta de ese tipo y de todo lo que trajo a mi vida.
Caminé un buen rato por el bosque que se extendía tras la casa D'Angelo, cuando ya me sentí lo suficientemente lejos de todo y de todos me senté, cerré los ojos y deje que mi mente vagara todo lo que quisiera; si no estuviera metida en todo esto, seguramente estaría en el apartamento corriendo como loca buscando libros y algún lápiz para poder tomar notas en clases, luego me burlaría de Tiana por no despertar más temprano y después la ayudaría para que finalmente llegáramos ambas tarde a clases. Mi vida era más sencilla.
— ¿Que hace una chiquilla cómo tú en este lugar sola? — la voz ronca que salió de la nada, me hizo saltar y abrir los ojos, no podía ser Alexander porque su voz no era así — Tranquila, no te haré daño.
— ¿Quién eres? — pregunté levantándome y mirando a todos lados.
— ¿Tan rápido te olvidaste de mi pequeño Fénix? — el encuentro con el abuelo del hospital se reprodujo en mi mente y camine buscando al dueño de la voz.
— No lo olvidé — caminé alrededor de los árboles y no veía más que ramas caídas y uno que otro insecto — Es solo que su voz suena diferente, menos grave, menos enferma.
— Bueno, de algún modo debía ayudarte y la única manera en que me escucharías era esa — su voz se escuchaba cerca, pero no lograba encontrarlo.
— ¿Dónde está ahora? ¿Porque esta aquí?
— Quiero ayudarte, a ti y a ese terco vengador que lo único que ha logrado ha sido meterte en problemas cuando su deber era protegerte de ellos — me quedé quieta y suspiré — Tal vez si buscas diferente, si cambias de perspectiva me encuentres más fácil, recuerda que ahora no tratas con personas normales.
Levanté la cabeza y reí al ver que había un hombre sentado en una rama alta, él sonrió y saltó del árbol con la gracia de un gato, caminó hasta donde estaba y puso una de sus manos en mi cabeza.
— Si quieres descubrir tus habilidades debes estar tranquila, debes dejar de pensar todo el tiempo en Nathaniel D'Angelo, trata de concentrarte solamente en ti misma. Empieza por cerrar los ojos y tomar una respiración profunda.
Cerré mis ojos como me dijo y respiré hondo, traté de mantener mi mente en blanco, de no pensar en Nathaniel, en Alexander, en Tiana. Me concentre en mi, en mi cuerpo y en buscar dentro de mí eso que se supone que tengo que encontrar.
— No pienses en nada, sólo respira — su voz a pesar de ser tan ronca me transmitía tranquilidad, lo cual me parecía extraño, porque ese tipo de voces tan profundas y rasposas me hacían sentir inquieta desde niña, siempre le decía a mi madre que eran hombres malos.
Me quede quieta y traté de que mi respiración se escuchara tranquila, el hecho de que no me sintiera inquieta debido a su voz me parecía sospechoso, pero no podía dejar que viera que desconfiaba de él, estábamos en un bosque lo suficientemente retirado de la casa de Thomas como para que no escucharan mis pedidos de auxilio.
— Tu respiración se escucha como si estuvieras en calma — puso sus manos en mis hombros y abrí los ojos — Pero no lo estas, algo te preocupa. ¿Sigues pensando en Nathaniel?
— Si — miré el suelo y suspiré, en ese momento descubrí lo buena actriz que podía ser — Realmente quiero encontrarlo.
— No lo busquen, permitan que este sólo un poco más, tal vez eso es lo que necesita, estar solo y pensar en todo lo que ha pasado — me miró a los ojos y sonrió — Tu desconfías de mí, puedo sentirlo.
— No, no pienses... un momento ¿Como que puedes sentirlo? — no solo había arruinado mi carrera de actriz antes de que la empezará, si no que había puesto una duda más en mi cabeza — ¿Lees mi mente?
— No, no puedo leer tu mente, pero si puedo leer tus emociones, cuando estoy en contacto físico con una persona puedo sentir lo que esa persona siente, tú tienes miedo, estas preocupada, desconfiada — quito sus manos de mis hombros y suspiró — Estoy de su lado, quiero ayudarles a derrotar a Alexander, pero para eso debes confiar en mi al igual que Nathaniel.
— Tú sabes donde esta ¿Verdad? — entrecerré mis ojos y él sonrió.
— Se donde está, pero no puedo decírtelo, fui enviado para ayudarte a encontrar tus habilidades y para guiar a Nathaniel.
— ¿Guiarlo? ¿A dónde?
— A donde no, a qué — me corrigió y fruncí el ceño, hablaba de manera muy confusa — Debo guiarlo en el camino que tiene ahora que su rango cambió, ya no es más un vengador, ahora es tu protector.
— ¿Porque hacen tanto drama por esto? En cuanto encontremos a Alexander y acabemos con el seremos libres, el peligro acabaría ahí.
— De hecho, no, Alexander es solo uno de tantos caídos que tienen conocimiento sobre las gemas — me miro y en su rostro se vio reflejada la preocupación — Y es uno de los que tiene información de ellas, puede que haya más ángeles que sepan sobre las gemas y lo poderosas que son.
— A quién deben proteger es a Dennise, ella cura, puede devolver alas y un montón de cosas que no entiendo — ella era a quien debían cuidar, no a mí.
— Todas las gemas pueden devolver alas, tú también puedes hacerlo, pero esto requiere un enorme sacrificio y no te gustaría tener que hacerlo.