Mi protegida.

19. Mi deber es cuidar de ti.

Después de que Dennise salió de la habitación me recosté de nuevo en la cama, su reacción me había dado aún más curiosidad, quería saber sobre Thanathos, pero ya no podía intentar espiar a Thomas y a Nathaniel, seguramente ya estaban hablando de otras cosas y me confundiría más; tampoco sabía si era buena idea preguntarle a Nathan sobre eso, no quería presionarlo ahora que estaba de nuevo aquí, no sabía qué hacer y me sentía una completa idiota, así que solamente respire hondo y espere... espere que Nathaniel subiera a la habitación para hablar conmigo, pero el cansancio pasó su factura y caí rendida.

(...)

El calor que sentía cuando desperté era demasiado, el peso que tenía en mi cintura era incómodo y no me dejaba moverme mucho; me asusté, quería gritar pero mis cuerdas vocales no respondían y mi pánico crecía porque la habitación estaba completamente oscura, me moví intentando salir del agarre, pero sólo logré que se apretara aún más, me quedé quieta un momento y respire profundo, si me movía su agarre se apretaba pero cuando me quedaba quieta se relajaba, así que cuando sentí que la presión cedía un poco empuje con toda la fuerza que pude hacia atrás, el peso de mi cintura desapareció y un golpe seguido de un quejido sonó en la habitación.

— ¡¿Qué demonios te sucede Ahyleen?!

— ¿Nathaniel? — estiré la mano, encendí la luz y miré por el borde de la cama, Nathan estaba en el suelo sentado rascándose los ojos de manera tan tierna que una sonrisa se posó en mis labios, siempre lo había visto serio, rudo, violento; algunas habían sonreído para mí y reído conmigo, pero nunca lo había visto lucir tan tierno.

— ¿Porque me tiraste? — preguntó mientras se levantaba y volvía a subir a la cama, mi cama, la que Dennise había organizado específicamente para mí.

— ¿Porque estás aquí? — él me miró con cara de —¿En serio estas preguntando eso? — Oye, se supone que este es mi cuarto y esta mi cama, ¿Acaso no había un sofá por ahí para que tu durmieras?

Porque sí... puede que él me gustara mucho, que estuviera como idiota por él pero no tenía nada que hacer en la habitación, no éramos nada especial como para que se creyera con el derecho de meterse en mi cama y hacerlo cuando estaba dormida.

— Sí, hay muchos sofás en la casa y hay varios cuartos disponibles, pero no pienso irme de aquí, voy a dormir aquí y si no te gusta es una lástima, porque vas a tener que acostumbrarte a tenerme durmiendo contigo — se acostó boca abajo y cerró los ojos — Buenas noches Ahyleen.

Pero... ¿Quién se creía ese pedazo de...?

— Nathaniel, no voy a dormir contigo — puse ambos pies en su costado y empuje, pero él no se movió

— Basta — resoplo se sentó, me miró con sus ojos de tormenta — Estoy aquí porque quiero protegerte, no quiero que vuelvan a separarte de mi lado, no quiero que vuelvas... que volvamos a pasar lo que pasó con Alexander, mi deber es cuidar de ti y asegurarme de que estés a salvo.

— Increíble ¿Apenas tienes conciencia de eso Nathan? — crucé los brazos y lo miré mal — Me abandonaste ¿Recuerdas? Me dejaste en brazos de tu hermano y te fuiste, así que no vengas a decirme que estas durmiendo conmigo porque quieres protegerme cuando no has hecho nada de eso en todo este...

— No hables de lo que no sabes Ahyleen — me interrumpió — Cada día que haz pasado en esta casa te he protegido, cada noche que haz dormido aquí he estado a tu lado, ¿Quieres saber porque no tienes pesadillas después de todas las cosas horribles que viviste? ¡Porque yo he estado aquí! ¡Porque yo he quitado los malos sueños de tu mente!

Cerré los ojos y respiré profundo, tenía que contener de cualquier modo las lágrimas que querían escapar de mis ojos, él había estado todos estos días cerca de mí, me cuidó y tenía razón, las pesadillas nunca se hicieron presentes.

— Lo siento... — murmure, no tenía nada más que decir.

— No, yo lo siento — me tomó entre sus brazos y se acostó de nuevo llevándome con él — Te sentías sola, creíste que no quería estar contigo pero sí, sí quería hacerlo, todo el tiempo, pero no era capaz de mirarte a los ojos, lo que hice... fue horrible y los recuerdos no dejaban mi mente, tuve que aprender a manejar mis emociones, comprender que no hice lo que hice por voluntad propia y gracias al padre de Alexander pude hacerlo, él me ayudó a recuperarme para poder protegerte como debí hacerlo todo el tiempo.

— Tu no tuviste la culpa de lo que paso y lo entiendo, nunca te culpé — lo abracé y puse mi mejilla en su hombro — ¿Tienes sueño?

— No, ya no — besó mi frente y rió un poco — Después de semejante caída se me espanto el sueño, ¿Tú? ¿Tienes sueño?

— No mucho... ¿Quieres hablar?

— ¿Exactamente de qué?

— Amm, Tus padres, tu infancia; la vida de los ángeles.

— Te habías tardado en preguntar sobre eso — tomó aire y empezó a hablar — Mi madre era un arcángel, era muy dulce pero fuerte, te ponía en tu lugar sin miedo y sus castigos daban miedo. Mi padre era bastante particular, serio, frío con Thomas y conmigo, pero amaba a mi madre más que nadie.

— Suena bastante romántico — él se rió — ¿Qué?

— Es más bien trágico, porque cuando llegó el día de la muerte de mi madre enloqueció, dejó de ser serio y frío para convertirse en un ser cruel. Mi padre era un ángel de la muerte y él mismo tuvo que arrancarle el último aliento de sus labios, fue muy difícil para él aceptar que lo que más amaba se había ido así que decidió criarnos a Thomas y a mí de una forma diferente, nos dijo que el amor era una debilidad y que la vida no tenía misericordia con los enamorados...

— Espera... ¿Dijiste que tu padre era un ángel de la muerte? — abrí la boca y lo miré — ¿Tu padre es Thanathos?

— Si, mi padre es Thanathos.

Sin palabras.

 




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